Envejecimiento y digitalización: la edad no define tus prácticas en línea

A raíz de la pandemia ha habido un boom de las actividades cotidianas que en estos momentos solo pueden realizarse de forma digital. Hasta hace dos años era impensable que acciones tan simples como pedir hora al médico o consultar el saldo disponible del banco no pudieran hacerse de forma presencial, y ahora es exactamente esta la realidad social.

En el marco del ciclo de seminarios Los retos del envejecimiento. Una mirada interdisciplinaria a la vejez, la profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación e investigadora del grupo CNSC – Communication Networks & Social Change Research Group del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Mireia Fernández-Ardèvol analizó los principales estereotipos y falsos mitos en torno a la gente mayor y la digitalización.

Si miramos las estadísticas oficiales del año 2021 en referencia al nivel de digitalización de la población catalana de 16 a 74 años, observamos que en estas edades casi todo el mundo usa el móvil (99,3 %) y que un 93,5 % de esta población se conecta a internet una vez por semana. Una cifra significativa es que un 60 % de esta población ha realizado al menos una compra en línea en los últimos tres meses.

Las estadísticas oficiales europeas sobre la vida digital no incluyen a personas de más de 75 años 

A partir de los 55 años, las tasas de conexión y de compra digital regular decaen considerablemente en la población catalana. Tres de cada cuatro personas de entre 65 y 74 años se conectan a internet como mínimo una vez a la semana, y no llega al 30 % el porcentaje de personas de esa franja que realizan compras en línea. Las estadísticas oficiales europeas sobre la vida digital de los ciudadanos europeos no incluyen a las personas de más de 75 años, por lo que resulta difícil analizar exhaustivamente las prácticas digitales de la gente mayor.

Además, existe una idea generalizada, un prejuicio, sobre el envejecimiento y la digitalización que no le hace ninguna justicia a este colectivo. Esos mitos solo consiguen perjudicarnos como sociedad y crear estereotipos que dificultan la comprensión de las necesidades específicas de la gente mayor. Por todo ello, a continuación, exponemos algunos de los mitos más generalizados identificados a lo largo de varios años de investigación. 

En el marco del proyecto Older audiences in the digital media environment: A cross-national longitudinal study, las profesoras e investigadoras de la UOC Mireia Fernández-Ardèvol y Andrea Rosales analizaron, durante el periodo 2016-2020, las respuestas de más de 3.000 personas mayores de 60 años, procedentes de seis países distintos (Austria, Canadá, España, Israel, Países Bajos y Rumanía) y que usaban internet y el teléfono inteligente habitualmente. 

Mitos sobre envejecimiento y digitalización  

A continuación, enumeramos los principales resultados obtenidos a través del estudio Older audiences in the digital media environment: A cross-national longitudinal study en relación con el envejecimiento y la digitalización: 

• La gente mayor no sabe interactuar con la tecnología o no le gusta. Hoy en día hay muchas personas mayores que interactúan con internet y que usan el móvil cada día, en diversos momentos del día y para distintas actividades. El estudio destaca que el 81 % del colectivo utiliza el teléfono móvil para hacer llamadas de voz, pero también apunta que el 74 % lo emplea para hacer fotografías. 
• Cuanto mayor es una persona, menos usa un teléfono inteligente. Afirmación muy ligada al mito anterior. Con el paso de los años se observa cada vez más un incremento de las prácticas digitales por parte de la gente mayor que ya es usuaria del móvil. La tendencia que se detecta en las personas que han participado en el estudio muestra que el uso de dispositivos móviles es creciente.
• La gente mayor es homogénea. El uso de las aplicaciones móviles cambia con la edad, y la gente mayor no es una excepción. Las prácticas digitales de las personas mayores son específicas y heterogéneas. Estas prácticas digitales no son inamovibles, son dinámicas. Si analizamos los datos en el ámbito individual, vemos matices que son interesantes de destacar. Por ejemplo, hay personas del estudio que en 2016 hacían un uso minoritario de las prácticas digitales, en 2018 aumentaron la frecuencia de dichas prácticas y en el año 2020 volvieron a los mismos parámetros del inicio del estudio. La dinámica no siempre es creciente o decreciente. Por ello, la variedad de usos que se han encontrado justifica la necesidad de hacer análisis detallados que permitan entender la diversidad de intereses y necesidades digitales a lo largo de la vejez.
• A causa de la brecha digital, no hay nada que aprender de los usos digitales de la gente mayor. Esta afirmación no es cierta. Los usos digitales de la gente mayor nos ayudan a entender tendencias y comportamientos de segmentos de población más jóvenes. Hay que saber más para diseñar servicios digitales eficientes, efectivos e inclusivos. Para conseguirlo, las instituciones y las empresas deben tener en cuenta los hábitos de las personas mayores (de más de 65 años) en sus estudios y en el desarrollo de sus estrategias digitales.

¿Los servicios públicos digitalizados son universales? 

Así pues, aunque la divisoria digital afecta en mayor medida a la gente mayor, la edad no determina que estés a uno u otro lado de la divisoria digital. Los factores son otros, como por ejemplo la exposición a las tecnologías digitales a lo largo de la vida. Otro aspecto que hay que destacar del uso de las tecnologías en la gente mayor es el poder adquisitivo, ya que es muy determinante.

Para acabar, es interesante reflexionar sobre la digitalización de los servicios públicos. Teniendo en cuenta que nuestra sociedad no está del todo digitalizada y que siempre habrá pequeñas minorías que no tendrán acceso al mundo digital, es primordial seguir ofreciendo servicios presenciales para que sean universales y accesibles a toda la ciudadanía.