Eva Requena: «La UOC me ha permitido romper las exclusiones que provoca la enfermedad»

15 septiembre, 2022
Eva Requena Eva Requena | Autor: Victoriano Peñuela
Eva Requena ha estudiado el Máster de Gestión Cultural de la UOC. Músico de profesión, en el 2017, un accidente sanitario le cambió la vida por completo; sin embargo, se define como una persona entusiasta y asegura que “las ganas en esta vida lo son todo”, algo que queda demostrado con su Trabajo de Final de Máster, un proyecto que fusiona salud y arte, y que obtuvo Matrícula de Honor.
Parece claro que tu vida no se entiende sin música. ¿Siempre tuviste claro dedicarte profesionalmente a ello?

La música me tocó profundamente con 4 años, pero no pude iniciar estudios hasta los 13. Todavía recuerdo el momento que transformó mi mundo: las clases de música en la escuela con la Señora Francina. El primer día nos puso las cuatro estaciones de Vivaldi y sentí una sensación desbordante; después, nos cantó el Ningue de Montsalvatge a capella. La emoción era gigante. No podía parar de sonreír, tenía los pelos de punta y los ojos llenos de lágrimas. Allí dije: quiero hacer esto. La música ha sido una compañera sensacional, ya veces me ha hecho de salvavidas.

En 2017, un accidente sanitario te cambia radicalmente la vida: ¿es entonces cuando decides volver a estudiar y enfocar tu formación hacia otro ámbito?

Me gustaría decir que sí y que lo tenía clarísimo. Pero no. Los primeros dos años solo podía pensar en sobrevivir. Las fuerzas en el cuerpo eran mínimas, todo estaba concentrado en el proceso de enfermedad. Es curioso cómo mi cuerpo apagó casi todo y me protegió.

Lo primero que recuperé y me hizo de bote salvavidas fue leer libros. En 2018 empecé a leer desde el hospital y a escribir un libro, que se publicó en 2019. Más tarde tuve un repunte de la enfermedad y todo el progreso que había ido logrando desapareció; de repente me encontraba igual que en el primer ingreso. En 2020, mientras hacía recuperación y nos acercaban al confinamiento, fue cuando decidí que si pudo escribir un libro y había sido como una antorcha que me sostenía, ¿por qué no volver a estudiar?

¿Cómo conociste la UOC y cuál fue la característica decisiva que te llevó a escoger nuestra universidad?

Cuando me decidí a estudiar, estuve mirando dónde hacerlo y cómo pagar mis estudios. Muchos profesionales de la cultura vivimos en una precariedad laboral absoluta, lo que nos aboca a situaciones críticas cuando ocurre un suceso como una enfermedad. Mientras miraba opciones, llegó la tarjeta que me acredita como persona con discapacidad y que ofrece descuentos por estudiar, entre otros beneficios. Y encontré que la UOC tenía un programa de docencia adaptada y en modalidad online; por este motivo, la escogí.

El máster me enseñó en un primer momento que había cosas que todavía no puedo hacer, otras que no podré hacer, pero también las que puedo hacer y no sabía que podía.

Has estudiado el Máster de Gestión Cultural, por tanto, has decidido seguir por el camino del arte y la cultura. ¿Qué te ha enseñado este máster que no se aprenda solo con experiencia profesional?

La intención no era continuar la senda de la cultura. Quería conectarme fuertemente a la vida, y creo que la cultura, en este sentido, puede ser una gran ayuda. También tenía intención de complementar mi formación, y reencontrarme de algún modo con el arte. Por el contexto en el que he vivido y por el momento en que me incorporé al mercado laboral (crisis tras crisis), he sido una persona sensible a las problemáticas sociolaborales y, a la vez, la situación me llevó a desarrollar mi vertiente emprendedora. Con la decisión de realizar el máster, trataba de profesionalizarme en este sentido.

El máster me enseñó en un primer momento que había cosas que todavía no puedo hacer, otras que no podré hacer, pero también las que puedo hacer y no sabía que podía. Me ha dado oportunidad de realizar rehabilitación cognitiva de una forma amena.

Cuando empecé el máster me costaba escribir con un discurso narrativo coherente, no podía leer seguido, tenía que hacer pausas continuas, carecía de atención, déficits que no había observado… Viví momentos de grandes dudas, frustración e incertidumbre. ¿Cómo he osado hacer el máster? -me preguntaba-, pero soy una persona acostumbrada a convivir con el error y a aceptar la incertidumbre, así que te levantas y vuelves a empezar. Cuando no me había dado cuenta, empezaron a llegar las primeras notas y felicitaciones. De repente, me encontraba con un cuerpo agotado, pero soñando con llevar a cabo proyectos un poco más allá del presente tan absoluto al que te obliga la enfermedad.

Muchas de las PECs las he realizado desde camas, pasillos, analíticas, RM… y he podido hacerlo.

¿Cómo ha sido la adaptación curricular del máster a tu situación actual?

Sorprendentemente positiva. Tenía miedo a encontrarme con un entorno hostil, y me sentía muy frágil. Me tocaron dos magníficos acompañantes en la adaptación: mi tutor, el Dr. Aicart, y la Dra. Solanilla, personas muy preparadas académicamente, humanamente sensibles y alentadoras. He sentido que hacíamos equipo, y eso, para mí, tiene un valor añadido.

Muchas de las PECs las he realizado desde camas, pasillos, analíticas, RM… y he podido hacerlo. Esto ha sido posible gracias a la flexibilidad y el acompañamiento. Hicimos un calendario con las semanas que recibía medicación, donde todo el mundo estaba avisado de que durante 7-10 días no estaba disponible, y después ya tocaba ganar terreno a la enfermedad y adelante.

La experiencia UOC ha ampliado el sentido que tiene la cultura en mi vida.

Más allá de la vertiente educativa, ¿qué aporta la UOC a tus rutinas?

Conocer a personas y proyectos que me dan fuerzas para salir adelante y romper las exclusiones que provoca la enfermedad. Por ejemplo, durante el máster debían realizar una salida y realizar un análisis pormenorizado de un espacio cultural. Aunque en mi situación parecía más lógico realizar la visita online, quería alcanzar el reto de recuperar la posibilidad de realizar actividades culturales presencialmente. Tenía ocasión de hacerlo, porque muchos espacios organizaban visitas con grupos reducidos controlados, y eso fue la oportunidad.

Fuimos a la Casa Vicens y fue muy especial. Durante todo este proceso de enfermedad, muchas veces pasaba con la ambulancia por la calle Carolines y pensaba: ¿podré verla un día por dentro? De repente, llegó el día. La fragilidad era muy grande, pero las ganas en esta vida son todo. Nada más entrar en la primera sala ya lloraba de emoción. La experiencia UOC ha ampliado el sentido que tiene la cultura en mi vida.

Tu trabajo final de máster (TFM) ha fusionado el ámbito de la salud con el arte y además lo ha hecho con Matrícula de Honor. ¿Qué experiencia te ha aportado realizarlo?

Cuando inicié el máster tenía la necesidad de reconectar con el entorno. En el hospital tuve oportunidad de poner nombres y caras a aquellas estadísticas que leemos en los periódicos, y realizar el trabajo ha sido como un paseo por la memoria de las vivencias en los hospitales, en las ambulancias…

SanArte [título del TFM] es reencontrar lo que da sentido a nuestras vidas, la humanidad que todos atesoremos, y compartirlo. Ha estado apasionante hacerlo, revitalizador.

Finalizado el Máster y el TFM con gran éxito, ¿has pensado en seguir estudiando?

Sí. Ahora estoy haciendo un grado en la Facultad de Salud. Creo que la mejor forma de ser un buen profesional es adentrarte a fondo en la materia. Profundizar y, cuando llega el momento, si tenemos oportunidad, entregar lo que ya has hecho tuyo para que otros puedan hacer lo que han venido a hacer.

Por último, ¿qué les dirías a aquellas personas que estén dudando en ponerse a estudiar por miedo a no conseguirlo?

Que en la vida hay que atreverse y si tenemos oportunidad y sentimos la necesidad, debemos probar. No pasa nada si tenemos que repetir, volver a leer, llorar un poco, desesperarnos… estamos vivos y eso es ya un éxito. Así que lo mejor que podemos hacer es vivir. Cuando estaba en el hospital, mirando el techo y la vida estaba suspendida, y además, había posibilidad de que la función terminara de forma apresurada, pensaba: gracias a Dios que me he atrevido a vivir, pero por favor aguanta, cuerpo, ¡que aún quiero vivir mucho más!

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