Guerra de Rusia contra Ucrania: nuevas disrupciones en la cadena de suministro

4 marzo, 2022
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Los dos últimos años, sin lugar a dudas, han sido de los más difíciles para el sector de la logística. Una constante prueba de fuego para demostrar su capacidad de resiliencia ante las numerosas adversidades que se ha encontrado por el camino: una pandemia, fuertes temporales como Filomena, cuellos de botella en los principales puertos marítimos, escasez de contenedores, y un largo etcétera que ha puesto en el foco de la opinión pública, como en pocas veces ha ocurrido, el concepto de “cadena de suministro”.

Por si todo lo anterior no fuese suficiente, nos encontramos ahora inmersos en un conflicto bélico en el corazón de Europa cuyas consecuencias, muy probablemente, estemos lejos de vaticinar. Las cadenas de suministro globales, aun resentidas por la pandemia y sin haber recuperado sus niveles de operatividad previos a la COVID-19, se encuentran nuevamente tensionadas por las consecuencias que la guerra de Rusia contra Ucrania generan en nuestro mapa geopolítico. El incremento de hasta un 5% de los seguros para los buques que operan en el Mar Negro o el desvío de rutas marítimas para mantenerse alejadas del conflicto, son algunos ejemplos de esas consecuencias en la logística. Si bien es cierto que son (y serán) muchos los sectores afectados, considero que podemos destacar a tres por encima del resto: alimentación, automoción y energía.

Alimentación: afectación a las importaciones de cereales de España

Nuestro país sufre desde hace años un déficit de producción de cereales que le llevan a importar de fuera casi la misma cantidad de lo que produce. Unas importaciones de cereales que no solo tienen como destino el consumo humano sino también la elaboración de piensos para el consumo animal. Como exportadores de cereales en el mundo encontramos países como Argentina o Canadá, pero, entre los principales, destacan Estados Unidos, Ucrania y Rusia.

Y es que por su proximidad geográfica, Ucrania es desde hace años una de las proveedoras principales de cereales de España. Si traducimos esta relación a cifras, destacamos que en la campaña 2020/2021 España importó de Ucrania hasta un 27% de maíz, 62% de aceites de girasol, un 17% de trigo, 31% de tortas de aceites vegetales y un 15% de grano de leguminosas.

Figura 1. Porcentajes de importación de España de maíz y de aceite de girasol de Ucrania, Rusia y otros países. Fuente: Ministerio de Agricultura. Elaboración propia.

Si bien es cierto que el peso de Rusia en la importación de cereales por parte de España no es elevado, a nivel mundial se convierte en el primer exportador de trigo, alcanzando hasta un 18% del volumen global.

Por lo tanto, el conflicto armado está provocando ya dificultades en los envíos de esta materia prima que derivará, en el medio plazo, en un aumento de los precios y de los plazos de entrega. Si bien es cierto que existen otros países potenciales para cubrir esas exportaciones, eliminar de la ecuación la producción de Ucrania generará una reducción del stock disponible y con ello la tensión de su cadena logística. Además, hay que tener en cuenta que algunos países exportadores potenciales utilizan métodos de producción que no cumplen con las normativas de la Unión Europea, como es el caso de los transgénicos, algo que dificultará o directamente impedirá su importación.

Automoción: escasez de semiconductores

Uno de los sectores más afectados, probablemente, por la pandemia ha sido el de la automoción. La escasez de semiconductores ha mantenido en jaque al sector que lleva desde hace casi dos años arrastrando problemas de suministro y paralizaciones generalizadas de sus líneas de producción. Una situación que puede verse nuevamente agravada por la guerra de Rusia.

Para la fabricación de los semiconductores son necesarias, entre otras, las materias primas como el gas de neón o el paladio. Ambas afectadas directamente por el conflicto armado. En el caso del gas neón, Ucrania es proveedora principal con alrededor del 70% de la producción mundial, mientras que, en el caso del paladio, Rusia proporciona el 35%.

Países como Estados Unidos, China o Canadá pueden ser también una alternativa a la demanda no satisfecha, pero nuevamente nos encontraremos con una situación generalizada de aumento de precios derivados de la reducción de capacidad productiva. Una situación que, recordemos, debe convivir con los problemas aún existentes derivados de la pandemia.

El desabastecimiento de semiconductores, y con ello, el de microchips llega en uno de los peores momentos posibles. A raíz de la pandemia, son muchas las empresas que han acelerado sus procesos de digitalización en los cuales, la tecnología, es pieza clave del éxito. Pero claro, no hay tecnología sin microchips y el aumento acelerado de su demanda sigue incrementando las dificultades de su cadena logística, y con ello fomentando su escasez de suministro.

Energía: dependencia de Europa

Por último, otro de los sectores afectados desde el primer momento por el inicio de la guerra es el sector energético. Europa depende en un 40% del gas ruso y en un 25% de su petróleo. Y aunque de momento no se ha interrumpido su suministro, sus precios junto con el de la electricidad escalan hasta cifras récord. Aunque en el caso de España esta dependencia solamente asciende al 5%, también se ve afectada por el encarecimiento de la materia prima a consecuencia del conflicto.

Ante la incertidumbre que genera el posible corte de suministro, son muchos los países que han incrementado las importaciones de gas natural licuado (GNL) vía marítima. Sin embargo, este incremento pone en peligro la disponibilidad del suministro debido a que las principales exportadoras como Estados Unidos, Qatar y Australia están en estos momentos produciendo prácticamente al máximo de su capacidad. Lo que implicaría tener que comprar más caro la materia prima ya existente para poder disponer de ella. Nuevamente, una guerra de precios debido a la alta demanda y a la falta de capacidad de suministro.

Por si no se pudiera añadir más tensión al asunto, hay que destacar que China se ha convertido en los últimos años en la principal importadora de GNL, con un promedio de 10.3 millones de pies cúbicos por día, superando así a uno de los importadores principales como era Japón (ver Figura 2). Una situación que dificultará seriamente la disponibilidad y los precios de compra de GNL en caso de un corte de suministro del gas ruso.

Figura 2. Comparativa de las importaciones de China y Japón de GNL de 2014 a 2021. Fuente: gráfico creado por the U.S. Energy Information Administration (EIA) basado en los datos de Zen Innovations AG. Nota: LNG = gas natural licuado.

Es innegable que ante un conflicto armado como el que estamos presenciando, la pérdida de vidas humanas y el éxodo masivo son las principales pérdidas que se puedan cuantificar, sin que haya espacio para algo más importante. Pero también es cierto que el conflicto tiene y tendrá un impacto en la economía global que probablemente durará años y que sus consecuencias dependen, en gran medida, del tiempo en el que se prolongue la guerra.

Las cadenas de suministro globales han demostrado su capacidad de resiliencia en estos últimos meses, pero la guerra de Rusia llega en un momento en el que su recuperación quedaba todavía lejos. Los incrementos de precios y la escasez de algunas materias primas a las que deberemos hacer frente, son la gota que colma el vaso. Un vaso a rebosar en el que no hay sitio para más catástrofes.

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Autor / Autora
Doctor cum laude en Administración y dirección de empresas, Máster en Ingeniería de organización industrial e ingeniero técnico en electrónica industrial por la Universidad Politécnica de Cataluña. Actualmente es profesor lector de los Estudios de Economía y Empresa por la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). Sus intereses de investigación se centran en el terreno de las operaciones logísticas y productivas de las empresas así como en el ámbito de organización de empresas, específicamente sobre el cambio organizacional.
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