Ramon Gomis: «El gran reto en salud es formarnos en prevención»

14/12/2022
Ramon Gomis de Barberà, director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC (2018-2022).

Médico endocrinólogo, Ramon Gomis de Barberà (Reus, 1946) ha centrado su investigación biomédica en la diabetes, la obesidad y la nutrición. Catedrático emérito de Medicina de la Universidad de Barcelona, exdirector del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) y consultor sénior en endocrinología en el Hospital Clínic de Barcelona, Gomis ha liderado los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC de 2018 a 2022.

Durante este período, el investigador ha impulsado la investigación de frontera en el ámbito de la salud en la UOC y ha apostado por fichar a profesorado referente en su campo y por emprender estudios vinculados a retos de futuro, como la salud planetaria. Gomis hace ahora balance de su mandato y confiesa que a partir de ahora dedicará buena parte de su tiempo a cultivar su otra faceta, la literaria.

¿Qué balance hace de su dirección de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC?

Asumir la dirección de los Estudios fue todo un reto. Era un entorno muy distinto al que yo estaba acostumbrado, de formación presencial. En la UOC, la formación era virtual; el alumnado cursaba estudios como segunda opción profesional y académica, o porque vivía en zonas alejadas de la universidad presencial y quería tener acceso a formarse.

¿Qué objetivos se fijó para los cuatro años de dirección?

El encargo que recibí por parte del rector era doble: por un lado, encontrar profesorado responsable de las asignaturas con una trayectoria potente en investigación: que fueran referentes en su campo y tuvieran la capacidad de entender bien que la UOC es muy transversal, no se especializa en ningún campo concreto, ni, en este caso, tampoco lo hace la formación de los Estudios de Ciencias de la Salud. Y el segundo encargo era ampliar la cartera de programas de los Estudios: explorar nuevos grados que yo considerara que tendrían que estar orientados a salud y a la prevención de enfermedades.

¿Ha podido dar respuesta a ese encargo?

En cuanto al profesorado, hemos sido capaces de responder a esa demanda y hemos conseguido perfiles docentes bastante innovadores, referentes en su campo. Hemos fichado tanto a profesorado con experiencia demostrada como a docentes con un recorrido más corto, pero con perfiles muy competitivos.

En cambio, en cuanto a ampliar el portafolios de programas, debo decir que lo hemos hecho a medias. Tenemos aprobado el grado de Nutrición, que tiene un peso capital en la prevención de las enfermedades cardiovasculares y otras. En este grado fuimos a buscar la acreditación en partenariado con la Universidad Pompeu Fabra, aunque es la UOC la que dirige el grado. Ya lo tenemos acreditado y el año que viene la UOC y la nueva dirección de los Estudios de Ciencias de la Salud podrán estrenarlo.

Mi objetivo era encontrar profesorado responsable de las asignaturas con una potente trayectoria en investigación y ampliar la cartera de programas de los Estudios.

Durante su dirección, también ha fomentado los ámbitos de frontera.

Así es. De hecho, era uno de los aspectos que también me pidió el rector, incidir en los campos de frontera. En este sentido, me he planteado los retos del cambio climático, del envejecimiento, de la investigación en salud de la mujer, porque considero que son desafíos de futuro. Y hemos tenido éxito, aunque de forma parcial. Por ejemplo, en salud planetaria hemos conseguido sacar adelante un máster pionero con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y la Universidad Pompeu Fabra que ha tenido muy buena recepción. Se basa en la idea de que nuestra salud, como humanos, depende de la salud del planeta.

Sin embargo, no hemos podido hacer lo mismo con el envejecimiento, pese al enorme problema social que supone. Tenemos una población envejecida, una pirámide poblacional invertida, y eso repercute no solo en los tratamientos de las enfermedades, sino también en su prevención. Hemos incorporado a profesorado experto en este campo, como por ejemplo Salvador Macip, y hemos avanzado, pero no lo bastante. Y en salud de la mujer no hemos acabado de consolidar los estudios: no hemos alcanzado suficientes matrículas como para sacar el curso adelante, pese a los esfuerzos y el liderazgo de la profesora Marta Massip. Es una asignatura pendiente.

Uno de los retos que tenía por delante al asumir la dirección de los Estudios de Ciencias de la Salud era potenciar la investigación.

Y, en este sentido, hemos logrado hitos importantes, como algunas tesis doctorales y publicaciones científicas de calidad. Hemos incorporado a un investigador Ramón y Cajal y hemos puesto en marcha un nuevo programa de doctorado de Salud y Psicología. También hemos presentado un proyecto a La Caixa, potente, y estamos pendientes de su resolución.

En concreto, queremos fomentar la investigación en salud digital. La formación en salud, en general, es muy relevante, porque tenemos que ir a la prevención de las enfermedades, tal y como nos ha demostrado la COVID-19 y, ahora, todos los virus que estamos sufriendo. Si no trabajamos en la prevención, el sistema sanitario chirría al no tener capacidad ni músculo para poder atender a las personas en momentos de crisis. Así pues, el gran reto es formarnos en prevención.

Lo cual debe ir acompañado de la parte digital. En un sentido amplio, saber cómo las nuevas tecnologías, como la robótica o la inteligencia artificial (IA), pueden ayudar a prevenir y cronificar enfermedades. Porque la mayoría de las enfermedades no se curan, sino que se cronifican, como la diabetes, el cáncer o la hipertensión. En ese sentido, son muy importantes los sistemas de formación global y las herramientas virtuales que pueden ayudar, por ejemplo, a controlar a distancia a los pacientes, a hacer seguimiento de la dieta que siguen, del ritmo cardíaco, de los problemas respiratorios, entre otros, que permitan a las personas que sufren alguna enfermedad crónica llevar una vida sin problemas.

Las nuevas tecnologías como la robótica o la inteligencia artificial (IA) pueden ayudar a prevenir y cronificar enfermedades.

¿Recuerda alguna anécdota en particular de estos cuatro años de dirección?

Un momento de mucha satisfacción para mí fue cuando me enteré de que había alumnado del Reino Unido que quería cursar el máster universitario de Salud Planetaria (interuniversitario: UOC, UPF) y que estaba aprendiendo español para poder seguirlo. Aquello nos hizo plantearnos hacer la formación también en inglés.

Ahora empieza una nueva etapa.

Así es, y ya me han pedido que haga de asesor de varios centros de investigación e institutos, así como de la Generalitat y de sociedades científicas. También tengo un compromiso con una compañía farmacéutica para asesorar en algunos programas de desarrollo de nuevos fármacos. Y, sobre todo, quiero dedicarme a mi otra faceta, de escritor. Tengo varias cosas pendientes de publicar, como por ejemplo un libro sobre Gabriel Ferrater, y una obra de teatro que estrenaremos en Barcelona y Girona.

A su hijo, Roger Gomis, ¿también le hace de asesor?

¡No, qué va! [Ríe] Cuando él ha querido, me ha preguntado y le he dado mi opinión, pero siempre he querido que hiciera carrera independiente de mí. De hecho, siempre ha tenido prohibido acercarse al instituto que yo dirigía [IDIBAPS], porque yo tenía un papel muy dominante y habría sido peligroso. Él es, además, mucho mejor que yo. Mi generación partía de muy abajo, tuvimos que crear muchas cosas, tuvimos que hacer investigación competitiva. Y ahora la investigación de mi hijo es mucho más competitiva que la mía. Y está bien que sea así y que yo pueda decírtelo. Las nuevas generaciones siempre tienen que ser mejores que las anteriores.

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