Retos del cambio climático en el turismo actual

10 diciembre, 2021
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El pasado noviembre se celebró en Glasgow la COP 26, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en que volvieron a plantearse las consecuencias del cambio climático tanto para los ecosistemas naturales como para las actividades socioeconómicas humanas. En esta misma cumbre, la Organización Mundial del Turismo –junto con otras organizaciones de este ámbito- presentaron la Declaración de Glasgow sobre la Acción Climática en el Turismo, por la cual se comprometen a la reducción a la mitad de las emisiones de carbono en el sector antes del 2030, entre otros retos. Más de 300 millones de empleos y un peso relevante de la actividad turística en la economía de algunos países generan fuertes debates ante la aplicación de estos objetivos. Tres expertos universitarios, Òscar Saladié (UB), Jon Olano (URV) i Joan Miquel Gomis (UOC) se plantean qué implica seguir las directrices de Glasgow o no seguirlas y cómo hacerlo en el marco de la VII Jornada Knowtour Retos del cambio climático en el turismo actual: problemas y soluciones desde la gestión de destinos organizada por la UOC.

“El cambio climático ha adquirido una dimensión tal que se ha convertido en uno de los retos más desafiantes y complejos planteados en el sector turístico y en la sociedad” apunta Joan-Miquel Gomis-López, profesor agregado de los Estudios de Economía y Empresa y moderador de la séptima Jornada Knowtour.

La relación entre este y la actividad turística es una relación de ida y vuelta. Por un lado, “el turismo significa movilidad, de un lugar de origen a un lugar de destino y, a la vez, significa una estancia más o menos larga en ese lugar de destino. En gran parte, la contribución de la actividad turística al cambio climático viene determinada por esa movilidad” explica Oscar Saladié, doctor en Geografía por la UB, profesor del departamento de Geografía de la URV y director de la Cátedra de Desarrollo Sostenible de esta universidad.

¿Qué se puede hacer para cumplir con los objetivos de Glasgow?

Según este experto, los autores Scott y Cosling plantean una serie de puntos clave que se tendrían que llevar a cabo, en la sociedad y en el sector turístico, para llegar a los objetivos planteados en la última cumbre: “Es importantísimo apostar por las fuentes de energía renovables para satisfacer las demandas energéticas y mejorar la eficiencia en los procesos, también en la actividad turística. Estos autores hablan de la necesidad de un cambio importante en el comportamiento y en las voluntades de los ciudadanos. Esto puede ser en cualquier ámbito de nuestra vida, pero también en el momento en que nos convertimos en turistas. Asimismo, mencionan el despliegue de tecnologías que actualmente no están suficientemente desarrolladas, pero que cuando lo estén pueden llegar a contribuir de manera relevante a reducir la huella de carbono, la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Para alcanzar estos objetivos será necesario que haya una cooperación internacional que facilite la transferencia de estas tecnologías.”

Saladié afirma que es evidente que también hay que reducir el consumo o la movilidad, en todos los ámbitos, incluido el turístico: “debe tenerse en cuenta la necesidad de no realizar tantas actividades turísticas como las que realizamos actualmente. No podemos esperar únicamente a que las tecnologías, las mejoras técnicas o la apuesta definitiva por las energías renovables, nos solucionen el problema”.

La vulnerabilidad del sector y los destinos turísticos

Por otro lado, para este profesor, “el aumento de las temperaturas, asociado al aumento más irregular de las precipitaciones, provoca la subida del nivel del mar, por ejemplo. El cambio climático también comporta que se hagan más frecuentes e intensos fenómenos meteorológicos que ya existían y tiene repercusiones en recursos naturales indispensables y muy necesarios para que se desarrolle alguna actividad turística… Con respecto al destino, hay que valorar en qué nivel de riesgo nos encontramos. Evidentemente, para dos destinos que estén cerca, los riesgos serán similares. Por ejemplo, la diferencia del incremento de las temperaturas entre la Costa Brava y la Costa Dorada es mínima, el riesgo es el mismo. No lo será entre Costa Dorada y Riviera Maya”. En cambio, si puede haber diferencias en su exposición a los efectos del cambio climático entre destinos próximos con el mismo riesgo debido a características propias: “A mayor riesgo y exposición, mayor es la vulnerabilidad. ¿Cómo los destinos turísticos pueden reducir esta vulnerabilidad? Mediante políticas de adaptación y mediante la ejecución de estas políticas para reducirla. A igual riesgo, la vulnerabilidad será menor cuantas más medidas de adaptación y más efectivas sean” aunque Saladié añade que “no se trata solo de hacerlo a través de estas políticas y su ejecución, también hay que contribuir a reducir y mitigar el cambio climático desde los destinos y actividades turísticas. Aquí entrarían elementos citados anteriormente como la reducción de las emisiones”. Por ejemplo, si queremos continuar con la actividad turística, pero contribuyendo a la mitigación del cambio climático deberíamos plantearnos cómo nos desplazamos, cuántas veces nos desplazamos para hacer actividad turística o qué medios de transporte utilizamos para destinos que no están lejos.

Este experto puntualiza que “una cosa es que los países reunidos en una cumbre indiquen unos objetivos, que la OMT se sume para alcanzarlos, y otra muy diferente es cómo se concretan y ejecutan. A veces, estos objetivos no son asumibles, otras veces se quedan cortos, o falta voluntad para hacerlo. Hay tres agentes que juegan para que esa aplicación sea realidad: la administración pública y no solo la del sector, el sector privado del turismo y la población como potenciales turistas.” Saladié afirma que, estas cumbres, “no son eficientes. Cuando se reúnen muchas partes, con orígenes diversos y diferentes sensibilidades, es difícil llegar a consenso. Cuando se llega, quiere decir que todas las partes han de ceder.”

Para Jon Xavier Olano Pozo, sociólogo, doctor en Estudios Turísticos y profesor colaborador de la UOC, “es importante todo lo que se vive en las COP, las leyes… Pero en realidad los pilares que ayudarán a que seamos conscientes de los problemas son tres: bolsillo –la ley se aplicará cuando se toque el bolsillo de la gente con impuestos, multas…-,  educación –de la generación actual pero sobre todo la venidera-, cuidar la imagen”. Para Saladié, “en cuanto a educación primaria y secundaria, la lucha contra el cambio climático está muy incorporada, sin embargo, no en el modelo de sociedad en que vivimos. Cuando los jóvenes llegan a la vida real se encuentran que los inputs que reciben van en contra de lo que se les ha estado diciendo durante las etapas formativas. Una parte mantendrá intacta su concienciación, pero es fácil que parte, debido a que la realidad va en otra dirección, se pregunten qué pasa.”

Un proceso de cambio

Los dos expertos están de acuerdo en que el cambio en el sector turístico no se va a producir de un día para otro. “Vivimos un proceso conducido –no un salto abrupto-. El riesgo de esta transición es más alto o bajo en función de los países. España, en su conjunto, aparece en la zona de países con menos riesgo. Todo y que en España hay una diversidad enorme en el sector turístico –añadiendo casuística de las islas- este cambio puede tener consecuencias si no se llevan a cabo en paralelo las políticas, inversiones y programas necesarios para que el destino turístico no se vea impactado en gran manera por estas políticas relativas al cambio climático. Hay que alcanzar los objetivos climáticos, pero también se trata de llevar a cabo las medidas necesarias para contrarrestar los impactos negativos en determinadas zonas. Hay que buscar alternativas, conducir a la viabilidad del territorio con un poco menos de peso del turismo sobre la economía. Una cosa es el contexto general de qué se debe hacer y otra diferente cómo se concreta en cada destino.” La velocidad de aplicación de las medidas no debe ser la misma en zonas altamente dependientes de este sector, pero la opción de no hacer nada no existe: entonces, las repercusiones sobre el territorio vendrán por el cambio climático. Saladié añade que es cierto que “el destino y la administración del mismo pueden incidir para cambiar algunas cosas pero otras no, sobre todo en el tema prioritario de movilidad del turista desde origen a punto de destino.” ¿En qué si pueden? En la movilidad interna, en las propias instalaciones y en las actividades desarrolladas en el destino.

Ya hay algunos avances para combatir el cambio climático, tanto a nivel regulación, como de educación y sensibilización de la población. También desde la administración de algunos países se intenta aunar sinergias del sector privado y público para que el territorio pueda afrontar los retos con las mayores garantías. Sin embargo, no hay fórmula mágica: “lo que puede funcionar en un territorio no significa que puedas replicarlo y aplicarlo en otro con el mismo éxito” explica Saladié quien comenta que “un destino que podría ser ejemplo de éxito como destino sostenible, ecológico… es Costa Rica. ¡Pero no es un ejemplo a replicar! Como tampoco lo es Dinamarca, que también está haciendo bien los deberes y con quien no nos podemos comparar en casi nada.”

Respuestas universitarias a la gestión de riesgos del cambio climático

Jon Olano, profesor e investigador postdoctoral en el Centro del Cambio Climático de la URV, participa en la cocreación de servicios climáticos para el turismo a partir de procesos participativos, un concepto relativamente nuevo que apareció en 2009-2010 a partir de la organización mundial de meteorología. Según Olano “son una herramienta que permite a las personas que toman decisiones en sectores afectados por la climatología tener una información de calidad para poder mejorar esa toma para ayudar a la sociedad a adaptarse tanto a la variabilidad meteorológica como al cambio climático a largo plazo.” Trabaja ámbitos prioritarios y básicos para el ser humano como la salud, agua, energía, gestión de los riesgos derivados…

Se definen cinco ámbitos competenciales para los servicios climáticos:

  1. La creación de bases de datos climáticos (que implica tener datos climáticos y meteorológicos homogeneizados, con control de calidad, el archivo…)
  2. La creación de indicadores
  3. La realización de proyecciones (emisiones de carbono, aumento de temperaturas…)
  4. El control de calidad de los servicios climáticos
  5. La comunicación

Olano lanza una pregunta: “¿qué aporta diferente un servicio climático respecto a lo que vemos con los hombres del tiempo cada noche en la televisión? Básicamente, que integra las variables definidas por y para el usuario.  La cocreación es un proceso activo, creativo, social basado en la colaboración entre productores (en este caso, los científicos) y los usuarios (en este caso del turismo, la administración, los usuarios, los policy maker, los stakeholder de hoteles o estaciones de esquí…) para generar un valor añadido.” Olano destaca la interactuación con usuarios potenciales en cada destino turístico y la importancia de la cocreación con agentes locales.

¿Cómo se lleva a cabo esta metodología? A través de Focus Group y siguiendo cuatro pasos:

  1. Definición de una actividad turística (por ejemplo, en un destino de sol y playa, cuándo es el periodo de mayor afluencia, motivos de cancelación…)
  2. Definición de qué condiciones meteorológicas impactan en esta actividad
  3. Workshop sobre estrategias de adaptación – proyecciones a mañana o a tres días o quince, también se pueden hacer proyecciones estacionales y finalmente unas proyecciones en un horizonte temporal más lejano a años-. Con esto se pueden definir diferentes estrategias para los destinos turísticos o para los stakeholder de las actividades concretas.
  4. Definición del canal de comunicación

Una aplicación sería “el índice de sol y playa desarrollado: un software que permitirá el cálculo automatizado de este índice para el Mediterráneo. Con la información recogida en los workshops, se realizó un índice con cinco subíndices: temperatura, lluvia, las características del cielo (nubes…), uno para el mar (olas y temperatura), viento. Se construyó el índice y se pasó a testearlo con variables de performances turísticas como la ocupación o la demanda, ingresos totales… Se comprobó el hecho de darse un día óptimo hoy hacía que al cabo de tres o cuatro días hubiera repercusión en estas variables. Luego generalizamos este índice: construimos la base de datos para diferentes destinos del Mediterráneo (Malta, Calafell, Salou…) y diferentes puntos de control fuera (Maldivas, Punta Cana, Madeira…) y así revisar que el índice se podía aplicar para todo el Mediterráneo y no para los otros destinos. Se han hecho pruebas de proyecciones a largo plazo y hemos llegado a una serie de conclusiones para la gestión de los destinos turísticos, sobre todo para los planificadores: estas proyecciones junto con las estrategias planteadas, se pueden adaptar a diferentes decisiones estratégicas en diferentes tipos de destinaciones…” Entre estas conclusiones, Olano destaca que “los días óptimos en destinos de sol y playa serán más en los próximos años, con temporadas que empezarán antes y acabarán después, pero cada vez habrá más fenómenos extremos. Incluso algunos días de verano no serán óptimos dependiendo de la latitud de algunos destinos porque las temperaturas serán muy extremas.”

Puedes ver el vídeo de la VII Jornada Knowtour Retos del cambio climático en el turismo actual: problemas y soluciones desde la gestión de destinos a continuación:

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Autor / Autora
Redactora colaboradora
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