Xiula: «Hay que llamar a las cosas por su nombre, sea cual sea el tema o la edad»

29 mayo, 2024
Xiula Rikki Arjuna y Jan Garrido, miembros de Xiula | Foto: UOC

El luto, la frustración o incluso la prevención de los abusos infantiles son temas presentes y que se muestran con total transparencia en las letras de Xiula, el grupo de música catalán que destaca por sus canciones con un fuerte contenido educativo y social, dirigidas a niños y familias. A través de la música, Jan, Rikki, Adrià y Marc han encontrado una manera innovadora de «arrojar luz a las grandes temáticas vitales». El pasado 4 de abril participaron en la jornada El bienestar emocional en la infancia y adolescencia, organizada por los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, donde compartieron sus perspectivas y experiencias en el ámbito de la acción social, su capacidad para unir educación y creación artística y su música con todos los asistentes.

Hablamos con Jan Garrido, educador social y miembro de Xiula, sobre su trabajo y los retos todavía pendientes en materia de bienestar emocional infantil.

¿Cómo nace Xiula?

Xiula nace de la idea que tuve yo de hacer un grupo de música familiar e infantil con contenido educativo cuando ya veníamos de hacer otros tipos de disciplinas artísticas: clown, teatro, música, etc. Se lo dije al Rikki, decidimos decírselo a Adri y Marc y la creamos con este ADN de ser un grupo de música familiar con un contenido rico en valores.

Os definís como «un grupo de música con una misión muy clarividente: arrojar luz a las grandes temáticas vitales, con sentido crítico, amor y humor». ¿Cómo habéis conjugado la música y la educación social para hacerlo realidad?

Rikki y yo somos educadores sociales y hemos estado muchos años trabajando en el campo social de la prevención, protección y justicia. Ese contacto con el tercer sector y con los colectivos en riesgo nos ha sensibilizado mucho en cuanto a tratar los temas sociales y crear canciones a partir de las problemáticas del día a día de las personas. Son unas canciones que intentan mirar las grietas y las dificultades que tenemos como sociedad y los retos de presente y de futuro que tenemos en el mundo en el que vivimos.

Vuestro último disco, Babynova, contiene catorce canciones que hablan sobre temas tan claves para los niños como gestionar la frustración y los errores o la separación de los padres, pero también aspectos como la sexualidad infantil centrada en el descubrimiento del propio cuerpo con M’estimo bastant, la prevención de los abusos infantiles con El meu cos és meu y el luto y la muerte con Dol i fa sol. Son temas que para los adultos muchas veces resultan tabús. ¿Por qué es importante hablar de ello desde muy pequeños y cómo creéis que podéis ayudar las familias a tratar estas cuestiones?

En Xiula siempre hemos creído que los temas se tienen que llamar por su nombre y nuestras canciones abren temáticas y problemáticas, no para dar una solución, sino para abrir preguntas y para abrir una conversación dentro de la familia. Con las canciones, y aprovechando la música como vehículo, llamamos a las cosas como son. Y aquí son las familias con los niños y las niñas los que gradúan en qué medida estas canciones les van bien y cómo ir hablando de los temas que proponemos nosotros desde Xiula. Nosotros tenemos la convicción de que las cosas se tienen que llamar por su nombre, sea el tema que sea y sea la edad que sea.

A través de las sesiones educativas que realizáis en los colegios también abordáis todas esas cuestiones directamente con los niños. ¿Por qué es importante tratarlo no solo en casa, sino también en el colegio? ¿Cómo viven esta experiencia los niños y niñas que participan?

En el colegio hacemos unas sesiones que se tratan de formar un corro y abrimos un espacio donde compartir vivencias propias y emociones propias a partir de aspectos de la vida de los alumnos, de los niños y las niñas. Estamos dos horas aprendiendo a escucharnos, aprendiendo a acompañarnos y teniendo tiempo y espacio para poder poner en común, dar nombre y, si es necesario, emocionarnos y acompañarnos con las emociones que los niños y las niñas traen y quieren compartir. Es un espacio nuevo porque el colegio escuela está más interesado en lograr un currículum, unos conocimientos y no tanto en trabajar los aspectos relacionales y los aspectos vitales. Nosotros creemos en una educación no tan curricular y más de trabajo experiencial con los aspectos de la propia vida, enfocada al juego, la estima, el cuidado de las emociones… Son unos ideales que tenemos hacia el mundo y que intentamos llevar al interior del colegio.

¿Nos podríais explicar con más detalle en qué consisten esas sesiones educativas?

Las sesiones educativas consisten en hacer un corro y que cada niño comparta su nombre y aquello que lo hace especial, que lo hace único y diferente. Estos aspectos pueden ser cosas del físico, del carácter, cosas que nos hayan pasado en la vida, cosas que nos guste hacer, que nos interesen, que nos salgan bien o no tanto. A partir de esta pregunta los niños y niñas comparten lo que quieren y Rikki y yo los acompañamos emocionalmente, dando permiso y no juzgando y aceptación y acompañamiento a todo lo que comparten. A partir de ahí, sobre un espacio de confianza, vivimos una experiencia de aceptación con lo que va compartiendo cada niño y cada niña. Finalmente, con lo que han compartido cada uno de ellos acabamos haciendo una canción.

1 de cada 7 niños presenta algún problema de salud mental, según datos del Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia. ¿Cómo creéis que vuestras canciones, talleres y espectáculos pueden ayudar y contribuir a abordar a esta problemática?

La verdad es que no lo sabemos, no tenemos respuesta a esa pregunta. Lo que sí sabemos es que nuestras canciones pueden ayudar a abrir perspectivas en los niños y las niñas y en los adultos, a plantear ciertos espacios y a hacerse preguntas. Nuestras canciones son herramientas educativas que, como tal, no mejoran la salud mental de las personas, pero como toda herramienta, sí que pueden abrir mejoras en la salud emocional de las personas que las escuchen.

¿La música puede ser una herramienta eficaz para ayudar a los niños a expresar y comprender sus emociones?

A través de la música podemos tocar temas y estos temas llegan a cada persona según cómo los viva emocionalmente. Si hablamos, por ejemplo, de los padres separados, hay niños y niñas que lo habrán vivido de una manera, otros que habrán tenido otra vivencia y otros que no habrán tenido ninguna, pero que sencillamente pueden ponerse en la piel de los que sí que lo han vivido. A partir de aquí, la música tiene esa capacidad de tomar contacto desde el observador, desde el patrimonio, desde la escucha de la letra y desde dejar que nos entre por otros canales y que nos permita acceder a la emocionalidad al darnos permiso para vivir esas emociones.

Las familias juegan un papel clave en el bienestar emocional de los niños. ¿Cómo os gustaría que las familias dieran uso a vuestra música y vuestros espectáculos?

Lo que hacen las familias con nuestras canciones es abrir un espacio —en el coche, en casa, a la hora de ir a dormir…— en el que pueden escuchar la música con los niños y las niñas y comunicarse, reflexionar y compartir. Eso también pasa cuando vienen a nuestros espectáculos.

¿Qué retos consideráis que tenemos sobre la mesa en materia de bienestar emocional y cómo se les puede dar solución desde la acción social?

Uno de los retos en el ámbito del bienestar emocional es que los profesionales que nos dedicamos a la acción social hagamos procesos de crecimiento profundo. No se trata solo de aprender hábitos, técnicas y estudiar para aprender cosas nuevas, sino de ir a terapia, pasar por un proceso de revisión y cambio profundo en el que podamos sanar. Un educador, un psicólogo, un profesional de la acción social que puede haber integrado la misma sombra es la mejor persona para aprender y para saber acompañar esta sombra en las dificultades de los demás. Por tanto, para Xiula no basta con estudiar una carrera para profesionales de la acción social, sino que se tiene que vivir un cambio profundo en uno mismo para poder acompañar a las personas con las que se trabaja. Nosotros creemos que es indispensable que, tanto en los colegios como en los diferentes proyectos de intervención, el colectivo educativo y el de profesionales de la acción social sean profesionales que estén en constante revisión, en constante cambio interno y con acompañamiento terapéutico.

Como valoración final, ¿cómo creéis que las jornadas como la que celebramos el pasado 4 de abril en la UOC pueden contribuir a dar respuesta a esos retos?

Para que contribuyan a dar respuesta a esos retos tienen que conseguir que los profesionales realicen un cambio profundo y terapéutico en sí mismos. Tejer redes, juntar diferentes disciplinas y compartir el conocimiento está muy bien, pero si los profesionales no van a terapia, el mundo no cambiará y los retos no se lograrán. Profesionales de la acción social hay muchos, cada día más, pero no parece que la salud mental esté mejorando y tampoco parece que el mundo lo esté haciendo. Hace falta ese ingrediente. Si alguno de los profesionales que asistieron a la jornada decidió empezar a ir a terapia, podemos decir que las jornadas han sido provechosas.

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