Los antiguos nos contemplan: sus conflictos no resueltos son los nuestros

27 de julio de 2016

Muchos de nosotros conocimos la obra de Luciano Canfora (Bari, 1942) a través de su Idelogie del classicismo (Turín, Einaudi, 1980), que entre nosotros se tituló Ideologías de los estudios clásicos, Madrid, Akal, 1991). Nos deslumbró no solo su conocimiento sobre la antiguedad sinó su perspectiva crítica respecto a la propia disciplina en el curso de la historia, algo que no habíamos tenido ocasión de gustar en las aulas universitarias.

Canfora, junto a su clarividente escrutación del pasado, no ha dejado nunca de ejercer como intelectual crítico, para lo que tanto la sociedad italiana como la europea en su conjunto le han dado motivos permanentes. Artículos en prensa, intervenciones en televisón, conferencias, cursos y seminarios… hoy día en gran parte rastreables en la red. Su tono es magisterial, aunque nada pedante y siempre abierto a aterrizar en la realidad de hoy desde el estudio de la antiguedad.

En 2014 Canfora publicó un delicioso libro de apenas 100 pàginas, Gli antichi ci riguardano (Bologna, Il Mulino). Como en tantas ocasiones, lo provocó el enésimo intento en Italia de reformar planes de estudios, en los que no ya las lenguas clásicas (algo habitual) sino la misma historia del mundo antiguo vería disminuido su espacio curricular.

canfora 2

Canfora se preguntaba, sin caer en obviedades ni en papanatismos (que poco favor suelen hacer a unas auténticas “humanidades”), por las razones que deben llevar a posibilitar por lo menos un contacto real con los antiguos en el ámbito educativo. No son los valores que supuestamente nos transmitirían lo que les hace interesantes, sino sus vidas, sus problemas y sus conflictos no resueltos, que siguen siendo los nuestros. Como individuos y como sociedades. La ciudadanía, la dependencia, la mundialización, la unidad del género humano… todo ello preocupó a los antiguos y para ello buscaron soluciones, aunque incompletas, frágiles. Conocerlo nos ayuda a conocernos.

Y el latín, claro, sí, también, en las dosis y en los momentos oportunos, con los métodos y los contenidos adecuados, como instrumento para conocer de primera mano, pero también por su carácter formativo, lingüístico y más general, respecto a lo que cita a Gramsci: “No se estudia latín para aprender a hablarlo, sino para aprender a estudiar”.

¿Nadie ha pensado todavía en verter a nuestras lenguas esta pequeña perla, estímulo a la reflexión y lectura amena y utilitaria donde las haya? ¿Para cuando?

Narcís Figueras Capdevila (UOC)

Para saber más:

(Visited 1 times, 1 visits today)
Autor / Autora
Máster universitario online la Mediterránea antigua.
Comentarios
Deja un comentario