Crisis energética europea: riesgos y soluciones

13 septiembre, 2022
Crisis energética europea

La estación de otoño que estamos cerca de estrenar este año viene cargada de mucha incertidumbre. A las altas tasas de inflación no vistas en los últimos cuarenta años, la perspectiva de unos tipos de interés más altos y la amenaza de un frenazo económico se une la incertidumbre sobre el suministro de energía por parte de Rusia, por lo que una crisis energética ya es un escenario contemplado tanto por la Unión Europea como por el Banco Central Europeo.

La reciente cancelación del suministro de gas ruso a Europa Occidental por el gaseoducto Nord Stream 1 no hace más que aumentar la sospecha de que la cancelación total del suministro de gas ruso a Europa en los próximos meses es un escenario más que posible. A pesar de que durante los últimos meses los países europeos han ido aprovisionándose de gas, de forma que los tanques de almacenamiento de gas están a una capacidad del 80% de media, un corte total del suministro vaciaría los tanques antes de los dos meses, incluso si estuvieran a una capacidad del 100%, por lo que indudablemente habría problemas de suministro teniendo un impacto económico negativo importante.

El Banco Central Europeo en sus previsiones económicas ha incluido un escenario adverso que contempla la cancelación total del suministro de gas ruso a Europa. Dicho organismo prevé en este escenario una duplicación de los precios europeos del gas, los precios del petróleo también se incrementarían un 65%. Los precios de los alimentos a escala mundial se incrementarían casi un 30%. Respecto al impacto sobre el crecimiento económico europeo, este escenario comportaría un impacto negativo de 1,5 y 3,8 puntos porcentuales en el PIB real de 2022 y 2023, respectivamente. En 2022, la tasa de crecimiento anual del PIB seguiría siendo positivo por efectos de arrastre positivos, pero el crecimiento inter trimestral sería negativo para el segundo semestre de 2022 y principios de 2023.

España sería uno los países menos afectados por la disrupción del suministro de gas ruso, con un impacto negativo de un punto porcentual del PIB.

Por otro lado, el impacto económico no sería el mismo en todos los países de la Unión Europea, dados los diferentes niveles de dependencia a las importaciones rusas de energía entre países. Según un artículo reciente publicado en el Fondo Monetario Internacional, los países más afectados serían Hungría, Eslovaquia y Chequia, donde una disrupción del suministro de gas tendría un impacto negativo por encima de los 4 puntos porcentuales en el PIB. Los efectos sobre Alemania serían menos severos que en los anteriores países, pero todavía muy significativos y por encima de los dos puntos porcentuales. España sería uno los países menos afectados con un impacto negativo de un punto porcentual del PIB, dado su acceso alternativo a las importaciones de gas licuado procedente de otros países.

La siguiente cuestión es que medidas adicionales pueden tomar las autoridades económicas tanto españolas como europeas para minimizar el impacto negativo de una disrupción del gas ruso. Ya se han tomado medidas que incentivan el ahorro de energía de las familias y empresas, como por ejemplo niveles de temperatura mínimos y máximos para la calefacción y aire acondicionado. A nivel europeo, RePowerEU es el plan de la Comisión Europea que contiene medidas que ahorran energía y reducen la dependencia de las importaciones de energía rusas. Sin embargo, otras medidas adoptadas por la mayoría de los países europeos, incluida España, van en la dirección contraria de incentivar el ahorro, ya que limitan el precio que pagan los consumidores por la energía. Un ejemplo reciente es la reducción del IVA del gas. Una mejor alternativa desde el punto de vista del ahorro energético es ofrecer una compensación dirigida a aquellas familias vulnerables que no pueden permitirse pagar precios superiores por la energía.

Aparte de fomentar el ahorro energético, las medidas adicionales que deberían tomar los gobiernos deben ir dirigidas a seguir asegurando suministros a través de los mercados mundiales de gas licuado, tratar de reducir los cuellos de botella en las infraestructuras de distribución de gas, prever un plan de emergencia para compartir suministros entre los países de la Unión Europea. En este sentido, el reciente rechazo de Francia al gaseoducto MidCat entre España y Francia nos indica que todavía queda mucho camino por recorrer.

La crisis energética que se puede presentar en los próximos meses daría lugar a una crisis económica severa de la que España no quedaría al margen. Al igual que ocurrió en la pandemia, la capacidad de acción de la Unión Europea sería puesta a prueba y la solidaridad entre países más necesaria que nunca. Si la Unión Europea actúa con una sola voz de forma rápida, eficaz y solidaria entre países, el impacto económico ciertamente será menor.

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Autor / Autora
Profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, profesor de la Universidad de Valencia e investigador de ERI-CES en las áreas de macroeconomía, microeconomía, economía de trabajo y teoría de juegos. Es doctor en economía por la Universidad de Valencia y ha sido profesor visitante en Tel Aviv University de Tel Aviv (Israel), Instituto de Análisis Económico (CSIC) de Barcelona, ​​University of Essex de Colchester (Reino Unido) y University of Amsterdam en Amsterdam (Países Bajos). Ha publicado varios artículos académicos en revistas nacionales e internacionales de prestigio y ha presentado ponencias y comunicaciones en numerosos congresos y seminarios de economía tanto nacionales como internacionales.
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