Yo también leo, la aplicación que mejora la comprensión lectora de menores con síndrome de Down y trastorno del espectro autista

Casi el 80% de los tutores legales que han participado en el estudio realizado por Gemma Jordà, estudiante del máster de Psicopedagogía de la UOC, considera que ha habido una evolución entre el nivel previo de capacidad lectora y el alcanzado tras el uso de la app.

El uso de los dispositivos móviles, con una capacidad de atracción cada vez mayor entre los menores, genera un debate constante en el ámbito educativo sobre los beneficios o los peligros que puede acarrear. Yo también leo es una de las aplicaciones móviles que se traduce en ventajas para el alumnado. Más concretamente, el uso de esta herramienta ha derivado en la mejora de la capacidad lectora de niños y niñas con necesidades educativas especiales, según ha concluido el estudio realizado por Gemma Jordà, estudiante del Máster de Psicopedagogía de la UOC.

El Trabajo Final de Máster (TFM) El papel de las tecnologías educativas en la mejora de la capacidad lectora de los alumnos con Necesidades Educativas Especiales, elaborado por Jordà, establece que el uso de Yo también leo deriva en un mayor aprendizaje. Los datos obtenidos a partir de la investigación realizada, en una muestra de 110 alumnos con síndrome de Down y trastorno del espectro autista, señalan que casi el 80% de los tutores legales, concretamente el 79%, consideran que ha habido una evolución entre el nivel previo de capacidad lectora y el nivel alcanzado al finalizar el estudio.

Yo también leo es una aplicación de la start-up Diversity Apps que forma parte de Hubbik, la plataforma que da apoyo a proyectos emprendedores de la comunidad UOC. La app de Diversity Apps -proyecto que cuenta con el apoyo de Invergy, el vehículo de inversión de la UOC- está destinada al aprendizaje lector de niños y niñas con síndrome de Down, autismo u otros tipos de discapacidad intelectual. Su funcionamiento se basa en el método global de lectura. Un procedimiento que utiliza la memoria visual para trabajar mediante palabras y establecer una relación que permita al alumnado reconocer lo escrito.

Según sus creadores, la app está especialmente diseñada para adaptarse a las necesidades del alumnado con estas necesidades con el fin de potenciar sus capacidades. Las personas con autismo, síndrome de Down u otros tipos de discapacidad intelectual presentan una mayor facilidad para el aprendizaje mediante sistemas visuales. Tienen la percepción visual más desarrollada que la percepción auditiva, por lo que el aprendizaje de la lectura a partir del método tradicional analítico-fonético resulta más difícil.  De este modo, Yo también leo busca la percepción global de la palabra acompañada de una imagen que muestra su significado y de una locución natural que verbaliza la palabra.

«Sin duda, uno de los argumentos por los que centré mi investigación en esta aplicación fue el método global de lectura. Creo que presenta grandes ventajas si se desarrolla en una aplicación móvil. Si este método lo ejecutan los padres o los profesionales tendrán que imprimir las tradicionales tarjetas con dibujos y es más costoso y engorroso. Trasladarlo a la aplicación móvil, que además lo refuerza con audios, me pareció un gran acierto», señala la autora del TFM.

Para observar los efectos de esta herramienta, Gemma Jordà ha realizado el estudio entre menores de 6 a 10 años, con un nivel de competencia lectora muy baja  y durante un periodo de tiempo de cinco meses. Durante más de un mes, más concretamente seis semanas, los participantes han hecho un uso frecuente de la aplicación (día sí, día no), resultando así una media de uso de casi cuatro semanas (3,8). Además de la información que han facilitado los tutores legales al término de la investigación, Jordà también ha llevado a cabo entrevistas y grabaciones a los menores mientras utilizaban Yo también leo. Según esta observación, del 56% de los participantes que no sabían leer nada al comienzo del proyecto, éste se ha reducido hasta el 20%. El porcentaje de aquellos que presentaban un buen nivel al inicio (3%), en cambio, ha aumentado hasta el 25%.

Las familias, que sin duda ocupan un papel crucial en la relación y el uso que los menores realizan de las tecnologías de  la información y la comunicación, también han valorado la evolución de los menores. Al término del trabajo desarrollado por Jordà, cerca del 20% de las familias valoraban de forma muy positiva la eficacia de la aplicación, otorgando la puntuación máxima, y casi la mitad consideran que es «buena».

El objetivo de la investigación no ha sido exclusivamente analizar la relación entre el uso de la aplicación móvil y la mejora del aprendizaje en lo que a capacidad lectora se refiere, sino también conocer los beneficios que aportan las tecnologías. Se ha evidenciado que el uso continuado de la aplicación ha mejorado significativamente el vocabulario, la comprensión y la velocidad. Precisamente, el 63,3% de los padres entrevistados consideran que la velocidad lectora ha sido el factor al que más ha contribuido el uso de la aplicación.

«El comportamiento de los niños ante Yo también leo fue muy diverso, pero una de las cosas que observé es que les atraía el hecho de estar aprendiendo a través de una herramienta digital. Algunos ya habían utilizado el modelo global de lectura físicamente, a través de tarjetas, la práctica ahora en una tableta o en el móvil les resultaba más divertida», explica Gemma Jordà.

Todas las familias participantes recomiendan la aplicación. Esta determinación con la que se posicionan evidencia el papel que los tutores, además de los centros educativos, deben adoptar para hacer frente a los retos digitales. Son ellos quienes, en la mayoría de casos, acaban poniendo a disposición de los menores los dispositivos móviles. Según un estudio realizado en 2018 por el Instituto de Estadística de Cataluña, el 69,8% de los niños de entre 10 y 15 años dispone de un teléfono móvil.

El contacto con smartphones y tablets es cada vez más temprano. Representan una herramienta y fuente de entretenimiento atractiva, accesible e intuitiva, además de que los desarrolladores han inundado las “stores” de apps para los más pequeños. Mientras estas aplicaciones se multiplican, la comunidad educativa debate sobre los efectos positivos o negativos. «A la vez que se produce este debate permanente, seguimos ante una falta de políticas educativas o unos marcos pedagógicos que fomenten su uso educativo y ofrezcan unas pautas de uso o de aplicación que sirvan de referencia», añade Jordà. Precisamente, ella forma parte de eLearning Innovation Center (eLinC) de la UOC, dedicado a la transformación de una educación de calidad basada en el conocimiento y el uso de las tecnologías: “Intentamos servir a los docentes para adaptar las asignaturas a un entorno en línea”.

Cada vez más estudios hacen hincapié en las ventajas que aportan las tecnologías y cómo pueden convertirse en aliadas para el aprendizaje de menores con necesidades educativas especiales. «La clave del éxito de aplicaciones como Yo también leo está en el equipo detrás de su desarrollo. Ha contando con desarrolladores pedagógicos, emplea un método de lectura que ha demostrado su efectividad y tiene un buen diseño. La tecnología por sí sola no es la solución, detrás de las TIC debe haber un diseño instruccional y pedagógico muy bien elaborado y que aune tecnología, pedagogía y metodología«, concluye Jordà.