Plataformas turísticas y ciudad en disputa: lo que revela el proyecto EPTUR

03/06/2025
EPTUR_es

Las plataformas digitales como Airbnb ya no pueden considerarse espacios colaborativos ni alternativos. En ciudades como Barcelona, se han convertido en actores económicos de primer orden, capaces de transformar barrios, tensionar el mercado de la vivienda y modificar la manera en que se vive y se consume el turismo. 

Esta es una de las principales conclusiones del proyecto de investigación EPTUR (Economías de Plataforma y Turismo Urbano Responsable), liderado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que ha reunido a un equipo interdisciplinario formado por los miembros del grupo NOUTUR, de la Unidad de Gestión y Gobernanza de la UOC, e investigadores de prestigio de diferentes universidades españolas para estudiar el impacto de las plataformas turísticas desde una perspectiva crítica, empírica y contextualizada.

El proyecto parte de los resultados del proyecto previo ECCOLTUR (2018-2020) y tiene como objetivo analizar la evolución y la capacidad de adaptación y resiliencia de la economía de plataforma turística (EPT) en España. Los resultados fueron presentados en un seminario el 15 de mayo.

La investigación, en la que han participado también expertos de universidades españolas y europeas, ha permitido observar cómo estos procesos transforman las manifestaciones de la EPT, con implicaciones importantes para la sostenibilidad de los destinos turísticos y la viabilidad de los sectores y actividades asociados.

“Ya no podemos hablar de estas plataformas como espacios colaborativos o alternativos, sino como actores económicos muy potentes, con una capacidad real de transformar barrios, desplazar residentes o cambiar la manera en que percibimos y consumimos los destinos turísticos”, afirma Lluís Garay, catedrático investigador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y director de NOUTUR.

De izquierda a derecha, Xavier Baraza, director de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, Xavier Vilajosana, vicerrector de Investigación, Transferencia y Emprendimiento de la UOC y Lluís Garay, director de NOUTUR.

Un proyecto para entender el cambio en tiempo real

El objetivo de EPTUR ha sido analizar, durante los últimos tres años, cómo se reconfigura particularmente el turismo urbano, pero también el de otros destinos como los de sol y playa y los rurales, a partir del auge de las plataformas digitales, particularmente tras el impacto de la pandemia. Para ello, el proyecto ha contado con la participación de expertos en turismo, geografía urbana, regulación, análisis de datos y transformación digital.

“EPTUR aporta evidencia empírica y análisis crítico a un debate que a menudo se mueve entre los extremos: entre quienes ven las plataformas como una solución universal y quienes las consideran un problema a erradicar”, añade Garay. El resultado es una mirada compleja que incluye a todos los actores implicados: anfitriones, residentes, instituciones, movimientos sociales y las propias plataformas.

Además, Garay subraya que el proyecto ha puesto especial atención en cómo se perciben los efectos en diferentes contextos urbanos y rurales, y en cómo ciertos modelos cooperativos pueden ofrecer alternativas más justas y arraigadas al territorio. Esta diversidad territorial es clave para repensar políticas que respondan con equidad y eficacia.

Anfitriones: ni víctimas ni ejecutores

Una de las investigaciones presentadas en el marco de EPTUR, liderada por Mar Alsina (UOC) y Maartje Roelofsen (Universidad de Wageningen), revela un aspecto central que a menudo pasa inadvertido: el papel activo de los anfitriones de Airbnb como agentes con capacidad de adaptación, resistencia y reconfiguración. “Los anfitriones tienen una conciencia crítica del modelo de negocio y de los protocolos de Airbnb, y de cómo estos se alinean o entran en contradicción con sus propias prácticas”, explican Alsina y Roelofsen. 

En sus investigaciones, Alsina y Roelofsen identifican distintas formas en las que los anfitriones de Airbnb despliegan estrategias individuales para mantener el control sobre su actividad dentro de un sistema cada vez más regulado algorítmicamente. Entre ellas, destacan la aceptación formal de las normas de la plataforma mientras reinterpretan y adaptan criterios como la hospitalidad, la limpieza y la selección de huéspedes

También recurren al uso de canales de comunicación externos como WhatsApp para evitar las herramientas internas de Airbnb, y optan por diversificar su actividad operando simultáneamente en otras plataformas, reduciendo así su dependencia del entorno digital dominante.

A nivel colectivo, muchos anfitriones han comenzado a organizarse en grupos de apoyo mutuo para hacer frente a la falta de atención y respuestas por parte de la plataforma, al tiempo que surgen asociaciones autoorganizadas que reivindican una mayor profesionalización del sector. 

Finalmente, en el plano institucional, algunos promueven la creación de marcos regulatorios claros que les reconozcan como actores legítimos en el mercado, y que a su vez sirvan para limitar la competencia desleal, estableciendo condiciones equitativas tanto para pequeños propietarios como para grandes operadores.

Ambas investigadoras destacan que muchas de estas estrategias son formas de reapropiación crítica: los anfitriones no solo gestionan su negocio, sino que también redefinen conceptos como hospitalidad, confianza o autonomía, negociando constantemente entre sus valores y los algoritmos de la plataforma.

Estas formas de agencia cotidiana muestran cómo los anfitriones, lejos de ser meros receptores de normas, son capaces de disputar el control algorítmico, generar normas comunitarias alternativas y construir redes de solidaridad digital más allá de la lógica puramente mercantil.

Inteligencia artificial para analizar cinco años de Airbnb en Barcelona

El equipo liderado por Soledad Morales y que ha contado con la participación de Antoni Meseguer, Josep Lladós y el mismo Lluís Garay, profesores de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, ha aplicado técnicas de aprendizaje automático con redes neuronales para analizar el comportamiento de Airbnb en Barcelona entre 2016 y 2021. El modelo, basado en series temporales representativas del ciclo turístico anual (diciembre, febrero y agosto), ha permitido identificar patrones adaptativos, supervivencia y transformaciones estructurales en la plataforma.

“Los resultados muestran una doble estrategia de adaptación por parte de los anfitriones: la extensión de la duración mínima de la estancia y una gestión muy activa de los precios”, afirma Lladós. Esta doble estrategia se complementa con el traslado de parte de la oferta al mercado de alquiler residencial y con un proceso de profesionalización del perfil del anfitrión. En algunos distritos, los grandes tenedores ya concentran más del 40% de la oferta.

Según Lladós, las técnicas de deep learning permiten explorar relaciones no lineales entre variables y detectar la influencia desigual según temporada, ubicación o tipo de anfitrión. El modelo también revela cómo se consolidan nuevas centralidades turísticas fuera del centro histórico, al tiempo que se refuerza la segmentación del mercado de alquiler entre residentes y visitantes.

Entre los hallazgos más relevantes, figura una clara sensibilidad de los anfitriones individuales a los cambios en la demanda, lo que se traduce en fuertes ajustes de precios para captar turismo doméstico. Por el contrario, los grandes tenedores reorientan su estrategia postpandemia hacia la optimización de atributos del alojamiento (tamaño, localización, servicios). Este comportamiento diferenciador ha acentuado la segmentación del mercado y la evolución desigual del tejido urbano.

También se han detectado nuevas zonas de centralidad turística, como el Eixample, y un impacto visible sobre el mercado del alquiler: descenso de precios durante la pandemia y subida acelerada en el ciclo post-Covid.

Propuestas hacia un modelo más justo

Más allá del diagnóstico, EPTUR también plantea elementos para repensar el futuro de la gobernanza turística. Una de las principales recomendaciones es evitar regulaciones homogéneas. No es lo mismo gestionar la presencia de Airbnb en el casco antiguo de Barcelona que en un pueblo del Pirineo.

El equipo también ha analizado propuestas alternativas como plataformas cooperativas, que apuestan por devolver el valor generado al territorio, aplicar criterios de transparencia algorítmica y promover modelos con compromisos sociales y laborales.

“Hay que pensar el futuro del turismo en clave de transición ecosocial y digital: no solo hay que regular para limitar los impactos negativos, sino también promover nuevos modelos de gobernanza y de economía turística”, concluye Garay. 

En este sentido, EPTUR no ofrece respuestas cerradas, pero sí una base de conocimiento empírico y teórico que puede servir de referencia para ciudades, regiones y entidades que quieran avanzar hacia un turismo más justo, sostenible y centrado en las personas.

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