Juegos en la antigüedad

13 de febrero de 2024
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La presencia de los clásicos en nuestra vida cotidiana es tan habitual como habitualmente sutil. En fechas tan recientes a la celebración de la Navidad, una fiesta que remite claramente al mundo antiguo, se hace aun más evidente esta relación de continuidad. De hecho, resulta interesante el interés que muestran los más pequeños y la juventud por culturas como la egipcia, la mesopotámica, la griega o la romana. En cierto modo, la cultura popular, absolutamente plagada de elementos de la recepción clásica, no hace más que remitirnos colectivamente a este legado clásico. A veces, como en el reciente reboot, ahora en formato serie de TV, de las aventuras de Percy Jackson, esta atracción se muestra en los mismos términos concretos de la Antigüedad. Un caso similar sería, si seguimos con las pantallas, los videojuegos, desde la saga God of War (también con reciente continuación) hasta los múltiples Total War dedicados al mundo antiguo para recrear las batallas de Roma, Alejandro Magno, Grecia, Troya o incluso Egipto.

En otras ocasiones, esta interacción, no obstante, es mucho menos palpable, pero igualmente interesante, y sobre todo impactante: valga la pena mencionar aquí simplemente como ejemplo la saga de Harry Potter, que si bien directamente no tienen nada que ver con la Antigüedad, elementos como los conjuros (en latín) o los personajes mitológicos (cancerberos, centauros, sirenas…) sumergen al lector/espectador en un marco que es familiarmente antiguo. Algo parecido, pese a las muchas distancias, podría decirse de Star Wars, con su República e Imperio como guiños evidentes (o quizás no tanto) a Roma, aunque puede que a muchas otras posibilidades en la Antigüedad: no en vano hay quien considera que el Imperio galáctico es en realidad el Imperio Persa, y que pueden establecerse ciertas similitudes entre Salamina y la batalla con la que se destruye la primera Estrella de la Muerte.

Ciertamente, si la Antigüedad está tan presente en las ficciones infantiles y juveniles (y no hablemos ya de ejemplos para el público adulto como el magnífico capítulo de los Simpson: I, Carambus), vale la pena plantearse modos para dirigir el posible interés que todo ello despierta a un conocimiento incipiente de la Antigüedad. En todo ello, el camino de la mitología parece ser el más frecuente, a juzgar por los muchos libros (por evitar mencionar más productos de pantalla) dirigidos al público infantil y juvenil sobre esta temática y con propuestas más que notables. Para aquellos que aun no leen, quizás resulta más sencillo apostar por las manualidades, que son aquí un punto de partida para conversaciones y
explicaciones, o simplemente para alimentar esa herramienta fundamental en la vida humana que es la imaginación.

Los libros de pegatinas del British Museum son, aquí, un ejemplo de un producto magnífico y bien hecho. A éstos, podemos sumar los diferentes recortables disponibles (desde una vila romana –en Britania– al mismísimo Coliseo o el caballo de Troya, por no hablar ya del Partenon o de otras posibilidades a lo largo de toda la historia) que permiten jugar y recrear escenarios sobre los que luego tal vez puedan construirse relatos más complejos. A partir de cierta edad, una opción más, de nuevo huyendo de la sempiterna pantalla en nuestro tiempo, es la de los juegos de mesa. Si bien el mundo de los Wargames es un universo en sí mismo, otras propuestas lúdicas de sobremesa nos devuelven al placer de un entretenimiento inteligente y compartido. Personalmente, juegos como Cyclads, al alcance de casi cualquiera, o el impresionante y exclusivo Fundamentos de Roma (donde se compite por construir los grandes edificios de Roma) demuestran que el mundo antiguo es terriblemente entretenido, y una excusa magnífica para pasar el rato, y desconectar del presente, disfrutando del pasado.

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Autor / Autora
Máster universitario online la Mediterránea antigua.
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