Economia col·laborativa. L’eterna lluita entre el benefici social i l’econòmic

9 novembre, 2018

El passat 22 d’octubre es va realitzar al Col·legi d’Economistes de Catalunya la Jornada acadèmica anual dels Estudis d’Economia i Empresa.

A més de lliurar els premis als millors Treballs Finals de Graus i Màsters, vam comptar amb la intervenció d’Albert Cañigueral, expert internacional en consum col·laboratiu, qui va fer una exposició sobre els eixos que sostenen la denominada ‘era col·laborativa’.

En la seva xerrada va ressaltar el difícil equilibri entre el vessant social de compartir béns i el benefici que en poden/volen treure algunes empreses.

Un dels punts de conflicte actual són les motocicletes tipus eCooltra i Scoot, que utilitzen un bé públic com són les voreres i els aparcaments al carrer per aparcar les motos i sense cap tipus de contraprestació.

En aquesta notícia, per exemple, es recull el malestar dels veïns de Barcelona per la proliferació d’aquest tipus de plataformes de transport col·laboratiu que operen sense que hi hagi una regulació limitadora.

I vosaltres, què en penseu? Ens encantaria poder generar un debat mitjançant comentaris a continuació.

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Autor / Autora
És professor dels Estudis d'Economia i Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Doctor en Economia per la UOC.
Comentaris
Wizer1 desembre, 2018 a les 4:17 pm

Comentando el post que has realizado…

Hay que discernir entre lo que es la cultura colaborativa, y la oportunista, que para mi entender, no es sino el “zorro disfrazado de gallina”.

Con este comentario, quiero decir… una cosa es el intercambio libre entre consumidores y personas de a pie, sin ánimo de lucro, simplemente de intercambio de bienes o servicios, y lo que hacen algunas empresas, bajo el techo de la imagen o leyenda de cultura colaborativa, escapando y aprovechando las brechas legislativas, para sacar provecho y engordar sus arcas, mediante la sana intención de personas que realmente hacen existir esa cultura.

Estas empresas generan el entorno para que suceda esta cultura de intercambio, y hasta veo bien que por ello consigan una retribución. Pero por supuesto sin entrar en competencia desleal con otros sectores.

Una cosa es que se comparta el coche, el apartamento…, y otra muy distinta… montar una agencia de transportes, viviendas o de cualquier otra índole, y si se hace… que estén a tenor de la legislación para el sector, tributando por ello, pero no por el país donde esté su sede social… sino por el país donde se opera.

Creo que de este modo estaríamos ante una cultura realmente colaborativa, pues de lo que se trata… no es de extinguir un sector mediante una competencia desleal, sino de complementarlo… es por ello, que bajo mis ojos, una cultura colaborativa, es aquella que complementa segmentos o sectores en nichos que siendo necesarios no han sido explotados, y siempre dentro de ciertas limitaciones.

Un claro ejemplo de cultura colaborativa, fue el proyecto SETI(@)Home, donde se cede el ordenador en tiempo de inactividad del propietario a la Nasa, para poder realizar mayor número de tareas científicas. Eso es cultura colaboracionista, pero si ahora pusiéramos el supuesto de que en vez de la Nasa, es empleado por la CIA, para espiar o piratear… la cosa cambia verdad?…

Pues este es el modo en que veo la cultura colaborativa, y las empresas que se aprovechan de dicha cultura.

Me gustaría conocer vuestros comentarios al respecto, y repito… esta es mi opinión, la cual puede estar alejada de la realidad o no ser compartida por el lector.

Saludos.

Respon
    Pau3 desembre, 2018 a les 1:08 pm

    Gracias por tu comentario.

    Tampoco hay que demonizar las empresas. La Economía Colaborativa ha ido mucho más allá de un intercambio entre particulares, de hecho las propias herramientas (aplicaciones hechas por empresas) son imprescindibles.

    Dicho esto comparto tu punto de vista, hay que regularizarlo, y como bien dices es difícil: tributación, uso de bienes públicos…

    Respon
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