Tecnoestrés y nuevos riesgos emergentes

03/03/2025
tecnoestres

El pasado mes de noviembre fui invitado, como director del Máster de Prevención de Riesgos Laborales de la UOC, a participar en las jornadas internacionales “Los Retos Laborales del Siglo XXI”, organizadas por el Real Centro Universitario Escorial – María Cristina. En mi ponencia “Tecnoestrés y Nuevos Riesgos Emergentes”, tuve ocasión de abordar junto a los asistentes una temática relevante y contemporánea: el impacto del teletrabajo y el tecnoestrés en el ámbito laboral, especialmente tras la pandemia provocada por la COVID-19. Este fenómeno, que ya nos parece tan lejano, transformó radicalmente las dinámicas de trabajo y generó tanto beneficios como nuevos riesgos que afectaron y siguen afectando a empresas y trabajadores.

A través de un análisis lo más detallado posible, se examinaron conceptos clave como el teletrabajo, los riesgos emergentes asociados al uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y las formas de abordar el tecnoestrés para proteger la salud y el bienestar de los empleados. Cabe decir, que no es la primera vez que abordamos el tecnoestrés, tanto en este blog como en otros medios de transferencia.

 

La COVID-19 y el impulso del teletrabajo

Se parte del concepto de teletrabajo, definido como una forma de organizar el trabajo que depende del uso de las TIC (art. 2 del Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia). Estas herramientas permiten que las tareas, que antes se realizaban en el centro de trabajo, puedan ejecutarse en otros entornos, bajo un marco contractual o laboral. Si bien el teletrabajo se asocia comúnmente con trabajar desde casa, esta modalidad abarca tres variantes principales:

  • el teletrabajo en casa,
  • el teletrabajo en telecentros (o espacios de coworking),
  • y el teletrabajo móvil, en el cual los empleados no tienen un lugar de trabajo fijo y utilizan tecnologías para mantenerse conectados.

La pandemia decretada por la COVID-19 marcó un punto de inflexión para el teletrabajo, y muy particularmente para el teletrabajo desde casa. Antes de esta crisis sanitaria, esta modalidad era adoptada solo por una fracción limitada de empresas y trabajadores. Sin embargo, las medidas de confinamiento obligaron a millones de personas a adaptarse rápidamente al teletrabajo desde su domicilio como la única alternativa para mantener sus empleos y la continuidad de las actividades económicas. Así, en la ponencia se analizó la evolución de los datos a nivel nacional y comparativamente con otros países de nuestro entorno, desde el año 2018 al año 2023, que es el último año del que se tienen datos disponibles.

 

Comparativa de los valores porcentuales de teletrabajo en los países europeos durante los años 2018, 2020 y 2023 (gráficos de Eurostat).

Aunque esta transición acelerada permitió sostener las operaciones de muchas empresas, también reveló importantes desafíos. Entre ellos, la falta de preparación tecnológica, las dificultades para separar los espacios laborales y personales en los hogares, y los problemas asociados a la falta de regulación del teletrabajo, como el control de horarios, la compensación de gastos y la prevención de riesgos laborales fuera de las oficinas.

En este contexto, destacan los riesgos emergentes derivados del uso masivo de las TIC en los entornos laborales. Aunque estas tecnologías han eliminado ciertos peligros tradicionales, como los asociados a procesos manuales o mecánicos, han generado nuevos desafíos físicos y psicosociales. Problemas como los trastornos musculoesqueléticos, la fatiga visual, el estrés organizativo y las dificultades para desconectar del trabajo son cada vez más comunes. La rápida incorporación de tecnologías innovadoras ha facilitado una mayor eficiencia y acceso a información, pero también ha impuesto demandas a los trabajadores que, en ocasiones, superan sus capacidades físicas o emocionales.

Tecnoestrés y riesgos asociados al uso de las TIC

Entre estos nuevos riesgos, el tecnoestrés destaca como un problema psicosocial emergente de primera magnitud. El tecnoestrés, en esencia, se define como un estado psicológico negativo asociado al uso de las TIC o a la amenaza de su uso. Según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, el tecnoestrés puede manifestarse de diferentes maneras.

  1. La tecnoansiedad se caracteriza por un miedo o incomodidad hacia las tecnologías actuales o futuras, lo que puede derivar en tensiones emocionales y rechazo hacia el uso de estas herramientas.
  2. La tecnofatiga implica un agotamiento físico y mental por el uso prolongado de tecnologías, acompañado de actitudes escépticas hacia su utilidad.
  3. La tecnoadicción representa una dependencia compulsiva de las TIC, con consecuencias negativas para la salud y el equilibrio entre la vida laboral y personal.

Además de las tres anteriores, hay otros fenómenos relacionados como el síndrome FOMO (del inglés fear of missing out: miedo a perderse algo) y la nomofobia (miedo irracional a no disponer del teléfono móvil), que reflejan cómo la tecnología puede generar trastornos emocionales en la vida cotidiana de los trabajadores.

El uso masivo o prolongado de las TIC puede provocar tecnofatiga, variante de tecnoestrés que afecta de forma muy negativa a quien la padece (fotografía del autor).

Estrategias para afrontar el tecnoestrés

La ponencia no se limitó a señalar los riesgos, sino que también propuso estrategias prácticas para afrontarlos. Entre las recomendaciones puestas encima de la mesa, destacan la organización adecuada de la jornada laboral, la separación entre los espacios laborales y personales, la priorización de tareas según su urgencia, y la formación tecnológica para desarrollar competencias que aumenten la confianza en el uso de las TIC. También son importantes los hábitos saludables, como la práctica regular de ejercicio físico, una dieta equilibrada, el descanso adecuado y la implementación de técnicas de autocontrol y relajación, como el yoga o el mindfulness. En casos más graves o incapacidad de autogestión, se sugirió buscar ayuda profesional para gestionar el impacto del tecnoestrés.

Pese a estos desafíos, las TICs no deben considerarse inherentemente perjudiciales. Al contrario, su uso responsable puede ser un gran aliado para aumentar la flexibilidad, mejorar la productividad y facilitar la conciliación laboral y personal. Sin embargo, se requiere un enfoque equilibrado que combine el uso de estas herramientas con medidas para proteger la salud mental y física de los trabajadores. Además, se subraya la importancia del trabajo presencial como un elemento clave para el bienestar emocional y social. Aunque el teletrabajo permite autonomía y comodidad, también puede generar aislamiento y soledad. Recuperar el contacto humano en el entorno laboral puede mejorar la comunicación, fortalecer los vínculos entre equipos y contribuir al equilibrio entre las esferas personal y profesional.

El tecnoestrés y los riesgos emergentes asociados al uso de las TIC son problemas reales que requieren atención, pero que también representan una oportunidad para innovar y encontrar soluciones que prioricen tanto la productividad como el bienestar de las personas. Con un enfoque adecuado, las empresas pueden aprovechar las ventajas de las tecnologías mientras protegen la salud y la calidad de vida de sus trabajadores, asegurando así un entorno laboral más humano y sostenible en el futuro.

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Autor / Autora
Rubén Rodríguez Elizalde es director del Máster de Prevención de Riesgos Laborales de la UOC. Doctor en Arquitectura y Patrimonio por la Universidad Alfonso X “El Sabio”, Ingeniero Geólogo por la Universidad Politécnica de Madrid, Máster en Patología e Intervención en Edificación (UCAM), Máster en Prevención de Riesgos Laborales (Univ. San Pablo CEU) y Máster en Energías Renovables (UFV). 
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