Mamá, ¡quiero ser científica! La investigación de la equidad de género en STEM en Cataluña
24/04/20251. Introducción
Durante los años y años en que he ejercido la docencia universitaria, he ido observando ciertas regularidades en la composición de las aulas. Concretamente, he constatado que en los estudios relacionados con las ciencias (en inglés STEM, acrónimo de Science, Technology, Engineering and Mathematics), la proporción de chicos sobre el total suele superar ampliamente el 50 %.
Ante este patrón, que se repite curso tras curso, no puedo evitar hacerme algunas preguntas. ¿Qué factores determinan que los y las estudiantes de bachillerato y ciclos superiores se decanten por unos estudios universitarios u otros? Particularmente, me pregunto por qué las chicas, que suelen ser tan brillantes en matemáticas, tienden a rehuir estudios como las ingenierías o la informática. Para encontrar respuestas a estas preocupaciones, el presente artículo, por un lado, presenta los principales resultados obtenidos por la investigación académica en este campo. Y, por otro lado, ofrece un análisis descriptivo de los datos de prematrícula universitaria en Cataluña, para comprender cuál es la situación actual en nuestro territorio.
2. Qué dice la literatura
Si se accede a las bases de datos Scopus y Web of Science (dos de las principales bases de datos bibliográficas que recopilan literatura científica de diversas disciplinas) y se hace una búsqueda de artículos que traten el tema de la desigualdad de género en los estudios STEM, se encontrará una cantidad ingente de estudios de todo tipo: estudios de países concretos, diferentes metodologías, etc. Si tuviéramos que sintetizar todos esos resultados en una sola frase, se podría decir que la brecha de género en la elección de los estudios universitarios STEM es debida a una compleja amalgama de factores culturales, sociales, psicológicos, económicos, laborales e institucionales.
Si retrocedemos a la tierna infancia de las personas, se puede ver que hay ciertos estereotipos que se van cocinando a fuego lento. Mientras que los niños tienden a jugar con coches y camiones, las niñas prefieren (influidas por su entorno) cuidar muñecas. Este hecho, juntamente con las expectativas de los progenitores (y de la sociedad), puede explicar que las chicas tiendan a preferir estudios relacionados con las ciencias sociales, las humanidades y el cuidado de los demás (medicina o enfermería). En esta elección también influye aquello que la sociedad espera de las chicas: que tengan que compaginar la vida laboral y familiar, algo bastante complicado en las ocupaciones relacionadas con los estudios STEM.
Seguidamente, se puede destacar la existencia de una serie de factores psicológicos, empezando por la llamada brecha de confianza, fenómeno según el cual las chicas tienden a subestimar sus propias habilidades y competencias. Este hecho es paradójico, dado que a menudo las chicas cuentan con un nivel de preparación y capacidad similar o superior al de los chicos. Igualmente nocivo y pernicioso es el llamado síndrome de la impostora, según el cual muchas chicas dudan de sus propias capacidades, competencias y logros académicos en materias científicas y matemáticas, a pesar de las evidencias objetivas de lo contrario. Por si estas afectaciones no fueran ya bastante graves, también se tiene que sumar el efecto de la ansiedad matemática (respuesta emocional afectiva negativa que genera estrés, miedo o bloqueo ante cálculos y problemas matemáticos). Un estudio reciente (Vos et al., 2023) ha demostrado que la ansiedad matemática es un mediador significativo en la relación entre el género y el rendimiento matemático, es decir, que afecta más a las chicas que a los chicos. De hecho, Leslie et al. (2015) argumentan que las mujeres están muy infrarrepresentadas en los ámbitos en que se cree que el talento innato es el requisito principal para el éxito, puesto que se las estereotipa errónea e injustamente como carentes de este talento.
Además, no debemos olvidar el efecto que ejerce, en la época escolar, el entorno social en la formación de preferencias por unas materias u otras, las cuales acaban determinando posteriormente la elección del grado universitario. De este modo, Raabe et al. (2019) diferencian entre la influencia de los amigos (friend influence), que hace referencia a la tendencia del estudiantado a desarrollar preferencias por aquellas materias que gustan a sus amigos y amigas más próximos, y la exposición a los pares (peer exposure), según la cual las chicas desarrollarán una preferencia por las materias STEM si en su clase ya hay chicas con estas preferencias. Se trataría, pues, de una especie de contagio académico.
Un aspecto que merece especial atención es el de la cultura empresarial y el entorno de trabajo. La perspectiva de trabajar en una organización con una mayoría de hombres (especialmente en las posiciones de gestión y dirección) no es muy motivadora ni alentadora para muchas chicas que tienen que decidir sus estudios universitarios. La realidad es que la cultura laboral en los ámbitos STEM puede ser poco acogedora (incluso hostil) para las mujeres, por varios motivos: la discriminación en el entorno de trabajo, las oportunidades limitadas de promoción y la presencia continua de micromachismos (actitudes, comportamientos o comentarios que refuerzan estereotipos tronados y que contribuyen a mantener la desigualdad de género), entre otros.
Considerando en conjunto todos estos factores, no hay que pensar que la pérdida de interés por parte de las chicas en materias STEM ocurre en un momento puntual de su vida. Más bien al contrario, se trata de un fenómeno que tiene lugar gradualmente a lo largo de su vida escolar, universitaria y laboral. Kelly (1985) describió este fenómeno en un artículo titulado «The Construction of Masculine Science», donde creó la metáfora de la cañería con escapes (leaky pipeline) para describir la pérdida progresiva de mujeres en los campos de la ciencia y la tecnología a medida que avanzan en las diferentes etapas académicas y profesionales. Desde entonces, el concepto ha sido adoptado y ampliamente estudiado por investigadores que analizan los factores que contribuyen a la infrarrepresentación de las mujeres en los ámbitos STEM.
3. La situación en Catalunya
Una vez revisadas las principales contribuciones académicas en este ámbito, es pertinente echar un vistazo a los datos oficiales de prematrícula universitaria en Cataluña. Estos datos nos dicen que, en 2022, se registraron poco más de 44.000 solicitudes de matriculaciones universitarias por parte de estudiantes de bachillerato y de ciclos formativos superiores. Dado que hay una gran diversidad en la oferta de grados universitarios, y para sintetizar el análisis, clasificamos todos estos grados en las siguientes cinco categorías:
• Educación.
• Artes y humanidades.
• Ciencias sociales, administración de empresas y derecho.
• Ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).
• Salud, bienestar y servicios.
La tabla 1 muestra la proporción (en porcentajes) de estudiantes que eligen como primera opción un grado en alguna de estas cinco categorías.
Tabla 1. Distribución porcentual de la prematriculación universitaria (I)
Un rápido vistazo a estos resultados nos permite llegar a conclusiones interesantes. En primer lugar, que casi un 59 % de las prematrículas corresponden a chicas, lo cual no es ninguna casualidad. Además, globalmente los estudios STEM son los más solicitados, seguidos de cerca por los estudios en ciencias sociales, administración de empresas y derecho, y, un poco por detrás, por los estudios en salud, bienestar y servicios. Aun así, las proporciones de chicas y chicos en cada una de las categorías es muy desigual. En este sentido, la tabla 2 muestra la proporción entre chicas y chicos dentro de cada categoría de estudios.
Tabla 2. Distribución porcentual de la prematriculación universitaria (II)
Es en esta tabla donde realmente se observa el gran desequilibrio existente entre las distintas categorías académicas. La categoría STEM es la única con una mayoría masculina (un 62 %), mientras que las otras cuatro categorías son mucho más solicitadas por las chicas, empezando por los estudios en educación (más de un 83 %), donde el desequilibrio es más acusado. La tabla 3 completa este análisis mostrando la proporción entre categorías dentro de cada género.
Tabla 3. Distribución porcentual de la prematriculación universitaria (III)
Aquí podemos observar que las chicas prefieren los estudios en ciencias sociales, administración de empresas y derecho (un 28 %), y en salud, bienestar y servicios (otro 28 %). Por su parte, 43 de cada 100 chicos tiene como principal preferencia un grado en estudios STEM. Es un hecho notable que los chicos rehúyan en masa los estudios en educación, en que la proporción masculina no llega al 3 %. Sin embargo, el análisis y la reflexión sobre esta otra brecha escapa del objetivo de este artículo.
Cerraremos el análisis adentrándonos en el terreno de la relación existente entre calificación y género. En este sentido, la evidencia para el año 2022 es inequívoca: las chicas tienen un rendimiento superior al de los chicos. La figura 1 refleja este hecho mediante un diagrama de caja, donde se puede apreciar que tanto la mediana como la distribución entera de la nota de acceso (sin los cuatro puntos opcionales) de las chicas supera a la de los chicos.
Figura 1: Diagrama de caja de la nota de acceso al grado según el género
Así, observamos que la nota mediana de las chicas (7,7) es medio punto superior a la de los chicos (7,2). Además, alrededor de la media, el 50 % de las chicas tienen una nota de acceso en el intervalo [6,9; 8,6], mientras que este intervalo para los chicos es [6,4; 8,1]. Parece ser, pues, que el rendimiento académico superior de las chicas no es un mito ni un estereotipo, sino una realidad muy contrastada
4. Conclusiones e impacto en la sociedad
Una vez analizados los hallazgos académicos en este campo, así como los resultados observados en nuestro territorio, debemos preguntarnos cómo nos afecta esta brecha de género en los estudios STEM. En este sentido, se pueden hacer varias lecturas. Para empezar, la brecha de género en los estudios STEM implica un derroche gigantesco de capital humano, puesto que muchas chicas renuncian a estudios científicos y tecnológicos a pesar de poseer habilidades matemáticas y de razonamiento abstracto, además de ganas e interés. Este hecho es especialmente grave en un contexto en que hay una carencia de recursos humanos calificados en áreas como la ingeniería computacional, entre otros. Pero es que, además, una mayor presencia femenina en estos ámbitos enriquecería muchos equipos de trabajo, que serían más eficientes en la resolución de problemas al poder afrontarlos desde diferentes ángulos y perspectivas.
No debemos olvidar que la brecha de género en los estudios STEM tiene un impacto devastador en el mercado laboral y en la desigualdad social. Para empezar, esta brecha potencia la segregación horizontal, es decir, la concentración desproporcionada de mujeres en sectores feminizados (como las tareas de cuidados), en trabajos invisibilizados, infravalorados y poco remunerados. Además, tampoco debemos olvidar la segregación vertical, es decir, la distribución no uniforme de mujeres y hombres en la jerarquía interna de las organizaciones, con una escasa representación de mujeres en cargos de alta dirección y liderazgo. Estas dos segregaciones hacen que haya una brecha salarial permanente entre hombres y mujeres. Pero es que, encima, las mujeres son objeto de una mayor contratación temporal y a tiempo parcial, sin olvidar la discriminación retributiva que acontece cuando la diferencia entre los salarios de hombres y mujeres no se justifica por una aportación diferente de valor en su actividad profesional y solo se puede explicar en función del género. Todo este cúmulo de circunstancias condena a las mujeres a situaciones de perpetua precariedad laboral y económica.
Una vez analizada la situación, podemos preguntarnos cómo se enmienda este desbarajuste. En el ámbito académico se han propuesto todo tipo de medidas en los ámbitos culturales, educativos, laborales y estructurales. Algo está claro: se debe actuar desde el principio, introduciendo a las niñas en las materias STEM desde muy pequeñas para despertar su interés y reforzar la confianza en sí mismas. Mostrarles los hitos logrados por científicas, ingenieras y matemáticas a lo largo de la historia sería un buen comienzo. Si estas figuras históricas han destacado en sus ámbitos de conocimiento contra viento y marea, las chicas de hoy en día también lo pueden hacer. La cuestión es que el entorno se lo ponga fácil, ¿verdad?
Referencias bibliográficas
Kelly, A. (1985). The construction of masculine science. British Journal of sociology of education, 6(2), 133-154.
Leslie, S. J., Cimpian, A., Meyer, M., & Freeland, E. (2015). Expectations of bri lliance underlie gender distributions across academic disciplines. Science, 347(6219), 262-265.
Raabe, I. J., Boda, Z., & Stadtfeld, C. (2019). The social pipeline: How friend influence and peer exposure widen the STEM gender gap. Sociology of Education, 92(2), 105-123.
Vos, H., Marinova, M., De Léon, S. C., Sasanguie, D., & Reynvoet, B. (2023). Gender differences in young adults’ mathematical performance: Examining the con tribution of working memory, math anxiety and gender-related stereotypes. Lear ning and Individual Differences, 102, 102255.