Responsabilidad y proactividad frente al acoso escolar

13 julio, 2021
acoso escolar bullying

«Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor».

Desmond Tutu

Darthiel ya no quiere acudir a la extraescolar de fútbol, tampoco a las fiestas del colegio, ni a los cumpleaños de sus compañeros, se inventa todo tipo de excusas y es capaz de generar fiebre, dolor de barriga y mareos. ¿Qué le pasa a Darthiel?

El acoso escolar o bullying es la realización reiterada por parte de uno/a o más niños/as o adolescentes de acciones de diversa índole sobre otro/as compañero/as con el propósito de dominarle/s y provocarle/s dolor físico o psíquico. Estas acciones pueden consistir en agresiones físicas, agresiones sexuales, insultos, humillaciones, ridiculización, amenazas, coacciones, hurtos, ocultación de objetos, usurpación de identidad, grabación y publicación de imágenes ofensivas e incluso inducción a la delincuencia o al suicidio de la víctima. Son tres sus elementos caracterizadores: el carácter intencionado del daño, el propósito de establecer una relación de superioridad entre acosador/es y víctima/s y la reiteración en el tiempo.

No existe un perfil de víctima de acoso escolar; cualquier niño/a o adolescente puede sufrirlo en algún momento de su etapa escolar y por diversos motivos. Los acosadores, por el contrario, sí suelen presentar un perfil definido: soportan violencia (maltrato físico y/o maltrato emocional) o abandono (negligencia física y/o emocional) en el ámbito familiar. Carecen, en consecuencia, de límites y valores y proyectan sobre los demás la violencia aprendida o la rabia acumulada

Las víctimas de acoso escolar manifiestan problemas adaptativos, inseguridad, ansiedad, aislamiento, sensación de soledad, de ineficacia e indefensión y de falta de apoyo social, pierden el interés por las actividades sociales y las evitan. Su autoestima disminuye. Todo ello genera el caldo de cultivo propicio para el fracaso escolar y la depresión.

A pesar de sus efectos devastadores, al acoso escolar se le ha prestado, hasta hace pocos años, escasa atención, y, en muchas ocasiones, se ha minimizado (“son cosas de chiquillos”) o se ha negado (“eso no pasa aquí”). En la actualidad, presenta, además, dos problemas añadidos: se produce a edades cada vez más tempranas, y su riesgo y difusión se amplifican merced al empleo de las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, Tik Tok, etc.) – lo que ha dado lugar al conocido como ciberacoso o ciberbullying.

El “poder” que otorga el acoso al agresor y el miedo a ser “su víctima” generan círculos de repetición: de una parte, algunas víctimas comienzan a acosar a otros/as compañeros/as y, de otra, los/as testigos o espectadores/as del acoso guardan silencio y se muestran pasivos/as, contribuyendo así a que aumente la insensibilidad, la indiferencia y la insolidaridad hacia los problemas de los demás, y con ello, a la aparición de nuevas víctimas.

Prevenir y detectar

Resulta, por tanto, esencial actuar contra el acoso escolar, trabajar activamente para que no se presente en el centro educativo. No hay que esperar a recibir una denuncia para afrontar el problema, hay que prevenirlo. Para ello, en el Máster en Gestión y Solución de Conflictos de la UOC consideramos que:

  • La dirección y el profesorado de los centros educativos deben tomar conciencia de la magnitud del problema y contar con formación suficiente en materia de conflictos escolares para poder prevenir, detectar y actuar frente al acoso de manera adecuada.
    • Asimismo, deben elaborar y cumplir protocolos de prevención, detección, actuación y seguimiento del acoso.
    • Se debe hablar abiertamente del acoso escolar, tratarlo en las reuniones de profesores, hacer reuniones formativas e informativas con los padres/tutores, implicarlos -deben ser oídos- en la prevención y solución (deben conocer qué consecuencias tiene y por qué debe evitarse, qué protocolos se siguen y que efectos tienen las medidas adoptadas).
  • El/la profesor/a debe detectar el acoso y trabajar con los/as alumnos/as de su clase para que el acoso sea visto de manera negativa y todos/as participen en su evitación asumiendo responsabilidades.
    • El/la profesor/a debe estar atento para poder identificar el acoso (muchas veces el hostigamiento, el empleo de motes, los insultos, las burlas y las amenazas se producen en el aula). Además, es importante su labor pedagógica para que los menores empaticen con el sufrimiento de la víctima y encuentren las ventajas de evitar el acoso. Deben conocer de qué manera cada uno/a puede contribuir al bienestar de todos/as. Se pueden hacer representaciones de teatro en las que se trabajen diferentes situaciones de acoso, visualizar películas que aborden el tema y comentar luego la experiencia, debatir acerca de situaciones de acoso u otros temas que puedan considerar importantes o interesantes. Todos/as deben ser escuchados y valoradas sus opiniones y propuestas.
    • La educación en valores, el trato por igual y el respeto a todos/as los alumnos/as para fomentar su autoestima previenen eficazmente el acoso. El trabajo en equipo y las actividades en las que se requiere cooperación para lograr objetivos comunes son poderosos instrumentos para generar aprecio entre compañeros/as.
  • El centro educativo debe contar con un sistema de denuncia anónima.
    • Los/las testigos o espectadores/as, que no se atreven a denunciar el acoso por miedo a convertirse en víctimas o no quieren quedar de “chivatos”, sufren conflictos internos: tienen sensación de injusticia, por un lado, y de impotencia y/o cobardía, por el otro. Por ello, es muy útil contar con métodos de denuncia anónima de tal manera que los compañeros/as de la víctima puedan informar del acoso sin ser identificados. Un buzón de denuncia anónima online es un instrumento de fácil implementación y utilización. De su existencia y utilidad para evitar sufrimiento a los/las compañeros/as deben ser informados todos.

Medidas de gestión y solución del acoso escolar

En relación con el abordaje del acoso, el centro educativo debe trabajar con la víctima y también con el agresor. La mediación, que es una práctica de gran utilidad para solucionar conflictos, resulta inadecuada en los casos de acoso escolar, por cuanto que agresor y víctima no se hallan en situación de igualdad, premisa de la que parte la mediación.

La víctima de acoso requiere ser atendida, apoyada y acompañada, es esencial que no se sienta abandonada, que sepa que se da la importancia que merece a su situación y que se están adoptando medidas para solucionarla. Debe poder expresar sus sentimientos, pensamientos y dudas libremente y sin cuestionamientos. Existen diferentes dinámicas que lo facilitan (la silla vacía, una vez lo hice bien, etc.). También es positivo que conozca que las medidas que se adopten en su caso contribuirán a evitar futuros acosos. Todo ello al margen de la conveniencia de la terapia psicológica.

Por lo que respecta al acosador/a, resulta inadecuado limitarse a castigarle. Hay que trabajar también con él/ella y hacerle comprender las consecuencias de sus actos: debe reconocer el sufrimiento que causa a la víctima, para empatizar con ella, y las consecuencias escolares y legales, para que asuma la responsabilidad. Debe ser consciente de que las cosas pueden ser distintas y que depende de él/ella. El trato con dignidad y respeto a quien ha realizado el acoso es imprescindible si se pretende que trate de igual manera a sus compañeros/as. Para el/ella resulta adecuada la terapia psicológica.

Acabar con el acoso escolar requiere, en definitiva, reconocer su existencia, asumir la responsabilidad que, como directivos del centro escolar, como profesores y como padres o tutores nos corresponde y adoptar una actitud proactiva para prevenirlo, detectarlo y abordarlo. La proactividad evita que seamos cómplices involuntarios del mismo, evita que elijamos el lado del opresor.

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Autor / Autora
Profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política. Directora del Máster Universitario de Abogacía y del Máster Universitario de Gestión y Solución de Conflictos de la UOC.
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