La IA transformará el trabajo: un tercio de los empleos podría desaparecer, pero también nacerán nuevas profesiones

27/05/2025
IA treball

La inteligencia artificial (IA) va a tener un impacto disruptivo en el mercado laboral. Según un estudio reciente de la Universidad de Indiana, un 32,8 % de los empleos analizados podrían ser totalmente sustituidos por IA generativa. Las profesiones más expuestas incluyen programadores, periodistas, analistas financieros y representantes de atención al cliente. Y al mismo tiempo generará nuevas tareas y ocupaciones gracias a la innovación y a la reconfiguración de procesos laborales, señalan expertos de la Universitat Oberta de Catalunya en el marco del Ciclo Sostenibilidad & IA.

Así lo explicó Josep Lladós, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, en la tercera sesión del ciclo, donde aseguró que el impacto de la IA será “sensible y posiblemente disruptivo porque afectará a una amplia diversidad de actividades y ocupaciones”. El economista subrayó que la IA no solo impulsa la automatización (sustitución de tareas humanas), sino que también genera nuevas tareas, por lo que su adopción supone un equilibrio dinámico entre actividades automatizadas solo por máquinas, actividades humanas sin IA y actividades realizadas juntamente con IA.

Con una aplicación óptima, la IA puede mejorar la productividad, los salarios y la creación de patentes. Investigadores de la Universidad de Jilin descubrieron en 2024 que la adopción de la IA en empresas aumenta la participación del trabajo en los ingresos corporativos y la proporción de ingresos destinada a salarios gracias a la innovación y a la mejora tecnológica.

Transformación de competencias

Cada avance tecnológico redefine el valor de las competencias existentes: algunas habilidades se volverán obsoletas, mientras que surgirán nuevas competencias necesarias. Con la IA, explicó Lladós, el cambio es más profundo, porque ya no solo se automatizan tareas rutinarias, sino también tareas no rutinarias y cognitivas, como análisis y decisiones complejas.

Para afrontar este cambio, las empresas deben hacer un gran esfuerzo en formación interna, apostando decididamente por reskilling (reaprendizaje para nuevos puestos de trabajo) y upskilling (perfeccionamiento para los puestos actuales). El experto de la UOC enfatizó la necesidad de fomentar competencias transversales, como el pensamiento crítico, el análisis, la capacidad de adaptación, y la interacción eficaz con herramientas de IA. “Cada vez más, la inteligencia artificial está ofreciendo la oportunidad de sustituir tareas que no son rutinarias y que además requieren de habilidades cognitivas”, aseguró.

En efecto, según el estudio de la Universidad de Indiana, el impacto de la IA afectará principalmente a empleos de alta cualificación, a diferencia de la automatización tradicional que impactaba a los de baja cualificación. El documento predice una fase de desajuste laboral (mismatch) porque los trabajadores necesitarán tiempo para adquirir nuevas competencias. La situación final dependerá de la velocidad de adopción de la IA y de las políticas de reskilling que se incorporen.

La necesidad de un cambio organizativo

Lladós insistió en que no basta con adoptar tecnología, sino que se necesita cambiar la organización del trabajo para aprovechar la IA de forma estratégica. Subrayó que la IA no debe verse solo como una herramienta de sustitución, sino como una palanca para mejorar la calidad y eficiencia del trabajo humano. Y recomendó centrarse en resultados, no en tareas a eliminar. En este contexto, su propuesta consiste en avanzar hacia modelos de inteligencia aumentada, que incrementen la capacidad de acción de los trabajadores, y que fomenten la autoorganización, la evaluación por objetivos y la monitorización de calidad continua. “Considerar la IA como meramente un instrumento para sustituir tareas, para reemplazar trabajo, es infrautilizar e infravalorar muchísimo su capacidad”, valoró Lladós.

Lladós también destacó la importancia de los indicadores estratégicos SMART (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y acotados en el tiempo) para medir el éxito de la integración de la IA en la gestión del talento. Más que centrarse únicamente en la productividad o la reducción de costes, insistió en evaluar aspectos como la retención del talento, el compromiso de los empleados y la cohesión interna como medidas clave del valor real que aporta la inteligencia artificial.

Un análisis llevado a cabo en universidades rusas en 2025 confirma que la IA ya está reemplazando trabajos de manera profunda y rápida en sectores como manufactura, sanidad, administración, servicio al cliente, transporte, educación, traducción, creación de contenidos y arte. Los analistas rusos subrayan que la automatización avanza más rápido que la creación de nuevos roles, lo que genera un desempleo estructural y riesgo de crisis social, de ahí la urgencia de reskilling, upskilling y aprendizaje permanente. Al mismo tiempo, la IA está generando nuevas profesiones, como especialistas en IA, entrenadores de modelos o analistas de datos avanzados.

En los departamentos de Recursos Humanos, la IA ya se está utilizando para optimizar procesos de selección de candidatos, monitorizar procesos internos y evaluar el desempeño de los empleados. No obstante, Lladós advierte que la toma de decisiones estratégicas debe seguir en manos humanas, porque cualidades como la intuición, el juicio y la experiencia son insustituibles. Hay que evitar sesgos y discriminaciones que pueden introducir los algoritmos si no se supervisan adecuadamente.

Tendencias futuras

Aunque Lladós evita hacer predicciones firmes, anticipa que el uso de la IA se intensificará debido a la bajada de costes de implementación y al aumento de la capacidad de uso entre los trabajadores. El incremento de este uso será gradual pero inevitable, especialmente entre los profesionales más cualificados. Tendremos que gestionar la IA junto a otras tecnologías emergentes, como las familias 4.0 y 5.0, buscando sinergias y compatibilidades. El reto, subraya el experto de la UOC, no es solo técnico o económico, sino también social, porque el cambio tecnológico es profundamente asimétrico: no afectará igual a todos los trabajadores.

En este futuro inmediato, la universidad y las políticas públicas desempeñan un papel clave. Lladós afirma que la formación a lo largo de la vida ya no es opcional, sino una necesidad permanente. Las universidades deben formar habilidades técnicas y humanas, liderar la investigación aplicada junto con el tejido productivo, y difundir y transferir conocimiento a toda la sociedad.

Las políticas públicas, prosigue el experto, deben actuar como facilitadoras mediante incentivos económicos y fiscales destinados a formación y recapacitación (reskilling), a I+D+i en IA y para el desarrollo de competencias estratégicas. Las políticas públicas deben tener un papel regulador del uso de la IA y garantizar que el cambio tecnológico sea inclusivo. “Estamos condenados a aprender a lo largo de toda nuestra vida”, dijo Lladós.

IA y sostenibilidad

La IA, al igual que otras tecnologías digitales, es altamente consumidora de electricidad. Esto complica los esfuerzos por una transición energética sostenible. Sin embargo, Lladós también apunta que la IA puede ser una herramienta de apoyo para resolver desafíos ambientales si se usa adecuadamente. El problema es que se está actuando demasiado tarde, ya que se están acelerando las transiciones gemelas, la digitalización y la sostenibilidad, sin haber hecho previamente las inversiones necesarias, lo que puede generar accidentes o fallos en el proceso. “Cuando aceleramos sin preparar bien el vehículo, podemos tener accidentes por el camino”, concluyó el economista.

 

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Autores / Autoras
Profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). Experto en economía internacional, política económica y geografía económica.
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