Literatura y diversidad (Máster en Humanidades)

4 septiembre, 2015

Por Juan de Suela

Que el mundo es una masa informe de objetos, experiencias e impresiones diversas y huidizas es un hecho innegable. Como también lo es que nuestra capacidad de razonar, de asear y de mirar de dar sentido ‒unidad‒ a esta masa es la única manera de enfrentarse y vivir. Sabemos, pues, que primero hay el mundo y, después, nuestra idea particular del mundo: ideas, prejuicios, sobreentendidos… Todo ello lo veremos en la asignatura Literatura y diversidad del Máster de Humanidades.

En una época, la nuestra, en que parece que cualquier forma de creación literaria y artística pasa necesariamente por el yo y por sus figuraciones, parece conveniente preguntarse por la figura del otro y por cuál es su papel en la construcción del yo. Porque ¿estamos seguros que habría un yo o un nosotros si no hubiera otro? ¿No se configura y se define la identidad respecto de la alteritat? Y ¿qué pasa, si el alteritat cambia? ¿Modifica esto nuestra percepción de nosotros? Este será el punto de partida de “Literatura y diversidad”: entender la naturaleza dialéctica de la pareja nosotros-otras y mirar de capir qué son las condiciones que dan forma a nuestra idea del mundo. Lo haremos, de entrada, de la mano de Edward Said y de las reflexiones que recoge en su libro Orientalismo (1978), que propone una nueva visión de la realidad en qué Occidente se vería descentrado, de forma que la idea de Oriente que este sostiene se revela como un constructo intelectual. Y lo completaremos con la lectura que Tzvetan Todorov hace del fenómeno de aquello exótico y primitivo, la máxima expresión del cual se concreta en la idea del «buen salvaje» formulada por Rousseau.

Una vez hayamos visto el reto epistemológico que supone mover de lugar el centro, nos fijaremos en otra forma de diversidad: aquella que hace referencia a la noción de género, tan en cuanto a la condición sexual como la que marca una diferencia entras las diversas maneras de expresión del fenómeno literario. En el primer caso veremos como la problemática del género sexual no se plantea de manera crítica hasta comienzo del siglo XX. Si bien es cierto que a lo largo de los siglos las mujeres han tenido un papel notable en la configuración de la historia de la literatura universal ‒pensemos en Safo, en MurasakiShikibu, en Maria de Francia, en Santa Teresa de Jesús, en las germanas Brontë, en Iris Murdoch o en Mercè Rodoreda, para posar solo unos nombres‒, no lo es menos que son una excepción y que, a la postre, la historia de la literatura, hasta hace muy poco, lo escribían los hombres. Y esta es la cuestión que nos interesa: ¿por qué? A resolver esta y otras cuestiones dedica Virginia Woolf uno de sus textos clave, Una cámara propia (1929). De la mano de la autora británica analizaremos el porqué de este hecho y veremos qué se esconde detrás (la sociedad patriarcal, la carencia de independencia económica, las estructuras y los usos sociales rígidos). Las ideas expresadas por Woolf encontrarán su concreción teórica en otro ensayo determinante, El segundo sexo (1949), de Simone de Beauvoir, ya más directo y sin concesiones, en que la autora francesa analiza qué ha sido la imagen de la mujer en la literatura y llega a la conclusión que, más una figura natural, ontológica, la mujer es un estereotipo, un constructo social: «No se nace mujer, se llega a serlo.»

La tercera unidad de la asignatura Literatura y diversidad, que dedicaremos a la noción de género literario, nos acercará a la problemática de la clasificación formal y de contenido de los textos literarios. Partiremos de la Poética de Aristóteles, que es el primer texto de teoría de la literatura de la historia. Con un estilo seco y descriptivo, característico de la obra del autor, el filósofo pasa revista a cuáles son las condiciones de producción de un texto literario (la tragedia, en este caso) y determina cuáles son los rasgos distintivos: unidad de espacio, unidad de tiempo y unidad de acción. Esto a banda, también hace una distinción fundamental entre la tragedia (o la poesía) y la historia, y estudia un fenómeno que hará fortuna en toda la tradición artística posterior: la noción de mimesi. El complemento al texto del filósofo de Estagira lo encontraremos en un ensayo de Todorovtitulado «El origen de los géneros» (1987). El autor francés de origen búlgaro repasa la idea de género a lo largo de la historia y se interroga por la actualidad (o no) de algunas distinciones que parecían inamovibles y que, en gran parte, estaban fundamentadas en premisas de índole formal y discursiva. La novedad del ensayo de Todorov, como veremos, rae en la mirada absolutamente moderna (y con un deixestructuralista) con que se acerca a la cuestión: asume la necesidad de la existencia de varios géneros como convención ‒cuando cogemos un libro, queremos saber si será una novela, un poemario o una obra de teatro‒, pero clarifica las funciones y presenta nuevas formas de estudiarlos.

 

Por último, en la cuarta unidad pasaremos revista a otra manifestación de la diversidad: la que tiene que ver con la noción de frontera. Íntimamente ligada con las oposiciones que hemos visto hasta el momento, la frontera ha dejado de ser un marca clara y distinta y se ha desdibujado hasta acontecer un espacio difuso, líquido y móvil. han contribuido, por un lado, los grandes movimientos migratorios del siglo XX, fruto de las guerras y las crisis económicas, y, de la otra, la conciencia que las oposiciones yo-otro, interior-exterior, sujeto-objeto han perdido validez como bases de un modelo epistemológico. Ya no podemos pensar desde el centro, pero tampoco desde la periferia, que reivindica también su papel de centralidad. Esto lo haremos leyendo dos textos muy diferentes pero complementarios: «Introduction: Displacement, Diaspora andGeographies of Identity» (1996), de SmadarLavie y Ted Swedenburg, y «Desde lo otro lado. Consideraciones fronterizas» (1993), de Claudio Magris. Los primeros nos harán ver la caducidad del antiguo modelo y el carácter dinámico del nuez, mientras que el segundo, bono y admitiendo la disolución de los límites entre identidad y alteritat, reivindicará la necesidad del límite a la vez que asumirá la incomodidad. He aquí la paradoja y el reto que presenta la actualidad: la constitución de la frontera como espacio central.

La asignatura “Literatura y diversidad”, pues, pretende posar al alcance de los estudiantes los aperos para reflexionar y repensar críticamente una serie de ideas recibidas que afectan nuestra concepción de la literatura y del mundo. Miraremos de encontrar algunas respuestas; pero, sobre todo, nos plantearemos preguntas.

Juan de Sola, consultor de esta asignatura, es traductor y editor. Ha traducido, entre otros, obras de Goethe, Schiller, Brecht, Beckett, Josipovici, Walser, Von Hofmannsthal, Rilke o Reich-Ranicki. Está acabando su tesis doctoral sobre los conceptos de crítica y traducción en la correspondencia entre Goethe y Schiller, y prepara una edición de los escritos de Walter Benjamin. Sus intereses se centran en la noción de crítica y espacio público, en las formas de intervención y crítica del arte moderno y contemporáneo, y en las teorías de la traducción literaria.

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