Mayte Serrat: «La inclusividad se consigue cuando no se señala a la persona que tiene una diversidad funcional, una discapacidad o una enfermedad»

Mayte Serrat, doctora por la UAB, fisioterapeuta y psicóloga en el Hospital Vall d’Hebron, lidera el proyecto sin ánimo de lucro CIM Project, un club de montaña inclusivo que tiene como objetivo promover la práctica de actividad física en la naturaleza en personas con diversidad funcional o discapacidad, enfermas o que se encuentran en riesgo de exclusión social. Además, este club de montaña también es un centro de prácticas para el estudiantado del grado de Psicología de la UOC.

La sigla CIM responde al concepto club inclusivo de montaña. Cuéntanos, ¿cómo nace la idea de CIM Project?

Trabajo en el Hospital Vall d’Hebron, en la Unidad de Experiencia en Síndromes de Sensibilización Central, donde trato a personas con fibromialgia y síndrome de fatiga crónica. Soy una apasionada de la montaña y, vinculado a mi tesis doctoral, decidí realizar un proyecto de investigación en el que se trasladaba al medio natural una terapia que estaba teniendo muy buenos resultados en el hospital y que estaba basada en la educación en neurociencia del dolor, ejercicio terapéutico, terapia cognitivo-conductual y mindfulness. Se trataba de realizar la misma terapia, pero utilizando los beneficios del entorno natural y, además, adaptar la parte del ejercicio terapéutico, que es la adventure therapy, el uso de las actividades de la naturaleza, para realizar una intervención. Es decir, hacer en el medio natural aquello que como fisioterapeutas o psicólogos podemos hacer dentro de una consulta, cosa que ya sabemos que tiene múltiples beneficios.

La respuesta fue muy buena y mejoramos la eficacia del tratamiento. A partir de aquí, para dar continuidad a todas las personas que querían poder seguir realizando esas actividades en la naturaleza, propuse a otros compañeros crear este club de montaña inclusivo. Somos un club adscrito a la Federación de Entidades Excursionistas de Cataluña (FEEC) y puede hacerse socio cualquiera que lo desee, tenga o no una diversidad funcional o una discapacidad y sea cual sea su cultura, etnia, lengua o religión; es decir, nuestro club está abierto a cualquier persona con independencia de su diversidad.

El 80 % de los miembros del CIM son personas con fibromialgia. ¿Cómo vive una persona con este tipo de enfermedad la iniciación a actividades como las que realizáis?

Lo vive muy bien, la verdad. Es cierto que, actualmente, un tanto por ciento muy elevado de nuestros socios y socias sufren fibromialgia, pero lo deseable sería que este grupo de personas, que se organizan bajo la iniciativa Fibrocamina, fuera un colectivo más del CIM y que personas con otras patologías y diversidades también se apuntaran a nuestras actividades. Nosotros nos adaptamos a su capacidad física y psicológica. Hay personas que han hecho un cambio espectacular y han pasado de no salir de la cama, no levantarse o sufrir agorafobia y no pisar la calle durante años a hacer salidas de 2 o 3 kilómetros —las personas con más dificultades— o a hacer excursiones de alta montaña, haciendo cumbres como la Pica d’Estats o el Pedraforca.

En los últimos años se está potenciando la importancia del ejercicio no solo a escala física, sino también mental. ¿Crees que las personas somos lo suficientemente conscientes de esta realidad?

Yo creo que cada vez más, sí. El ejercicio físico es fundamental para todas las personas para gozar de una buena salud y mejorar la calidad de vida. Y, si hablamos de personas con enfermedades o patologías, lleva años demostrándose científicamente que el ejercicio terapéutico es una de las herramientas más potentes de las que disponemos como profesionales sanitarios. Si hablamos de montaña, yo creo que esto es un hecho contrastable por cualquiera que haga actividades en la naturaleza y la montaña. Evidentemente, tiene que gustarte; si eres una persona a la que no le gusta la montaña, haz otra actividad, porque la premisa para tener beneficios es que la naturaleza te guste. A partir de aquí, los beneficios son incontables. Sin que estrictamente haya unos objetivos terapéuticos detrás, el simple hecho de organizar estas salidas, de pasarlo bien de forma lúdica, de disfrutar del entorno y de las personas, ha aportado unos beneficios muy notables, y esto es lo que reportamos en la investigación científica.

En el caso del CIM, ¿crees que sus miembros salen mentalmente reforzados con las actividades que se realizan?

Sí, sin duda. Por eso repiten, siguen haciéndose socios y, afortunadamente cada vez más, más personas se unen al proyecto porque ven los beneficios que aporta el hecho de salir a la montaña. Hay personas que hacen una salida al mes y con esto ya han notado un cambio en su vida y en su cotidianidad. ¡Rotundamente sí!

Uno de los valores principales del CIM es la inclusividad, que practicáis no solo en las actividades, sino también en la organización del club. ¿Nos puedes dar algún ejemplo de esta inclusividad en el ámbito organizativo?

En la junta directiva, por ejemplo, hay personas con diversidad funcional. También hay personas con fibromialgia que ocupan cargos de dirección de la entidad o que tienen responsabilidades como jefas de área y que, por lo tanto, son vocales de la junta directiva o coordinadoras de una actividad. Por ejemplo, hay una persona con fibromialgia que es la coordinadora de la marcha nórdica y que, además, ocupa la vocalía del Área de Educación Ambiental, una de las doce áreas que tenemos.

También contamos con un área de movilidad que, más allá de las salidas, está en contacto con los ayuntamientos para dar a conocer la silla Joëlette, que se usa para ir a la montaña con personas con dificultades en las extremidades inferiores, y la barra direccional, aunque no son los instrumentos principales de nuestra entidad. Hacemos cursos no solo para aprender a conducir la Joëlette, sino para enseñar cómo integrar en el equipo a las personas que usan esta silla, porque tienen que ser uno más. La inclusividad se consigue cuando no se señala a la persona que tiene una diversidad funcional, una discapacidad o una enfermedad, o cualquier otro tipo de diversidad.

Vuestro mayor proyecto es ir al campamento base del Everest de forma inclusiva en 2024, sin duda un reto muy ambicioso. ¿Cómo se prepara un objetivo así?

El pistoletazo de salida lo dimos en octubre de 2022 porque se necesita tiempo. Inicialmente, teníamos que ser un grupo de 25 personas, pero hemos tenido una muy buena respuesta y lo hemos ampliado hasta 50.

Preparar esta salida requiere una gran gestión, no solo de recursos económicos y de buscar patrocinadores, sino que también implica organizar un calendario de actividades previas para ir preparando a las personas que irán al campamento base del Everest. Habrá personas que irán en sillas Joëlette y, por lo tanto, quienes tengan capacidad para conducirlas también tendrán que hacer formación.

Las salidas de preparación son físicas, así como de cohesión del grupo y de preparación psicológica, muy importante para afrontar las dificultades que puedan surgir. Además, haremos salidas en altura, puesto que hay gente que nunca ha estado a alturas superiores a los 2.500 metros, y cuando vayamos al campamento base del Everest volaremos en una avioneta de Katmandú a Lukla que nos dejará prácticamente a 3.000 metros. Hay que tener en cuenta más cosas de organización que en cualquier otro grupo porque irán personas con diversidad funcional, enfermedades como fibromialgia o esclerosis múltiple o patologías cardíacas o respiratorias, entre otros.

CIM Project es uno de los centros donde los estudiantes de la UOC pueden hacer prácticas. ¿Cuáles son las tareas en las que pueden colaborar?

En CIM Project tenemos estudiantes en prácticas de Fisioterapia, de Psicología y de INEF. Siempre adaptamos las salidas que hacemos, que no son solo deportivas o lúdicas, sino también terapéuticas. Se trata de la realización de actividades en la naturaleza para hacer una intervención, y aquí el papel de un psicólogo es fundamental para ayudarnos.

Los estudiantes de la UOC, que en este caso estudian Psicología, se incorporan en tareas de ayuda y de preparación y realización de estas actividades terapéuticas que realizamos en la naturaleza.

Seguimos con el tema de los estudiantes: ¿cuál crees que es el mayor aprendizaje que un estudiante se lleva después de haber hecho las prácticas en el CIM Project?

El saber convivir con inclusividad y la riqueza de convivir con diversidades. El aprendizaje que uno se lleva no te lo da ningún libro ni ningún manual ni te lo explica ningún profesor. Hay que vivirlo y hay que experimentarlo. Es cierto que, a veces, se sufre porque hacemos salidas que son exigentes, aunque siempre están adaptadas al nivel físico del estudiante. La unión y el equipo que se crean, así como pasar de ayudar a sentirse ayudado, proporcionan una experiencia de un valor incalculable; es un antes y un después.

Y ya para terminar, ¿qué les dirías a todas aquellas personas que quieren empezar a hacer actividades físicas, pero que tienen miedo debido a sus limitaciones?

Que no las tengan porque no hay ninguna limitación que sea tan absoluta como para no acceder a la montaña. Nuestro club se ha diseñado para esto. Estamos preparados y tenemos el conocimiento y la experiencia para facilitar el acceso a la naturaleza a cualquier persona. Tenemos, como decíamos antes, instrumentos como la silla Joëlette para personas que no tengan ningún tipo de movilidad y que permiten disfrutar de la naturaleza. La cuestión es atender a las diversidades y a las limitaciones que pueda presentar cada persona y, sobre todo, lo más importante, centrarse en sus capacidades y en lo que sí puede hacer.