Irene Caballero: «Que la depresión posparto sea un mal tan invisibilizado tiene algo que ver con que sea femenino»

22 febrero, 2023
depresión posparto Imagen de Freepik

¿En qué medida la romantización de la maternidad, el embarazo y la crianza influyen en la depresión posparto? ¿Pueden las narrativas de género incidir en este problema de salud mental femenina? Irene Caballero, alumni de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, ha querido abordar este problema de salud desde una perspectiva feminista. Entre sus propuestas, un tratamiento grupal para la depresión posparto. Ella nos lo cuenta en profundidad.

Cuéntanos en qué ha consistido tu trabajo de investigación y las principales conclusiones a las que has llegado. 

depresión posparto
Irene Caballero, graduada en Psicología por la UOC

Mi TFG es una propuesta de tratamiento grupal para la depresión posparto (DPP) desde el enfoque de la terapia narrativa feminista. En él se analiza cómo la socialización de género y las narrativas sobre lo que implica ser mujer y madre afectan a la salud mental de las mujeres en el puerperio. Personalmente, por mi propia formación feminista, ya consideraba que esta socialización tenía que influir en gran medida en la experiencia del posparto, pero la investigación realizada me ha permitido constatar que es así, efectivamente, que los discursos sobre la maternidad influyen mucho en el bienestar de las mujeres durante este periodo.  

Hay numerosos mitos en torno al embarazo, parto y posparto. ¿Cuál es, en tu opinión, el más dañino para la mujer, el que le ha creado más conflictos internos? 

 No me siento en una posición para cuantificar los daños generados por cada uno. Creo que si habláramos con distintas mujeres, cada una podría destacar uno u otro como el más relevante dentro de su historia personal. Sin embargo, tras la realización del trabajo y también por la experiencia de mujeres cercanas, sí destacaría las ideas asociadas con el paradigma de la maternidad intensiva, especialmente el mito de la maternidad como fuente de plenitud. Creo que muchas mujeres han esperado tener esta experiencia a partir de la maternidad y se han dado de bruces con otra realidad, plagada de dificultades, incluida la culpa asociada con querer seguir ejercitando otras facetas de sus vidas.  

Una mujer sobrepasada por sus nuevas responsabilidades puede sentir vergüenza y culpa por no adecuarse al relato ideal de la maternidad, lo que contribuye a su aislamiento

¿Qué relatos socialmente aceptados sobre la maternidad han creado un mayor desequilibrio entre el relato en sí y la realidad de la maternidad tal como la vive la mujer? 

Uno de ellos es este que comentaba anteriormente. Se vende una idea romantizada de la maternidad como una experiencia trascendente, que nos colma, que debe hacernos felices, y no quiero decir que esto no suceda, al menos parcialmente. Sin embargo, una madre con su bebé recién nacido también se encuentra en muchas ocasiones sobrepasada por la situación, con dificultades para entenderle y generar un vínculo, y teniendo que hacer frente por sí misma a la mayoría de tareas de crianza. Es una situación que puede generar aislamiento y vergüenza por no adecuarse a ese relato ideal. Además, el discurso de la feminidad actual en las sociedades occidentales también afecta mucho a la experiencia de la maternidad, ya que, como dice Pepper, a las mujeres millenial no solo se nos exige ser madres atentas y estar volcadas en la crianza, sino también continuar con nuestra carrera profesional, ser buenas amigas, buenas parejas… Las expectativas generadas por este sincretismo de género del que también habla Marcela Lagarde hacen que la mujer pueda sentirse con muchísima carga y culpa, ya que, haga lo que haga, siempre falla en alguno de los mandatos. 

Hablas del trauma del parto como uno de los factores de riesgo para la aparición de la depresión posparto. ¿Por qué y qué otros factores pueden influir en ello? 

En mi trabajo se menciona el trauma en el parto como uno de los factores que pueden influir a la hora de desarrollar una DPP. Cuando estaba realizando mi investigación, me sorprendió encontrar que esta experiencia era mencionada, por una parte, importante de mujeres que tenían síntomas depresivos tras el parto. De hecho, un estudio realizado en 2021 mostró que la prevalencia de DPP en mujeres con trauma en el parto era el doble que en aquellas con partos no percibidos como traumáticos. Si bien no puedo afirmar las razones exactas por las que se da esta relación, se ha apuntado a que el trauma percibido en el parto puede dificultar la aceptación del rol maternal, incrementar las respuestas negativas hacia el bebé y generar un malestar psicológico que dificulte las relaciones interpersonales de la madre, todo lo cual puede contribuir a la hora de desarrollar una depresión posparto. En cuanto a otros factores que influyan a la hora de desarrollar este trastorno, se han mencionado muchísimos, la mayoría de los cuales yo no he investigado al haber estado mi trabajo centrado específicamente en la influencia de las metanarrativas de género y el trauma. Sin embargo, se habla de historial previo de depresión, bajo estatus socioeconómico, poco apoyo social, etc. 

¿Es la llamada violencia obstétrica un elemento que puede pesar en la salud mental de la madre? ¿Cómo se podría reducir en un sistema de salud como el nuestro este problema? 

Sí, eso es a lo que apuntan los estudios. La violencia obstétrica incluye distintos tipos de conductas, entre los que se encuentran realizar prácticas médicas sin consentimiento, pero también mostrar actitudes autoritarias, paternalistas, despersonalizadas o despectivas hacia la mujer embarazada. Un estudio de 2010 realizado con mujeres que percibieron su parto como traumático rescata precisamente este tipo de trato por parte de los profesionales. Entre las experiencias que mencionaron estas mujeres destacan el no haber sido incluidas en la toma de decisiones, haber tenido una sensación absoluta de pérdida de control, de ser invisibles, no tener privacidad y haber sido despojadas de su dignidad. No soy una experta en este tipo de situaciones, así que no me atrevería a proponer muchas soluciones, pero creo que es necesario disponer de más profesionales con perspectiva de género, formados en un trato adecuado durante el embarazo y el parto y que busquen respetar y promover la autonomía de las mujeres durante este periodo.  

Los problemas de salud de las mujeres han sido históricamente relegados a un segundo plano y es necesario dedicarles la atención que merecen. 

La perspectiva de género cada vez atraviesa más debates, pero parece urgente imbricarla en algo tan profundamente femenino como es la maternidad. ¿Qué hoja de ruta sugerirías al sistema sanitario para abordar el embarazo y el parto con perspectiva de género? 

Efectivamente, es lo que te comentaba antes. Por ejemplo, en el caso de la violencia obstétrica, creo que es necesario hacer un trabajo de revisión con las personas que trabajan con mujeres embarazadas para detectar cuáles son las creencias que las autorizan a hacer determinadas prácticas o a tratarlas de determinada manera. Por ejemplo, ¿se respeta igual el cuerpo de un hombre que el de una mujer? Todas y todos hemos crecido en una sociedad patriarcal y eso configura nuestra subjetividad y nos hace tratar de manera diferencial a las personas en función de su género. Es importante mirarnos en estas cosas y hacer un esfuerzo para restaurar la dignidad de las mujeres y promover su agencia en este periodo. Personalmente, creo que todas las iniciativas comunitarias que se realizan con mujeres embarazadas de manera preventiva, sobre todo las que implican generar redes entre ellas, pueden ayudar mucho.  

También es importante considerar cómo la socialización de género influye en el peso que se da a ciertos malestares o en los cuidados que se proporcionan desde el sistema sanitario. Por ejemplo, ¿por qué la depresión posparto es un trastorno tan invisibilizado? Sin duda, que sea un mal exclusivamente femenino tiene algo que ver. Los problemas de salud de las mujeres han sido históricamente relegados a un segundo plano y es necesario dedicarles la atención que merecen. 

Cuanto más se hable de todas las realidades que implica convertirse en madre, más naturalidad a la hora de entender y aceptar los malestares psicológicos propios.

¿Crees que la romantización de la maternidad puede dificultar la detección de la depresión posparto? 

Bueno, creo que la romantización de la maternidad puede favorecer el estigma y la vergüenza en las mujeres que tienen síntomas depresivos tras el embarazo y dificultar que se atrevan a hablar de ello y a buscar ayuda profesional, lo que sí puede obstaculizar su detección. Cuanto más se hable de todas las realidades que implica convertirse en madre, más naturalidad a la hora de entender y aceptar los malestares psicológicos propios.   

En tu opinión, ¿qué crees que le falta al sistema sanitario y a la sociedad en general para visibilizar todo lo que rodea al parto y al posparto y que, quizá, lo hacen menos hermoso? 

Sin ser ninguna experta en salud comunitaria, creo que tiene que ver con lo que comentaba antes de hablar sobre ello. Es importante que se dé cabida a mujeres que relaten sus experiencias reales tras convertirse en madres. Esto está empezando a hacerse; en España ya hay mujeres con cierta notoriedad que han escrito libros sobre los aspectos no tan positivos de la maternidad. Por otra parte, creo que el sistema sanitario tiene que continuar con estas iniciativas de visibilización y promover programas comunitarios que tengan a las mujeres como protagonistas, antes y después del parto, y les permitan hablar sobre sus inquietudes, miedos y apoyarse entre ellas. Creo que el apoyo mutuo en una situación que lleva al aislamiento, la culpa y el cuestionamiento de una misma puede ayudar mucho.  

A pesar de que el mundo se encamina hacia un nuevo reparto de tareas, ¿sigue siendo la madre la principal responsable de facto de todo lo que entraña tener un hijo? ¿En qué medida la adopción de los roles tradicionales influye en la depresión posparto? 

Sin duda. La madre sigue siendo la principal responsable, por más que haya padres más implicados que antes. En 2021, el 95% de las personas que redujeron su jornada laboral en España por tareas de cuidados eran mujeres. Y esta desigualdad a la hora de asumir la carga de cuidados tiene un impacto en su bienestar mental y su concepción de sí mismas. Hace décadas la situación para las madres estaba lejos de ser ideal, pero al menos, al no exigírseles que mantuviesen una carrera laboral, no tenían que conciliar demandas incompatibles. Actualmente, a las mujeres se les pide que sean buenas profesionales sin descuidar su rol maternal, que sean modernas y tradicionales al tiempo, lo que, además de la carga que implica para nosotras, genera la sensación de que no se alcanza todo, que si cumples con una esfera estás fallando en la otra.  

A pesar de que el mundo se encamina hacia un nuevo reparto de tareas, ¿sigue siendo la madre la principal responsable de facto de todo lo que entraña tener un hijo? ¿En qué medida la adopción de los roles tradicionales influye en la depresión posparto? 

Sin duda. La madre sigue siendo la principal responsable, por más que haya padres más implicados que antes. En 2021, el 95% de las personas que redujeron su jornada laboral en España por tareas de cuidados eran mujeres. Y esta desigualdad a la hora de asumir la carga de cuidados tiene un impacto en su bienestar mental y su concepción de sí mismas. Hace décadas la situación para las madres estaba lejos de ser ideal, pero al menos, al no exigírseles que mantuviesen una carrera laboral, no tenían que conciliar demandas incompatibles. Actualmente, a las mujeres se les pide que sean buenas profesionales sin descuidar su rol maternal, que sean modernas y tradicionales al tiempo, lo que, además de la carga que implica para nosotras, genera la sensación de que no se alcanza todo, que si cumples con una esfera estás fallando en la otra. 

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Autor / Autora
Periodista colaboradora
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