Israel podría frustrar el desarme de Hezbolá
09/04/2025En el contexto de guerra civil en el Líbano, la aparición de Hezbolá (o Partido de Dios) se produce esencialmente como respuesta a la invasión israelí de 1982.
La comunidad chií, históricamente la más marginada en los ámbitos económico, social y político del Líbano, vivió transformaciones internas importantes en las décadas de los 60 y los 70, con una movilización destacada de la comunidad. Las clases medianas se movilizan más con partidos transversales (no comunitarios) con ideologías panarabistas, socialistas o comunistas, mientras que las clases más populares lo hacen a través del movimiento de los desheredados, liderado por el clérigo Musa Al-Sadr. La represión del chiismo en el Irak de Sadam Hussein (varios de los clérigos islamistas se refugian en el Líbano) y sobre todo la revolución iraní provocan la aparición de grupúsculos islamistas en la comunidad.
En este contexto, la operación militar israelí de 1978, teóricamente destinada a expulsar a los palestinos del sur del Líbano, pero que afecta sobre todo a la comunidad chií, hace crecer la sensación de indefensión y la necesidad de una milicia propia. Sin embargo, será la invasión israelí de 1982 la que creará las condiciones que harán posible la aparición de Hezbolá.
La brutalidad de la intervención israelí, con el asedio y el bombardeo de Beirut, las numerosas masacres y crímenes de guerra (entre las cuales destaca la crudeza de la matanza de Sabra y Chatila) y la ocupación permanente del sur del Líbano (que perjudica especialmente a la comunidad chií) ofrecen el marco mental común, o el frame, necesario para la cohesión de los diferentes grupúsculos y la movilización de una parte de la juventud chií (y no chií) alrededor de la organización que se convertirá en Hezbolá.
Una vez terminada la guerra civil libanesa, con la llegada de la 2.ª República, Hezbolá desarrollará de forma muy importante su sector asistencial y pasará a ser un partido de masas integrado al sistema político libanés. A pesar de esto, el hecho de representar a la Resistencia frente a Israel, que continúa ocupando el sur del país, es uno de sus recursos de poder más preciados. Además de este poder simbólico, controlar el grupo armado más poderoso del país, con sus servicios de inteligencia asociados, representa un recurso de poder material indiscutible para sus élites.
Finalmente, en el año 2000, Israel se retira unilateralmente del sur del Líbano, y Hezbolá capitaliza la victoria de este hecho (minimizando el papel que desempeñaron otros grupos). Aun así, a partir de este momento debe afrontar el problema de que, sin la ocupación militar del sur del país, es más difícil justificar la existencia de su brazo armado. Su principal argumento pasa a ser su capacidad de disuasión frente a Israel (dado que el ejército libanés no tiene las capacidades necesarias).
Si, antes de la retirada de Israel, a escala libanesa era (casi) incuestionable el derecho de Hezbolá a tener un brazo armado, a partir de ese momento se empiezan a oír las primeras voces críticas que piden su desarme. Y esas críticas, que se inician en un sector de la comunidad cristiana, progresivamente irán siendo más abiertas y se irán extendiendo a otras comunidades (moduladas en función de la actuación de Israel y Estados Unidos en la región: cuanto más agresiva era esta, más se apagaban las críticas).
En 2005, después de la retirada del ejército sirio del Líbano (a causa de las multitudinarias protestas en respuesta al asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri), la presión por el desarme de Hezbolá era enorme. Externamente, la administración de George W. Bush, una vez acabada la guerra de Irak, había identificado el Líbano como el punto débil de la alianza Irán-Siria-Hezbolá-Hamás y ejercía una gran presión en este sentido (incluyendo la aprobación de la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, entre otros, que pedía esta disolución), y los focos internacionales están puestos sobre el país. La presión es igual o más fuerte a escala interna libanesa, donde el brazo armado de Hezbolá pasa a ser una de las primeras cuestiones de debate público en el país y es fuertemente cuestionado por algunos sectores. Esta cuestión también es una de las causas de la situación de bloqueo en la política libanesa del momento.
La situación interna en el Líbano en aquel momento era especialmente volátil y peligrosa. Para hacer frente a la situación y encontrar una solución política, las élites del país acuerdan establecer un Diálogo Nacional que abordará las cuestiones sensibles que mantienen bloqueado el país, entre ellas, la cuestión del brazo armado de Hezbolá. El Diálogo Nacional, con la participación de las élites del Partido de Dios, arranca de forma bastante satisfactoria, resolviendo algunas de las disputas entre las élites. Sin embargo, el proceso se encalla al llegar a la cuestión de las armas de Hezbolá. Se había concedido al Partido de Dios abordar esta cuestión juntamente con la cuestión de la seguridad en el Líbano. Sus élites pensaban que podrían sostener la necesidad de su brazo armado para poder defender el país. Aun así, bien pronto, en el debate público, sus argumentos fueron superados. No solo por parte de los opositores se acusaba a Hezbolá de ser la causa de la inseguridad en el Líbano, sino que se ofrecían propuestas para mantener su capacidad de disuasión, como la integración de su brazo armado, manteniendo la estructura de milicia, al ejército libanés (la institución del estado mejor valorada por los libaneses, también por los chiíes).
Es en este contexto de dificultades para defender políticamente su brazo armado que Hezbolá lleva a cabo una operación de secuestro de dos soldados israelíes. Una operación que sobrepasa ligeramente las “reglas del juego” a las que se ceñían los intercambios de fuego con el ejército israelí desde el año 20001.
Si, en aquel momento de máxima fragilidad del brazo armado de Hezbolá, Israel hubiera respondido por vías diplomáticas doblando la presión internacional, Hezbolá habría tenido fuertes dificultades para soportar la presión interna sin desarmarse. Incluso, aunque Israel hubiera bloqueado el país por tierra, mar y aire (como también hizo) o hubiera lanzado ataques puntuales dirigidos a infraestructuras de Hezbolá, la presión interna se habría podido mantener. Desgraciadamente, Israel respondió con un bombardeo masivo, sobre todo sobre infraestructuras civiles2.
Después de 33 días de guerra, con la firma de una tregua (a través de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas), se llega al final de la operación militar. Las élites de Hezbolá (especialmente su líder Hassan Nasrallah) salen políticamente más reforzadas que nunca, con un apoyo que va más allá de la comunidad chií y que incluso se extiende al ámbito regional. La posibilidad de desarmar a Hezbolá desaparece, y pasa a ser una víctima más del conflicto. La escalada con Israel ha salvado su brazo armado.
Actualmente, con un contexto muy diferente, se vuelve a abrir una ventana de oportunidad para desarmar a Hezbolá. Desde entonces, internamente, la imagen de Hezbolá se ha visto perjudicada por diferentes cuestiones, como su participación en la guerra de Siria, su participación en la disputa por el control de las instituciones (corruptas) del estado (que había evitado hasta 2005) o su posición de bloqueo político que ha mantenido en un país sometido a una gravísima crisis económica. Igualmente, la apertura de un «frente de apoyo» en solidaridad con Hamás no tenía el apoyo de la mayoría de los libaneses, que entienden que su país ya tenía una situación suficientemente complicada y no se podía permitir un enfrentamiento con Israel.
Además del desgaste de su imagen y la consiguiente pérdida de apoyo de la población, los golpes sufridos en el último enfrentamiento contra Israel han sido mayúsculos. Se han eliminado sus líderes más destacados del cuerpo militar y su secretario general Hassan Nasrallah. También se ha hecho evidente una carencia sin precedentes en cuanto a la inteligencia, que permitió la eliminación de estos altos cargos y llevar a cabo la operación con los buscapersonas explosivos. El número de bajas entre sus filas tampoco tiene precedentes en el Partido de Dios, como tampoco la destrucción de su arsenal.
Aun así, incluso considerando que las estimaciones más altas de víctimas (dadas por Israel) fueran correctas, con 3.000 milicianos muertos y el 80 % de su arsenal destruido (otras fuentes lo sitúan por debajo del 50 %), Hezbolá todavía podría disponer de unos 27.000 milicianos, entre activos y reserva (100.000 según el mismo partido), y decenas de miles de cohetes y misiles de corto alcance. Por este motivo, analistas consideran que el error puede ser intentar ir demasiado deprisa y forzar un enfrentamiento. El desarme de Hezbolá se debe hacer, bajo presión, pero a través de la política y la negociación.
Esta ventana de oportunidad también se refleja en el hecho de que es la primera vez desde el final de la guerra civil que un presidente3 libanés (Joseph Aoun) se ha puesto como objetivo restablecer el monopolio del uso de la fuerza y el control de las fronteras por parte del estado. En el periodo 2005-2006, el primer ministro había pedido que Hezbolá se desarmara, en contra de la posición del presidente de entonces (Émile Lahoud). En esta ocasión, tanto el gobierno como el presidente coinciden en tener la voluntad de controlar el brazo armado de Hezbolá. Esta diferencia no es un hecho menor, puesto que el presidente es el jefe de las fuerzas armadas, y, en este caso concreto, Aoun había sido el jefe del Estado Mayor del Ejército y, por tanto, conoce en profundidad este cuerpo armado y tiene una fuerte influencia sobre este.
Esta cuestión también muestra la debilidad del Partido de Dios, puesto que este tenía capacidad para vetar la elección del presidente Aoun (como había hecho durante más de dos años en los que la posición había quedado vacante), pero finalmente tuvo que ceder. Seguramente, los principales factores que lo llevaron a hacerlo son dos: por un lado, el desgaste de su imagen (poder simbólico) ya no le permitía mantener el bloqueo político en la desastrosa situación en que se encuentra el Líbano; por otro lado, ahora le es más difícil recibir financiación de Irán4 y también necesita que de alguna forma se financie la reconstrucción del sur del Líbano y los barrios chiíes de Beirut, además de necesitar una cierta recuperación económica que el bloqueo político impedía.
Otra cuestión que también puede ir a favor de esta ventana de oportunidad es que, por primera vez desde el final de la guerra civil, el líder de Hezbolá no proviene de su brazo armado5, sino del ámbito político y social del partido. Este puede ser un factor importante, dado que la élite proveniente del brazo armado se beneficia de la continuación del conflicto para mantener una posición privilegiada dentro de la organización. O, planteado a la inversa, el nuevo secretario general, en la competición interna, se beneficiaría de una reducción de la conflictividad y del poder del brazo armado.
Sin embargo, una de las amenazas sobre esta ventana de oportunidad es la actitud de Israel frente al Líbano. El hecho de no cumplir con la retirada acordada con el alto el fuego y mantenerse ocupando cinco posiciones estratégicas en el Líbano representa una dificultad más para los libaneses que quieren desarmar a Hezbolá. Los asesinatos y los bombardeos que continúa llevando a cabo Israel llenan de argumentos a los líderes del brazo armado por no ceder. Y en el supuesto de que volviera a haber una fuerte escalada violenta, más aún si es indiscriminada y se percibe como injustificada, muy probablemente la ventana de oportunidad se volvería a cerrar.
- Por ejemplo, si este secuestro se hubiera perpetrado en las granjas de Shebaa o en alguna de las otras zonas disputadas a causa de las anomalías de la frontera, se podría considerar dentro de las «reglas del juego», pero el secuestro se comete en territorio israelí (a pocos metros de la frontera). El número de muertes resultante de la operación, con ocho militares israelíes (más los dos secuestrados que morirán posteriormente a causa de las heridas), también es más contundente que en los intercambios que se habían producido desde la retirada israelí del año 2000.
↩︎ - El Líbano estuvo sometido a 7.000 operaciones de bombardeo aéreo y 2.500 de artillería naval, con un resultado estimado de 1.191 víctimas mortales (un tercio eran niños), unos 4.405 heridos y casi un millón de desplazados (UN Human Rights Council, 2006). Los daños económicos se estiman alrededor de 12.000 millones de dólares. Estos costes incluyen la destrucción de puertos, aeropuertos, plantas eléctricas y de tratamiento de aguas, dos hospitales destruidos y tres seriamente dañados, unos 80 puentes (o 120 según las fuentes), 94 carreteras, más de 25 gasolineras, unas 900 empresas y más de 15.000 viviendas, oficinas y comercios (Amnesty International, 2006). Además, las FDI dejaron minas antipersona, y en los últimos días de la guerra (una vez acordado el alto el fuego) bombardearon algunos pueblos con municiones en racimo (cluster bombs), lo que aseguraba que el número de víctimas (especialmente niños y agricultores) aumentaría posteriormente.
↩︎ - Recordemos que, en el Líbano, el presidente debe ser cristiano, el primer ministro suní, y el presidente del Parlamento chií. ↩︎
- En el ámbito interno, Hezbolá ha perdido el control de los servicios de seguridad del aeropuerto internacional Rafiq Hariri, una posible puerta de entrada, mientras que la caída de Al Assad dificulta la vía terrestre a través de Síri, sin tener en cuenta que la propia situación de Irán ya es bastante complicada por sí misma. De hecho, al inicio del conflicto, Hezbolá (como había hecho en ocasiones anteriores) había prometido que indemnizaría a las víctimas y los daños cometidos por Israel, y en esta ocasión no está pudiendo cumplir su promesa.
↩︎ - El clérigo Naim Qassem, actual secretario general, ha tenido principalmente un papel ideológico y político dentro del partido. Autor de numerosas publicaciones, ha asumido sobre todo funciones políticas, liderando diversas campañas electorales y gestionando cuestiones políticas de primer orden; también ha realizado funciones de gestión en la estructura social, especialmente en el ámbito de la educación (en un origen, además de clérigo, había sido profesor de secundaria). No se preveía que Naim Qassem se convirtiera en secretario general (a pesar de que hace más de 30 años que es el vicesecretario); ha llegado a esta posición porque los sucesores previstos de Nashralla también fueron asesinados.
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