Sostenibilidad e Inteligencia Artificial: la doble transición de las organizaciones del siglo XXI

27/03/2025
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En un contexto empresarial marcado por la urgencia de la sostenibilidad y la omnipresencia de la inteligencia artificial, las organizaciones se enfrentan a una doble transición que redefine sus modelos de negocio, estrategias y la propia naturaleza del trabajo. En la primera sesión del Ciclo Sostenibilidad & IA organizada por UOC Corporate i los Estudios de Economía y Empresa, Joan Torrent, catedrático de Economía, y Zora Kovacic, profesora investigadora en Turba Lab, profundizaron en los desafíos y oportunidades que esta doble transición plantea.

Lejos de ser una simple adaptación tecnológica, la integración de la sostenibilidad y la IA requiere un cambio profundo en la mentalidad empresarial, la gobernanza y la gestión del talento.

La doble transición implica dos lógicas enfrentadas. Uno de los principales desafíos para las empresas es equilibrar dos fuerzas aparentemente opuestas: la sostenibilidad, que impone límites en el uso de recursos, y la digitalización, impulsada por la lógica del crecimiento y la innovación. Como explicó Zora Kovacic, “hablar de doble transición ecológica y digital es como juntar dos escuelas de pensamiento que tienen orígenes diferentes: una que dice que debemos frenar y respetar los límites planetarios, y otra que promueve superar cualquier barrera a través de la tecnología”. Esta tensión genera incertidumbre en las empresas, que deben adaptar sus modelos de negocio sin caer en el greenwashing, un riesgo real que ya ha llevado a varias compañías a enfrentar litigios por prácticas engañosas en materia ambiental.

El Pacto Verde Europeo y la financiación de la transición

La Unión Europea ha convertido la doble transición en un eje estratégico a través del Pacto Verde Europeo. Sin embargo, Kovacic advierte que este marco “no es una regulación obligatoria, sino una oportunidad para las empresas”, ya que los fondos europeos Next Generation están diseñados para financiar proyectos alineados con los objetivos de sostenibilidad y digitalización. La economista recuerda que los países de la UE deben destinar un mínimo del 20 % de los fondos a la transición digital y un mínimo del 40 % a la transición ecológica. “Para las empresas, adoptar ese discurso es una oportunidad para obtener financiación”, agrega.

No obstante, el acceso a estos recursos no es homogéneo, ya que muchas pymes carecen de la capacidad administrativa para gestionar la solicitud de estos fondos, lo que genera una brecha entre grandes y pequeñas empresas.

¿Es posible un crecimiento económico sostenible? La cuestión de si el crecimiento económico puede desacoplarse de su impacto ambiental es uno de los grandes debates actuales en Europa. “Algunos defienden que la innovación tecnológica permitirá reducir la huella ambiental sin frenar el desarrollo económico, mientras que otros sostienen que el crecimiento cuantitativo en un planeta con recursos finitos no es viable”, señala Kovacic. Esta controversia se ve reflejada en las políticas europeas, donde el impulso de la transición verde se enfrenta a resistencias políticas y económicas. Es un programa político difícil de proponer, porque muchos estados del bienestar dependen del crecimiento económico y las exigencias ambientales imponen frenar ese crecimiento.

Europa se encuentra en una encrucijada estratégica: competir con gigantes tecnológicos como EE.UU. y China apostando por una digitalización verde. “La tecnología puede ayudar a optimizar el uso de recursos y mejorar la eficiencia energética, pero también genera nuevos problemas, como el alto consumo energético de la inteligencia artificial o el uso intensivo de agua para refrigerar centros de datos”, advierte Kovacic. La regulación de estos impactos será clave para que la digitalización contribuya realmente a la sostenibilidad.

Transformación digital, competitividad y empleo

Lejos de ser un proceso uniforme, la transformación digital implica desafíos específicos para la competitividad empresarial. Joan Torrent desmonta la idea de que “la tecnología por sí sola mejora la productividad”: su impacto depende de la interacción con las personas y las capacidades organizativas. “No basta con invertir en tecnología; las empresas deben desarrollar habilidades en sus trabajadores y preparar su estructura para integrarla de manera efectiva”, sostiene el experto.

El desarrollo de la inteligencia artificial ha cambiado radicalmente la relación entre tecnología y empleo. Torrent advierte que “por primera vez en la historia, una tecnología puede sustituir habilidades no solo rutinarias, sino también cognitivas y no rutinarias”. Esto plantea el riesgo de un desacoplamiento entre el crecimiento del PIB y el empleo humano, con la posibilidad de que la IA se convierta en un agente económico autónomo. “Nos enfrentamos a un escenario donde la IA no solo automatiza tareas, sino que toma decisiones y ejecuta acciones por sí misma, y no tenemos claro cómo regular este fenómeno”, señala.

Para hacer frente a esta transformación, las empresas deben invertir en formación y desarrollo de competencias digitales. “En pocos años, será necesario formar a dos terceras partes de los trabajadores en activo”, alerta Torrent. Sin embargo, muchas organizaciones aún no consideran el capital humano como un activo estratégico. “Si el conocimiento es estratégico, las personas también lo son. La función de Recursos Humanos debe ser clave en la estrategia empresarial si queremos una transición exitosa”, concluye.

Un aspecto fundamental es cómo la digitalización no solo transforma la eficiencia empresarial, sino que también influye en la equidad y la diversidad en el entorno laboral. Joan Torrent incide en que la digitalización puede ser un factor de desigualdad si no se garantiza el acceso equitativo a la formación y a las oportunidades de empleo. La brecha digital afecta especialmente a las pymes, que muchas veces carecen de los recursos para adoptar nuevas tecnologías, lo que las deja en desventaja frente a grandes corporaciones con más músculo financiero y acceso a financiación pública.

Mientras las grandes empresas pueden adaptarse con mayor facilidad, las pymes enfrentan obstáculos significativos. “El modelo actual de provisión tecnológica no siempre se adapta a las necesidades de las pequeñas empresas. Muchas veces, un gran proveedor les vende soluciones estandarizadas que no responden a su realidad”, critica Torrent. Para solucionar este problema, propone fomentar redes de colaboración entre pequeñas empresas y proveedores tecnológicos, creando un ecosistema más dinámico y adaptado a sus necesidades.

Por último, tanto Torrent como Kovacic coinciden en que la digitalización y la sostenibilidad requieren una transformación profunda en la gobernanza empresarial. “No se trata solo de adoptar nuevas tecnologías, sino de redefinir qué es una empresa y cuál es su propósito en la sociedad”, afirma Torrent. Kovacic añade que “la digitalización no solo hace que las empresas sean más eficientes, sino que puede cambiar fundamentalmente la naturaleza del trabajo y su impacto en el entorno”.

El debate entre Torrent y Kovacic evidencia que la doble transición digital y sostenible no es una opción, sino una necesidad estratégica. Sin embargo, su implementación efectiva requiere replantear modelos de negocio, políticas de formación y estrategias de gobernanza. La clave estará en cómo las empresas logren integrar la tecnología de forma responsable, a fin de equilibrar la innovación y la sostenibilidad en un mundo que enfrenta límites cada vez más visibles.

Puedes ver el vídeo “La doble transición sostenible y digital de las organizaciones” a continuación:

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