Niños con altas capacidades: ¿cómo acompañarles para que desplieguen todo su potencial?

14 marzo, 2022
Niños con altas capacidades Fotografia de Jonathan Laborba a Unsplash

Sheldon Cooper, Lisa Simpson o la protagonista de la serie Gambito de dama, Beth Harmon, son personajes de ficción que han contribuido a la construcción de tópicos sobre las altas capacidades. Socialmente, hay muchas creencias extendidas sobre los niños y niñas con un mayor ritmo de aprendizaje que pueden llevar a pensar erróneamente que no tienen necesidades específicas en el aula. Con motivo del Día de las Altas Capacidades (14 de marzo), te invitamos a conocer un poco más cómo piensan los niños con altas capacidades y cómo puede motivarles su entorno: la familia y la escuela.

Aclarando conceptos: sobredotación y altas capacidades, ¿son lo mismo?

Se suele utilizar coloquialmente la palabra superdotado o superdotada para referirse a personas con altas capacidades, pero no son lo mismo. «Podemos decir que todas las personas con superdotación intelectual tienen altas capacidades, pero no todas las personas con altas capacidades son superdotadas», afirma Verónica Marina Guillén Martín, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC e investigadora de Amentúrate, programa de mentorías de la Universidad de Cantabria para alumnado de secundaria con altas capacidades.

Niños con altas capacidades
Fotografia de Annie Spratt en Unsplash

La experta aclara que el concepto de altas capacidades es más amplio y engloba desde personas con sobredotación (con un cociente intelectual a partir de 130) hasta personas con un talento en una o varias áreas específicas. Bajo este paraguas, también podemos encontrar a niños y niñas precoces o con alto potencial de aprendizaje, que no necesariamente tienen un coeficiente intelectual superior, ni son «buenos» en todo.

Las altas capacidades no siempre están ligadas a las buenas notas, a la depresión o a los problemas de relación social

Desmontando algunos mitos

«Cuando se habla de niños y niñas con necesidades educativas especiales, pensamos enseguida en los niños y niñas que tienen un ritmo de aprendizaje más lento y olvidamos a menudo los que lo tienen más rápido porque solemos pensar que ya lo tienen todo hecho, que tienen superpoderes», defiende la periodista Carmen Giró. La autora de El club de los Superman. El día a día de los niños y niñas superdotados (Editorial UOC) puso un título irónico en su libro para provocar al lector y hacerle evidente que estas criaturas no son superhéroes o superheroínas y necesitan el acompañamiento de las familias y las escuelas para desarrollar su potencial. Con la ayuda de varios episodios y anécdotas y el punto de vista de personas expertas, se acerca a su realidad diaria y ofrece pautas a familias y educadores para acompañarlos.

Tras hablar con muchos testigos, Giró quiere desmontar tres grandes tópicos que no siempre se corresponden con la realidad: las altas capacidades no siempre están ligadas a las buenas notas, a la depresión o a los problemas de relación social.

La profesora Guillén Martín coincide y añade que muchos niños y niñas tienen buen rendimiento académico. Otros, en cambio, presentan un alto fracaso escolar, derivado, en gran medida, de la desmotivación por la falta de intervenciones adecuadas. Asimismo, hay muchos niños con altas capacidades que, precisamente, destacan por sus habilidades sociales y su gran capacidad de liderazgo.

Hacer la cena con la teoría de la relatividad

«Recuerdo un niño de seis años que cogió su sillita, la colocó delante de su madre y le pidió: ‘Mamá, explícame todo lo que sabes'». En el audiolibro El club de los Superman, la autora comparte episodios de la vida cotidiana de las familias con hijos e hijas con altas capacidades: desde una niña que aprovecha para preguntar quién es Einstein mientras su madre cocina una tortilla de patatas hasta unos padres que recuerdan al niño: «Deja de leer y ponte a jugar».

Tras entrevistarse con muchas familias, la periodista Giró explica que los padres suelen asumir la noticia de que su hijo tiene altas capacidades como una confirmación de lo que ya sospechaban, y también reaccionan con nervios porque no saben cómo afrontarla. 

Lo importante no es que los familiares tengan los conocimientos que plantean sus hijos, sino que den su apoyo cuando los niños y niñas piden una respuesta a sus interrogantes

La experta Guillén Martín destaca que lo importante no es que los familiares tengan los conocimientos que plantean sus hijos, sino que den su apoyo cuando los niños y niñas piden una respuesta a sus interrogantes y quieren ampliar sus conocimientos. «El bienestar emocional es la base necesaria para tener un buen desarrollo cognitivo y social, puesto que fomentará una buena autoestima y un autoconcepto adecuado, y evitará la desmotivación académica y el aislamiento», aclara.

Las altas capacidades en las aulas: sin salirse de la raya

Niños con altas capacidades
Fotografia de Cheng Qi Huang en Unsplash

«¿Por qué tengo que pintar por dentro de las rayas, si yo lo que quiero saber es cómo funcionan los huesos y los músculos?», se preguntaba una niña de cinco años, tal y como explica Giró. Para ella, es importante permitir que estos alumnos puedan «ampliar el temario y profundizar en este». «Si hacemos que hagan primero todo el trabajo repetitivo del currículum obligatorio como el resto de estudiantes, llegan al momento de la creación, del enriquecimiento, frustrados y enfadados y ya no lo quieren hacer». Además, los estudiantes suelen encontrarse con muchas trabas con el sistema escolar y el programa curricular: «no preguntes más», «no quieras aprender más», «espera, espera, espera».

Precisamente, para Guillén Martín, uno de los principales riesgos para niños y niñas con altas capacidades es que «se generen dinámicas en el aula que penalicen sus aportaciones e intentos frecuentes de ir más allá de los contenidos académicos del curso, de modo que se limite su curiosidad y creatividad». Cuando un niño o niña termina los ejercicios y como única alternativa se le presentan otras tareas repetitivas y mecánicas o ayudar a sus compañeros, es muy probable que se desmotive, se aburra, esconda sus capacidades y acabe teniendo fracaso escolar. Asimismo, la ausencia de intervención puede propiciar también un «sentimiento bajo de pertenencia al grupo, lo que puede llegar a generar comportamientos sociales desadaptados».

Según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, en el curso 2019-2020 había 39.000 alumnos con altas capacidades en educación primaria y secundaria

«No es que esté aburrido, es que estoy frustrado»

Según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, en el curso 2019-2020 había 39.000 alumnos con altas capacidades en educación primaria y secundaria, de los más de 9 millones de estudiantes escolarizados, lo que representa el 0,42 % del total. Estos datos no coinciden con los que calculan otros estudios, que sitúan a los estudiantes con altas capacidades entre el 2 % y el 10 % del alumnado.

Para acompañarlos y evitar frases como la que recoge el libro, «No es que esté aburrido, es que estoy frustrado», la profesora colaboradora Guillén Martín explica que hay medidas de intervención educativa muy variadas. Una de las más utilizadas actualmente es el modelo de enriquecimiento (conocido como modelo The Schoolwide Enrichment Model, SEM) de Joseph S. Renzulli, con el que los estudiantes toman las riendas de su aprendizaje según sus propios intereses personales. El profesorado propone una actividad general a todo el alumnado, como una visita al observatorio y, después, los niños y niñas deciden sobre qué aspectos concretos quieren seguir investigando. Por ejemplo: un grupo puede hacer una presentación en clase sobre el sistema solar. Al mismo tiempo, este modelo de enriquecimiento educativo ofrece a los estudiantes que desean profundizar aún más en el tema la posibilidad de involucrarse en un proyecto real como podría ser la construcción de un telescopio.

Otra de las medidas más recurrentes, pero también una de las más controvertidas, es la aceleración del curso. «El éxito de esta medida dependerá de la sincronía existente entre el desarrollo intelectual y socioemocional del niño o la niña, así como de las características del entorno y de la motivación de los niños», aclara la profesora.

Ambas entrevistadas recomiendan a los maestros adoptar siempre una actitud positiva hacia los niños con altas capacidades.

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