La traducción de los cómics. Del Hombre Araña a Oliver y Benji

11 de junio de 2020

por Lara Estany

La historia del cómic en España se remonta mucho tiempo atrás, desde las primeras historietas ilustradas en la prensa de mediados del siglo XIX. A lo largo del siglo XX empezó a prosperar la producción autóctona, al principio gracias a un aumento de la prensa infantil, entre otras causas, y posteriormente, desde los años cuarenta y cincuenta, con el auge de los cómics humorísticos y de aventuras, que se desarrollaron, sobre todo, a partir de referentes norteamericanos. Los cómics de superhéroes se empezaron a divulgar a finales de la década de 1960, aunque a la larga el lector juvenil pareció inclinarse por los superhéroes norteamericanos, que desde el año 1982 editaron, en dura competencia, Zinco y Forum. De hecho, Vértice había empezado a publicar varias series de Marvel (uno de los principales sellos norteamericanos) a mediados de los sesenta, en pleno boom del cómic para adultos.

En una época en la que la traducción al catalán y al castellano era mucho más domesticadora, y en la que, por lo tanto, se traducían mucho más los nombres propios, topónimos, etc., la editorial decid importar uno de los personajes de la industria Marvel, Daredevil. A fin de aproximar el personaje al público, le cambiaron el nombre, aprovechando las dos «D» del uniforme, por Dan Defensor. Cuando la editorial Forum empezó a publicar los cómics de Marvel, a principios de los 80, Daredevil recuperó su nombre original (en la portada, bajo el título de la colección «Daredevil» se añadió el subtítulo «Dan Defensor», para que los lectores pudieran reconocer al personaje).

 

Otro caso similar es el del personaje de Spiderman, del mismo sello, que, aunque mantenía el nombre original, tanto Vértice (desde los años sesenta) como Forum (desde los ochenta) incluían un subtítulo con la traducción del nombre: El hombre araña. Tal como se puede observar en las imágenes, cuando la franquicia fue delegada a Panini, el sobrenombre desapareció definitivamente.

 

Otro de los personajes de Marvel que se empezó a traducir a partir de los años ochenta es Wolverine, Lobezno en castellano. El nombre se adaptó al público castellanoparlante, nuevamente, aunque en este caso intervinieron otros factores: los referentes culturales. Era improbable que los lectores hispanos entendieran la referencia, teniendo en cuenta que el «wolverine» es un pequeño depredador, muy agresivo, que vive en las zonas montañosas de Alaska y Canadá. Por otra parte, la traducción literal, «carcayú», no debía convencer a los editores, o les deb parecer que no tenía suficiente fuerza, dado que decidieron no usarla. El éxito del personaje, que el público lector ya asociaba indefectiblemente a este nombre, hizo que en las versiones cinematográficas posteriores, así como en las eventuales apariciones del personaje en otras series (por ser uno de los miembros de la serie X-Men), se utilizara el alias en castellano. En este caso, pues, la traducción ganó la partida a la versión original.

A principios de los años noventa apareció el antihéroe Deadpool, cuyo nombre inicialmente se tradujo por Masacre. Sin embargo, en 2016 el director de doblaje de la versión cinematográfica optó por dejar el nombre en inglés. El éxito de la película captó muchos nuevos lectores, de modo que los editores del cómic optaron por cambiarle el nombre y utilizar el original, con el objetivo de que los posibles lectores lo identificaran rápidamente. Desde entonces, el nombre del personaje se mantenido hasta la actualidad.

 

Como hemos visto, la traducción de los cómics ha estado supeditada a factores históricos, considerando que las técnicas de traducción han ido variando con el tiempo (cada vez se ha priorizado más el mantenimiento de los nombres originales) y, sobre todo, a factores comerciales. Los ejemplos utilizados se limitan a un solo sello, pero hay muchos más que podrían servir para ilustrar la evolución del mercado del cómic en España. De hecho, a pesar de que un porcentaje elevado de los cómics que se publican hoy en día son importados, existe un interés creciente en la producción de novela gráfica. Los nuevos autores españoles (muchos de ellos, mujeres), no solo parten de la tradición autóctona, sino que unen influencias norteamericanas, japonesas y franco-belgas. Las nuevas tecnologías son un factor a tener en cuenta, aunque la celebración de actos y convenciones, cada vez más habituales, juegan también un papel fundamental.

Uno de los géneros que ha experimentado una mayor expansión es el manga japonés, lo cual ha contribuido a la diversificación del cómic. La traducción del manga representa un paradigma de la adaptación, ya que la diferencia cultural es mucho mayor; la voluntad de acercar los nombres exóticos japoneses mediante nombres que resultan más cómodos para los lectores occidentales es obvio en casos como Oliver y Benji (los nombres originales son Tsubasa Oozora y Genzo Wakabayashi), Mutenroi, de Bola de Dragón (Kame Sennin o Muten Rōshi), o Alita (Gunnm).

A pesar de que la globalización comporta una aproximación entre culturas y que, por lo tanto, cada vez será menos necesaria la adaptación de los referentes culturales, los nombres de los personajes, tanto del manga japonés como de los cómics norteamericanos, traducidos o no, ya forman parte de nuestro legado cultural.

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Autor / Autora
Lara Estany Freire es traductora literaria. Graduada en Traducción e Interpretación (mención editorial) y máster en Traducción y Estudios Interculturales por la Universidad Autónoma de Barcelona, es doctora en Traducción y Estudios Interculturales por la misma universidad con la tesis «La censura franquista i la traducciónde narrativa en català als anys seixanta del segle XX ».