Adriana Camarena: “El arte puede ejercer como una herramienta para mitigar la fatiga que padecemos como sociedad”

23 mayo, 2024
Arte - Adriana Camarena Adriana Camarena

La estudiante de LATAM del máster de Humanidades: Arte, Literatura y Cultura contemporáneas propone una reflexión sobre el arte como mecanismo para afrontar la sociedad actual, se titula, Rasgar la realidad: Las prácticas artísticas como una posibilidad para enfrentar a la fatiga contemporánea y lo presentó en el marco del V Encuentro de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC.

Adriana Camarena Buenrostro nos atiende desde su despacho en Guadalajara, México. Con estudios en diseño integral, Camarena, ha tenido muchas profesiones a lo largo de su vida: “y casi siempre rodeadas de artistas”, añade. Ahora es profesora en dos universidades, trabaja en la organización de la Feria del Libro de México y, además, lleva más de una década practicando flamenco. También ha estado vinculada en el mundo editorial junto a Daniel, su pareja, con quien comparten el gusto por las artes. De hecho, desde la pantalla del ordenador, como si se tratara de una reliquia, se aprecia una imprenta restaurada en uno de los costados de la sala. Adriana acaba de empezar el día, y la luz que irradia a través de la pantalla contrasta con el atardecer que está por vivir Barcelona. Pero es lo que tiene la educación en línea; la alumna puede empezar su día, y la Universidad casi acabarlo. Lo que importa es el aprendizaje como resultado. En este caso, el paso de Adriana Camarena por la UOC culminó con su trabajo de final de grado: Rasgar la realidad. Algunas posibilidades para oponerse a la fatiga provocada por el capitalismo, utilizando las prácticas artísticas como mecanismo de ruptura, dentro del máster  Humanidades: Arte, Literatura y Cultura Contemporáneas.

De la vivencia propia al TFM 

Una tesis o toda una declaración de intenciones que, como remarca Adriana, se produjo casi de manera involuntaria: “soy como el paciente 0, la raíz del problema”. A su juicio, el trabajo se basó en soltar una serie de reflexiones y cuestiones que llevaba tiempo formulándose en su cabeza y que justo enlazaban con el temario del máster. Todo un punto de inflexión para ella, ya que como incide esta estudiante: “sentí que esas mismas preguntas o frustraciones no solo las percibía yo, sino que más artistas se lo preguntaban. Fue reconfortante, y a la vez, me dio ganas de ir más allá con el tema”.

Para Adriana, el arte, en todas sus expresiones, puede ejercer como una herramienta para “sanar” o, si no, “mitigar” la “fatiga” que padecemos como sociedad. El concepto “fatiga” parte de libros como La Sociedad del Cansancio, u otros ensayos que teorizan sobre lo que se denomina La Gran Dimisión y que han inspirado el contexto del TFM. De la misma manera que la obra de la profesora e investigadora de la UOC, Marina Garcés. Al principio del trabajo, y según cuenta esta estudiante, el foco estaba en conocer qué provocaba tal hastío. Sin embargo, con el transcurso de la investigación, Adriana se percató que esa premisa no le valía, ya que “necesitaba mostrar una visión más constructiva sobre el tema, alejarme de las teorías, de la utopía, ir a lo cotidiano. Preguntarme sobre qué medios nos alejan del sistema”, añade. Y fue así, como de manera intuitiva, pensó en el arte. Su propio manual de resistencia.

El arte como mecanismo de ruptura

Para Adriana el arte “dota a cualquier persona de la posibilidad de crear mundos alternativos imaginarios que nos relajan y nos conectan”. Su discurso se aleja de la “concepción formal de lo que se denomina ser artista” y propugna ese arte más primario y personal que todos podemos desarrollar.

Para ejemplificar este tipo de arte como herramienta y su práctica, como antídoto del sistema, Adriana pone de ejemplo su propia clase de baile. “En cualquier clase de cualquier hábito que desarrollemos, siempre hay alguien que dice eso de: ‘no voy porque he tenido una semana muy liada y estoy cansada’. No obstante, nunca he escuchado a nadie que diga: ‘no voy al trabajo porque tengo flamenco’. Obviamente, eso no se produciría porque acabaría en despido, pero me preocupa la facilidad por la que dejamos de hacer nuestros placeres creativos. Por ello, veo como un acto de rebeldía el entender que guardarme tiempo y energía para ir a la clase de baile es vital; casi una obligación que me impongo. Porque será esa actividad la herramienta que me mitigará la fatiga y que me permitirá desconectar por un momento del sistema”, incide.

Aparte de ese arte más personal, el TFM, pone como estudio de caso, colectivos artísticos que han sabido reconvertir su arte en todo un baluarte de resistencia anticapitalista. Uno de los que aparecen en el trabajo son LASTESIS, un colectivo feminista que a través de la performance en grupo tratan temas de denuncia como las: violaciones, el acoso callejero o la mala praxis política. No fue fácil encontrar ejemplos que se enmarcaran dentro de este trabajo, ya que como señala Adriana: “en la actualidad y fruto del sistema capitalista, es difícil encontrar espacios de arte o cultura donde no exista una monetización de por medio”, señala. Según Adriana, los únicos espacios que contemplen un enriquecimiento cultural para el ciudadano, sin ninguna transacción económica de por medio: “son las bibliotecas”. Aunque como añade, “puede que haya más, pero son los únicos que me vienen en la cabeza. Es casi imposible”.

La UOC como experiencia: “La volvería a repetir”

Adriana comenta que el trabajo, en realidad, más que una prueba académica, lo ha sentido como si fuera su hobby. “Lo hacía en las mañanas de mi fin de semana, y era un placer para mí. Empecé este máster en un momento que me aborrecía lo que me rodeaba y necesitaba un estímulo”, recuerda.

Y cuando encontró la UOC por medio de Internet, se pensaba que era fake. “No me lo creí. Pensé: ¿todo esto es cierto y por este precio?”, bromea, ya que en México la educación más especializada es mayoritariamente privada y “es muy cara”. No obstante, la pública, como recuerda esta estudiante, no acaba siendo la mejor opción si se quiere cursar algún posgrado con una mayor flexibilidad. “Se enmarca en un modelo muy tradicional, poco digital”, comenta Adriana. Por ello, cuando encontró un plan académico que se adaptará a sus planes, desconfió por completo. Pero, a modo de esperanza, pidió referencias. “Y un amigo mío que tengo afincado en Madrid me constató que realmente la UOC existía, y hasta el día de hoy”, explica Adriana.

Una de las ventajas que destaca Adriana sobre el máster de la UOC es no haber tenido límite de tiempo en cursarlo. “Pasa mucho aquí, y yo tenía claro que quería algo pausado, para combinar con mi otra vida. Estuve cuatro años haciendo este máster, que más que una tarea, lo he sentido como mi tiempo aparte. Ha sido un placer, y sin lugar a dudas, lo volvería a repetir”, concluye.

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