La subvención de 20 céntimos por litro a los combustibles: un fracaso anticipado por la teoría económica

23 mayo, 2022
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Una de las medidas del Real Decreto-Ley 6/2022 de medidas urgentes frente a las consecuencias de la guerra de Ucrania que entró en vigor el pasado 31 de marzo era la subvención de 20 céntimos por litro tanto para la gasolina como para en el diésel. El pasado 31 de marzo el precio del barril de petróleo Brent ascendía a 107 dólares, que coincide con el precio marcado el 18 de mayo. Por otra parte, el precio medio de la gasolina 95 sin plomo ha aumentado desde el pasado 31 de marzo desde 1,82 euros hasta 1,937 euros por litro y el precio medio del gasoil ha aumentado desde el pasado 31 de marzo desde ‘1,861 euros hasta 1,885 euros. Por tanto, mientras que el precio del petróleo se ha mantenido relativamente estable durante este período en torno a los 110 dólares, el precio de la gasolina 95 sin plomo se ha incrementado un 6,5% y el precio del gasóleo se ha incrementado un 1,3%.

En conclusión, esta subvención no ha beneficiado a los consumidores y sí a los productores, de forma que el importe de la subvención ha ido directamente a engrosar sus beneficios. El fracaso de esta política no debe sorprendernos, puesto que la teoría económica ya lo anticipaba. En cualquier manual introductorio de economía, una de las primeras lecciones que aprende el estudiante es que la carga de un impuesto o el beneficio de una subvención depende de las elasticidades relativas de la demanda y la oferta. Concretamente, una subvención beneficiaría a la parte del mercado más inelástica.

La elasticidad-precio de la demanda mide el grado en el que la cantidad demandada responde a una variación del precio. Una demanda es inelástica o insensible al precio si responde solo levemente a variaciones en el precio. Por lo general, tienden a tener una demanda inelástica los bienes que son necesarios, que no tienen bienes sustitutivos cercanos y cuando consideramos el horizonte temporal del corto plazo. En el caso concreto de los combustibles, la demanda es muy inelástica, al menos en el corto plazo, puesto que la gasolina o el gasoil son bienes necesarios y difícilmente sustituibles para la mayoría de familias y empresas.

La subvención no ha logrado reducir el precio del combustible

Por otra parte, la oferta de combustibles en España se caracteriza por una concentración en la producción y suministro de combustibles, así como una integración vertical del refinamiento y distribución en las principales empresas del sector. El resultado es un oligopolio de facto en el lado de la oferta, que da como resultado conductas repetidas de colusión probadas y sancionadas por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) en varias ocasiones en el pasado. De hecho, varios informes de la CNC constatan la persistencia de un diferencial positivo de los precios antes de impuestos en España respecto a diferentes medias europeas, así como un incremento significativo del indicador de margen bruto de comercialización en los últimos años. Todo esto indica que las prácticas colusorias no se han reducido en los últimos años, sino todo lo contrario.

Un oligopolio junto a la oferta con prácticas colusorias y una demanda más inelástica que la oferta eran los ingredientes perfectos para que el objetivo de esta política, reducir el precio que pagan los consumidores por los combustibles, estuviera abocada al fracaso.

Para conseguir el objetivo de reducir el precio que pagan los consumidores por los combustibles, una alternativa más efectiva habría sido fijar un precio máximo variable en función de los precios semanales del petróleo con compensaciones directas a las empresas del sector. Esa alternativa también presenta sus problemas. En primer lugar, el gobierno se habría encontrado con la oposición de las empresas del sector a esa medida. En segundo lugar, técnicamente es más complicado de implementar, ya que debería definirse en qué intervalo temporal se revisan los precios máximos, el precio de referencia del petróleo, así como el importe de las compensaciones a las empresas del sector. Sin embargo, aunque las dificultades de esta alternativa, es probable que se hubiera alcanzado la finalidad inicial del gobierno: amortiguar parcialmente la subida de los precios de los combustibles.

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Autor / Autora
Profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, profesor de la Universidad de Valencia e investigador de ERI-CES en las áreas de macroeconomía, microeconomía, economía de trabajo y teoría de juegos. Es doctor en economía por la Universidad de Valencia y ha sido profesor visitante en Tel Aviv University de Tel Aviv (Israel), Instituto de Análisis Económico (CSIC) de Barcelona, ​​University of Essex de Colchester (Reino Unido) y University of Amsterdam en Amsterdam (Países Bajos). Ha publicado varios artículos académicos en revistas nacionales e internacionales de prestigio y ha presentado ponencias y comunicaciones en numerosos congresos y seminarios de economía tanto nacionales como internacionales.
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