Peaje, prohibición, restricciones, regulación… ¿cómo reducimos la congestión en las grandes ciudades?

24 mayo, 2018

ECONOMÍA – Artículo publicado a 24 de Mayo de 2018.


La congestión en las ciudades supone no uno sino varios problemas. La tendencia es sacar el coche de la ciudad. Medidas como restricciones de aparcamiento, ya sean por la supresión de plazas o por la conversión de las mismas en zona verde o azul, hacen que cada vez sea más engorroso circular por Barcelona.


Hace algo más de un año se empezó a enviar distintivos a los coches para clasificarlos según el grado de polución de los mismos. El ayuntamiento está preparando un plan de descongestión a través de este sistema. Otras ciudades optan por peajes, otras por el azar de las matrículas. Aunque el objetivo acostumbra a ser común (hacer las ciudades más tranquilas y reducir la contaminación), las medidas no dejan de tener efectos secundarios y consecuencias económicas importantes. Renovar la flota de más de 15 años es una medida delicada para aquellos que tienen menos dinero (coches más viejos y menos capacidad de renovación). Lo mismo pasa con la discriminación de matrículas pares e impares, o tener que pagar por aparcar.

Fageda y Flores consideran que los peajes de congestión son preferibles a las restricciones cuantitativas al tráfico y, en consecuencia, proponen su establecimiento en Madrid y Barcelona. Los autores sostienen que los peajes de congestión son más eficientes que las restricciones cuantitativas porque permiten el acceso al centro urbano de aquellos usuarios que más valoran esta opción. Las restricciones de este tipo, además, suelen tener efectos perversos que reducen su eficiencia a medio plazo así como un impacto regresivo. Así por ejemplo, las restricciones ligadas al número de matrícula generan incentivos a comprar un segundo coche para sortearlas, lo que es más fácil para las familias de mayor renta y además puede agravar el problema de contaminación si se opta como suele ser el caso por coches baratos y antiguos, que son especialmente contaminantes. Los peajes, sin embargo, no generan incentivos de este tipo y pueden tener efectos progresivos, dado que los pagos tienden a aumentar con el nivel de renta y los recursos que generan pueden destinarse a mejorar el transporte público, que es utilizado más intensamente por los ciudadanos de menor renta.

El debate está servido y entran a escena temas como la calidad del transporte público o las ciudades verticales o las horizontales. ¿Qué pensáis? ¿Cuál es el sistema ideal? Si es que lo hay.


Enlaces de interés sobre la temática del artículo:


El estudio completo «Atascos y contaminación en grandes ciudades: Análisis y soluciones» se presentará en el VIII Workshop de Economía del Transporte que se celebrará el próximo 24 de mayo en la sede de Fedea:

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Autor / Autora
Consultor de Microeconomía los Estudios de Economía y Empresa de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC)
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