Ucrania y Rusia en la década de 1990. Orígenes del conflicto.

1 marzo, 2022
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El conflicto actual entre Ucrania y Rusia, iniciado en 2014 con la anexión de Crimea por parte de Rusia y la formación de las repúblicas de Donetsk y Luhansk, tiene su inicio en la propia creación de la república socialista de Ucrania, un estado plurinacional con graves problemas de estatalidad que vio cuestionada su legitimidad por parte de la minoría rusa desde el momento en que el estado ucraniano no supo encontrar la forma de acomodar a la minoría rusa que habitaba en su territorio. Con un decalaje de casi 25 años, es un fenómeno similar a los que ocurrieron en otras repúblicas soviéticas como Georgia (Abjasia y Osetia del Sur), Moldavia (Transnístria), o que estuvo a punto de pasar en Estonia (Narva).

Hasta el momento de la declaración de independencia en 1991, Ucrania nunca había sido propiamente un estado soberano, exceptuando el llamado «estado cosaco» en el siglo XVII y un breve período entre 1917 y 1920 cuando los bolcheviques ocuparon el territorio y lo incorporaron a la URSS como una de las repúblicas fundadoras de la Unión. En 1940, y como consecuencia del pacto Ribbentrop-Molotov, la URSS se anexiona la región de mayoría ucraniana de Polonia y la asigna a la República Socialista Soviética de Ucrania. Finalizada la II Guerra Mundial, la Rutenia Transcarpática que hasta entonces pertenecía a Checoslovaquia fue también incorporada a Ucrania. Por último, en 1954 Krushov incorporó la península de Crimea a Ucrania (Dyczok, 1994, Kuzio 2000).

Durante todo el período soviético, el poder central consideraba vital el control de Ucrania hasta el punto de que el Partido Comunista de Ucrania, PCU, a diferencia de los partidos comunistas de las demás repúblicas soviéticas, no tenía ningún tipo de autonomía respecto al PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviético) y llevó a cabo una política de intensa rusificación entre 1972 y 1989; incluso la Perestroika se implementó en Ucrania de forma mucho más moderada que en las demás repúblicas soviéticas por miedo a que estimulara una reivindicación nacional que preveían que podría ser de consecuencias mucho más nefastas para la continuidad de la URSS que la que empezaba a aparecer en las repúblicas bálticas (Kuzio, 2000).

Sin embargo, en los años de la Perestroika se formaron diferentes movimientos nacionalistas ucranianos y de oposición al régimen comunista con participación mayoritaria de ciudadanos ucranianos. La minoría rusa participaba en mucho menor número (Melvin, 1995) y lo hacían con demandas de carácter estrictamente laboral, especialmente en la zona del Donbass donde los obreros eran mayoritariamente de origen ruso y preferían la reforma de la URSS a la independencia de Ucrania. La moderación étnica de la oposición nacionalista favoreció que no existieran movimientos radicales anti-independentistas rusos, como en Estonia y Letonia (Kuzio, 2000).


En julio de 1990, el Soviet Supremo de Ucrania en el que el PCU tenía mayoría absoluta, aprobó la Declaración de Soberanía de Ucrania por una gran mayoría (355 votos a favor y solo 4 en contra). Esta casi unanimidad se explica porque para el PCU se trataba únicamente de un paso intermedio hacia la refundación de la URSS en línea de las preferencias de la minoría rusa (Kuzio, 2000). No es hasta el invierno de 1990-91, cuando la facción reformista del PCU da un giro de 180 grados y capitaliza el sentimiento nacionalista ucraniano en un intento de mantenerse en el poder en medio de la tensión provocada por las manifestaciones de oposición en su gobierno y las reivindicaciones nacionalistas


Tras el fracaso del intento de golpe de estado de agosto de 1991 en Moscú, el Soviet Supremo de Ucrania declaró la independencia casi por unanimidad (346 votos a favor, 3 abstenciones y solo 1 voto en contra). Este apoyo institucional masivo a la independencia contrasta con el apoyo popular en las regiones de mayoría rusa en el referéndum de ratificación de la independencia celebrado el 1 de diciembre de 1991 en el que el voto contrario a la independencia fue importante: En Donetsk, con un 43,6% de habitantes rusos, el voto contrario a la independencia fue el 12,58%; En Luhansk, con un 44,8% de rusos, fue del 13,41% y en Crimea con un 67% de rusos, fue del 43,22% (Potichnyj, 1991). En global, el apoyo a la independencia fue del 90%, lo que significa que muchos rusos votaron a favor de la independencia, pero principalmente su voto fue en contra de pertenecer a un estado autoritario con la creencia de que la independencia de Ucrania comportaría un mayor desarrollo social y económico del que podía ofrecer la Unión Soviética (Potichnyj, 1991; Melvin, 1995).


Tras el referéndum, la minoría rusa se topó con las políticas nacionalistas del gobierno concretadas inicialmente en la concepción de Ucrania como estado centralista y unitario y con una política lingüística que dejaba al ucraniano como único idioma oficial. Los dirigentes del Donbass y Crimea percibían tanto el centralismo como la ucranización como amenazas para la identidad cultural de la mayoría de la población de estas áreas (Bugajski, 2002).


En los años 1990s, las regiones orientales de Donetsk y Luhansk no eran secesionistas ni irredentistas, sino que desarrollaron un concepto de pertenencia regional no-étnica (identidad transicional) que se articulaba en torno al uso del ruso como idioma principal, la demanda de mayor autonomía y la posibilidad de establecer relaciones comerciales directas con regiones rusas. La crisis económica de la segunda mitad de los años 90 a causa de las reformas económicas del gobierno ucraniano, afectó fuertemente a la economía industrial de estas regiones y favoreció la aparición de movimientos nacionalistas rusos que tensaron la situación política inaugurando una situación de tensión étnica entre rusos y ucranianos (Bugajski, 2002). En cambio, en el mismo período, la situación en Crimea estaba más radicalizada y había varios movimientos separatistas implantados (Bugajski, 2002). Tras la declaración de independencia ucraniana, el parlamento regional había declarado la soberanía de Crimea como parte constituyente de Ucrania y poco después organizó un referéndum de independencia que fue declarado ilegal por el gobierno ucraniano. La confrontación política, con la abolición de la figura de Presidente de Crimea y de la constitución de la península, siguió durante la segunda mitad de la década de los 1990s. (Bugajsky, 2002).


Posteriormente, las crisis políticas, el agravamiento de las tensiones étnicas, la influencia rusa y su creciente nacionalismo, y la incapacidad de resolver la grieta Occidente-Rusia en un país de gran importancia geoestratégica han ido agudizando un conflicto que si bien parecía languidecerse en los últimos años, ha hecho un resurgimiento muy peligroso para la estabilidad europea y mundial

Bibliografía

Bojcun, M. (1995). The Ukrainian parliamentary elections in March‐April 1994. Europe-Asia Studies, 47(2), 229-249. https://doi.org/10.1080/09668139508412254

Bugajski, J. (2002). Political Parties of Eastern Europe: A Guide to Politics in the Post-communist Era: A Guide to Politics in the Post-communist Era. Routledge.

Dyczok, M. (1994). Ukraine: The road to independence. History of European Ideas, 19(1-3), 471-477. https://doi.org/10.1016/0191-6599(94)90249-6

Kuzio, T. (2000). Ukraine: perestroika to independence. Springer.

Melvin, N. (1995). Russians Beyond Russia. Chatham House. London

Potichnyj, P. J. (1991). The Referendum and Presidential Elections in Ukraine. Canadian Slavonic Papers / Revue Canadienne Des Slavistes, 33(2), 123-138.

Notas estenográficas de la sesión del 24 de agosto de 1991 del parlamento ucraniano (Verkhovna Rada) y registro nominal de votación de la misma sesión.


Ucraïna i Rússia a la dècada de 1990. Orígens del conflicte.

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El conflicte actual entre Ucraïna i Rússia, iniciat el 2014 amb la annexió de Crimea per part de Rússia i la formació de les repúbliques de Donetsk i Luhansk té el seu inici en la mateixa creació de la república socialista d’Ucraïna, un estat plurinacional amb greus problemes d’estatalitat que va veure qüestionada la seva legitimitat per part de la minoria russa des del moment en que l’estat ucraïnès no va saber trobar la manera d’acomodar a la minoria russa que habitava en el seu territori. Amb un decalatge de quasi 25 anys, és un fenomen similar als que varen passar a altres repúbliques soviètiques com Geòrgia (Abkhàzia i Ossètia del Sud),  Moldàvia (Transnístria), o va estar a punt de passar a Estònia (Narva).

Fins el moment de la declaració d’independència el 1991, Ucraïna mai no havia estat pròpiament un estat sobirà, exceptuant l’anomenat ”estat cosac” al segle XVII i un breu període entre 1917 i 1920 quan els bolxevics varen ocupar el territori i el varen incorporar a la URSS com a una de les repúbliques fundadores de la Unió. El 1940, i com a conseqüència del pacte Ribbentrop-Molotov, la URSS s’annexiona la regió de majoria ucraïnesa de Polònia i l’assigna a la República Socialista Soviètica d’Ucraïna. Finalitzada la II Guerra Mundial, la Rutènia Transcarpàtica que fins aleshores pertanyia a Txecoslovàquia va ser també incorporada a Ucraïna. Finalment, el 1954 Krushov va incorporar la península de Crimea a Ucraïna (Dyczok, 1994, Kuzio 2000).

Durant tot el període soviètic, el poder central considerava vital el control d’Ucraïna fins el punt que el Partit Comunista d’Ucraïna, PCU, a diferència dels partits comunistes de les altres repúbliques soviètiques, no tenia cap mena d’autonomia respecte del PCUS (Partit Comunista de la Unió Soviètic) i va dur a terme una política d’intensa russificació entre 1972 i 1989; fins i tot la Perestroika es va implementar a Ucraïna de forma molt més moderada que a les altres repúbliques soviètiques per por que estimulés una reivindicació nacional que preveien que podria ser de conseqüències molt més nefastes per a la continuïtat de l’URSS que la que començava a aparèixer a les repúbliques bàltiques (Kuzio, 2000). 

Tot i així, en els anys de la Perestroika  es varen formar diferents moviments nacionalistes ucraïnesos   i d’oposició al règim comunista amb participació majoritària de ciutadans ucraïnesos. La minoria russa hi participava en molt menor nombre (Melvin, 1995) i ho feien amb demandes de caire estrictament laboral, especialment a la zona del Donbass on els obrers eren majoritàriament d’origen rus i preferien la reforma de l’URSS a la independència d’Ucraïna. La moderació ètnica de l’oposició nacionalista va afavorir que no existissin moviments radicals anti-independentistes russos, com a Estònia i Letònia (Kuzio, 2000).. 

El juliol de 1990 el Soviet  Suprem d’Ucraïna en el qual el PCU tenia majoria absoluta, va aprovar la Declaració de Sobirania d’Ucraïna per una gran majoria (355 vots a favor i només 4 en contra). Aquesta quasi unanimitat s’explica perquè  pel PCU es tractava només d’un pas intermedi cap a la re-fundació de l’URSS en línia de les preferències de la minoria russa (Kuzio, 2000). No és fins l’hivern de 1990-91, quan la facció reformista del PCU  fa un gir de 180 graus i capitalitza el sentiment nacionalista ucraïnès en un intent de mantenir-se en el poder enmig de la tensió provocada per les manifestacions d’oposició al seu govern i les reivindicacions nacionalistes

Després del fracàs de l’intent de cop d’estat de l’agost de 1991 a Moscou, el Soviet Suprem d’Ucraïna va declarar la independència quasi per unanimitat (346 vots a favor, 3 abstencions i només 1 vot en contra). Aquest suport institucional massiu a la independència contrasta amb el suport popular a les regions de majoria russa en el  referèndum  de ratificació de la independència celebrat el 1 de desembre de 1991 en el qual el vot contrari a la independència va ser important: A Donetsk, amb un 43,6 % d’habitants russos, el vot contrari a la independència va ser el 12,58%; A Luhansk, amb un 44,8 % de russos, va ser del 13,41% i a Crimea amb un 67% de russos, va ser del 43,22 % (Potichnyj, 1991). En global, el suport a la independència va ser del 90%, la qual cosa significa que molts russos varen votar a favor de la independència, però principalment el seu vot va ser  en contra de pertànyer a un estat autoritari amb la creença que la independència d’Ucraïna comportaria un major desenvolupament social i econòmic del que podia oferir la Unió Soviètica (Potichnyj, 1991; Melvin, 1995). 

Després del referèndum, la minoria russa va topar amb les polítiques nacionalistes del govern concretades inicialment en la concepció d’Ucraïna com a estat centralista i unitari i amb una política lingüística que deixava l’ucraïnès com a únic idioma oficial. Els dirigents del Donbass i Crimea percebien tant el centralisme com la ucraïnització com a amenaces per a la identitat cultural de la majoria de la població d’aquestes àrees (Bugajski, 2002). 

Als anys 1990s, les regions orientals de Donetsk i Luhansk no eren secessionistes ni irredemptistes sinó que varen desenvolupar un concepte de pertinença regional no-ètnica (identitat transicional) que s’articulava a l’entorn de l’ús del rus com a idioma principal, la demanda de major autonomia i la possibilitat d’establir relacions comercials directes amb regions russes. La crisi econòmica de la segona meitat dels anys 1990s deguda a les reformes econòmiques del govern ucraïnès, va afectar fortament l’economia industrial d’aquestes regions i hi va afavorir l’aparició de moviments nacionalistes russos que varen tensar la situació política inaugurant una situació de tensió ètnica entre russos i ucraïnesos  (Bugajski, 2002). En canvi, en el mateix període, la situació a Crimea estava més radicalitzada i hi havia diversos moviments separatistes implantats  (Bugajski, 2002). Després de la declaració d’independència ucraïnesa, el parlament regional havia declarat la sobirania de Crimea com una part constituent d’Ucraïna i poc després va organitzar un referèndum d’independència que va ser declarat il·legal pel govern ucraïnès. La confrontació política, amb l’abolició de la figura de President de Crimea i de la constitució de la península, va continuar durant la segona meitat de la dècada dels 1990s. (Bugajski, 2002).

Posteriorment, les crisi polítiques, l’agreujament de les tensions ètniques, la influència russa i el seu creixent nacionalisme, i la incapacitat de resoldre la clivella Occident-Rússia en un país de gran importància geo-estratègica han anat aguditzant un conflicte que si bé semblava esllanguir-se en els darrers anys, ha fet una revifalla molt perillosa per a l’estabilitat europea i mundial

Bibliografia

Bojcun, M. (1995). The Ukrainian parliamentary elections in March‐April 1994. Europe-Asia Studies, 47(2), 229-249. https://doi.org/10.1080/09668139508412254

Bugajski, J. (2002). Political Parties of Eastern Europe: A Guide to Politics in the Post-communist Era: A Guide to Politics in the Post-communist Era. Routledge.

Dyczok, M. (1994). Ukraine: The road to independence. History of European Ideas, 19(1-3), 471-477. https://doi.org/10.1016/0191-6599(94)90249-6

Kuzio, T. (2000). Ukraine: perestroika to independence. Springer.

Melvin, N. (1995). Russians Beyond Russia. Chatham House. London

Potichnyj, P. J. (1991). The Referendum and Presidential Elections in Ukraine. Canadian Slavonic Papers / Revue Canadienne Des Slavistes, 33(2), 123-138.

Notes estenogràfiques de la sessió del 24 d’agost de 1991 del parlament ucraïnès  (Verkhovna Rada) i  registre nominal de votació de la mateixa sessió.

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Autor / Autora
Licenciado en Ciencias Químicas, MBA y Master en Análisis Política. Estudiante predoctoral part-time en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la UOC. Su trabajo se centra en el estudio de los partidos unionistas.
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