La economía internacional afronta con incertidumbre la era post-covid
25/11/2021A pesar de la rápida recuperación que pronostican la gran mayoría de los expertos, todavía surgen dudas de cómo se articulará y cuáles serán las consecuencias a largo plazo de esta reestructuración a nivel mundial.
Las perspectivas de recuperación de la economía internacional en la era post-covid son cada vez más esperanzadoras y así lo indican la gran mayoría de indicadores macroeconómicos en todo el mundo. Además, el crecimiento exponencial del comercio internacional, que ha pasado del 38% a representar más del 60% en tan solo cinco años, ha contribuido a consolidar una rápida globalización de la economía a nivel mundial. A pesar de ello, todavía existen muchas dudas de cuál será el esquema que se acabará dibujando a nivel global ante estas tendencias de recuperación tan rápidas y cuáles pueden ser las posibles consecuencias a nivel monetario y financiero.
Algunas de los efectos de las medidas que han aplicado los países a raíz del parón internacional del sistema económico ya se están dejando notar. Y es que las dudas acerca de la réplica tranquilizadora de los bajos tipos de interés a largo plazo y la reaparición del inesperado fantasma de la inflación han puesto en entredicho algunas de las políticas monetarias y financieras adoptadas hasta ahora.
Para hablar de todo ello, la UOC organizó el pasado 9 de noviembre un webinar online bajo el título “El escenario económico internacional en el mundo post-covid” en el que participaron Josep Lladós Masllorens, experto en economía internacional, geografía económica y en el impacto de las tecnologías digitales y Juan Tugores Ques, catedrático de Economía de la Universitat de Barcelona. El debate estuvo moderado por el director de los programas MBA y del área de Executive Education de la UOC, Ramon González-Cambray.
Las consecuencias macroeconómicas de las recientes crisis han sido un tema recurrente en los principales debates y foros económicos de mayor relevancia internacional en los últimos años. La crisis generada por la COVID-19 no ha hecho más que sumarse a los fuertes tambaleos que ha sufrido el sistema a nivel mundial en las últimas décadas. Entre ellas cabe destacar la recesión de principios de los años 90, generada por el shock del precio del petróleo y el final de la Guerra Fría, y el colapso mundial generado por la crisis inmobiliaria de 2008. Algunos de los recesos generados por esta última, además, ni tan solo se habían empezado a recuperar en el momento del estallido de la pandemia.
Todos estos estragos han generado una serie de repuntes en la rentabilidad de la deuda, especialmente durante el 2021. “Hay que seguir con mucha atención los tipos de interés de los bonos a diez años”, explica el catedrático de economía Juan Tugores, “ya que de consolidarse esta tendencia nos podríamos encontrar ante una situación de notable fragilidad financiera”. Los tipos de interés también son otro de los motivos de preocupación, especialmente en las economías emergentes como Rusia, Brasil o México especialmente, cuyo crecimiento puede verse amenazado en los próximos meses por culpa de la fuerte elevación de los costes financieros.
La reaparición del fantasma de la inflación
Las principales consecuencias ya se han hecho notar entre la sociedad civil, especialmente en relación a la reducción de la capacidad adquisitiva de muchos ciudadanos debido a la subida de los precios. El encarecimiento de la luz en un 60% y el del combustible en casi un 30% en lo que va de año encabezan la lista de las principales subidas en España. Además, el incremento del precio de los alimentos ha empezado a llegar al lineal en este último trimestre y ha provocado un nuevo tensionamiento de la cadena de suministros.
“El crecimiento sostenido de los elevados niveles de inflación en los últimos meses es uno de los fenómenos que más preocupan actualmente”, exclama Tugores, que alude a una de las frases más descriptivas del suceso en la que “se describe el rebote de la inflación como un fenómeno transitorio de larga duración, valga la redundancia”.
Más producción y menos empleo
A pesar de que el incremento de la ocupación ya se está empezando a notar en la gran mayoría de los países del mundo, el ritmo no está siendo el que se podía esperar. Y es que la recuperación de la producción se prevé mucho más rápida que la recuperación de los puestos de trabajo. “Este es un fenómeno asimétrico que sucede en las situaciones de shock espectacular de demanda como el que estamos viviendo“, especifica Josep Lladós Masllorens, experto en economía internacional, geografía económica y en el impacto de las tecnologías digitales a nivel mundial.
Lladós explica que las asimetrías que se han producido a raíz de la eclosión de la pandemia van desde las enormes diferencias en las tasas de vacunación de los distintos países (incluso dentro del mismo continente) hasta los dispares niveles de recuperación del PIB de las distintas economías nacionales alrededor del mundo. “Existe una tendencia global de recuperación, pero está siendo muy desequilibrada”, concluye Lladós. Un claro ejemplo es que en un mismo trimestre se puede observar como el crecimiento de dos países de características similares puede ser radicalmente diferente, incluso encontrándose en un mismo continente.
Crisis del transporte y crac energético
Una de las mayores preocupaciones de esta recuperación internacional está siendo el incremento del precio del transporte y los costes asociados. Un claro indicador es la multiplicación del precio de los contenedores marítimos, que han pasado de un coste medio de 2.000 dólares a superar los 10.000 en tan solo un año. “Antes de la pandemia, el 40% del transporte marítimo era el corredor Este-Oeste, de Asia hacia Occidente. Ahora, más del 60% de la movilidad de mercancías (carga y descarga) se produce en el continente asiático”, indica Lladós. Según el experto, estos porcentajes indican que en los últimos años el grueso del comercio internacional de productos semielaborados y materias primas se ha desplazado de África y América Latina a Asia.
El encarecimiento del coste de la luz, provocado por la subida del precio de energías primarias como el gas, ha generado una crisis de suministro e institucional de grandes dimensiones, especialmente en Europa. Este incremento de precios no solo se ha producido por un aumento de la demanda, sino que además también han incurrido factores geoestratégicos (como la disminución de suministro a Europa Occidental por parte de Rusia) y al consiguiente uso de carbón y petróleo para generar energía, que a su vez también ha hecho que el precio de estas dos últimas materias primas también se incremente.
Las criptomonedas y la moneda digital
Uno de los principales retos a nivel monetario reside en la irrupción de las criptomonedas privadas y los esfuerzos de las instituciones públicas por contestar a este fenómeno con la creación de monedas digitales públicas. El lanzamiento de yuan digital por parte del Estado chino parece cada vez más cercano, mientras que el euro y el dólar digital tendrán que esperar, como mínimo, hasta 2025 para ver la luz.
“El principal problema residirá en que la convivencia entre criptomonedas privadas y públicas pueda generar dinámicas especulativas por parte de operadores internacionales”, explica Tugores, “como ya ha pasado en otros momentos de la historia con el uso del dólar como moneda refugio”. Una de las principales garantías que pueden situar a las criptomonedas como depósitos de valor estable a medio-largo plazo es su limitación de unidades, como ya ha pasado con el Bitcoin.
Soft globalization y decrecimiento
El famoso slowbalization o soft globalization es una tendencia que se ha venido dando desde la crisis de 2008 y parece que se va a acentuar a partir de esta última crisis provocada por la pandemia. Se trata de una respuesta natural, según coinciden muchos de los expertos en análisis económico internacional, a la hiperglobalización que se venía dando antes del último crac financiero. “Ni la superglobalización de hace unos años ni la desglobalización que muchos apocalípticos plantean. Nos encontramos ante un proceso de re-globalización en la que muchos mecanismos supranacionales se revisen a la baja y otros no estrictamente económicos pasen a primer plano, como la salud y el medio ambiente”, concluye el catedrático Juan Tugores.