La ciudad informal: urbanismos en busca de la reinvención urbana

7 noviembre, 2017

¿Quién es el responsable de diseñar y planear la ciudad hoy en día? ¿Qué conocimientos son necesarios para abordar las problemáticas que lo urbano nos platea? ¿Qué instituciones necesita la gobernanza de metrópolis cada vez más complejas? ¿Dónde podemos encontrar inspiración para planear las ciudades venideras? En tiempos recientes hemos visto cómo esas cuestiones adoptan renovada relevancia y hemos presenciado también cómo desde lugares inesperados se insinúan novedosas respuestas. Así podríamos describir toda una serie de proyectos promovidos por los habitantes de la ciudad, iniciativas en las que vecinas y ciudadanos se lanzan a intervenir en el espacio público, ya sea mediante el cultivo de huertos, la ocupación de plazas o la auto-gestión de espacios diversos.

Esta es una plaza, Madrid.

Madrid, Barcelona, y otras ciudades han visto proliferar espacios donde sus habitantes se hacen cargo de asuntos urbanos: intervienen en el espacio, diseñan su organización, construyen sus infraestructuras y coordinan su uso. Lo que antes eran atribuciones del Estado o privilegios del sector privado son tareas asumidas ahora de manera libre y comprometida por el vecindario. Estamos ante formas singulares de relación con la ciudad, experimentos urbanos que exploran otra forma de vida urbana. Formas de urbanismo insurgente que desafían los modos convencionales de hacer ciudad y las instituciones y los saberes convencionales en esa práctica. Proyectos esperanzados que se esfuerzan por alumbrar otra ciudad distinta, una vida en común diferente.

Esto que en años recientes ha ocurrido en España no es una singularidad absoluta — aunque tiene aspectos distintivos, como describiré en la cuarta pieza Urbanismo libre: cuidar de la ciudad común—. Intervenciones similares en el espacio público se desarrollan con a lo ancho y largo de la geografía global: de Bogotá a Berlín, de Nueva York a Yakarta, un urbanismo insurgente ha proliferado durante la crisis económica global desencadenada en 2008 (Zeiger, 2011). Intervenciones caracterizadas en otras geografías por su carácter temporal, el uso de espacios vacantes, la ocupación al margen de la legalidad, la ausencia de financiación privada o pública, la limitación de recursos y la ligereza y provisionalidad de las infraestructuras materiales que se construyen (Iveson, 2013). Todo un repertorio de conceptos han sido alumbrados para referirse a estas modestas formas de hacer ciudad, cada uno de los cuales destaca aspectos específicos: urbanismo DIY (Iveson, 2013), urbanismo táctico (Zeiger, 2011) o makeshift city (Vasudevan, 2015).


Juhu slum, Mumbai.

Esas formas de hacer ciudad a contra-corriente de la urbe formal y los modos de diseño institucional muestra una enorme diversidad de expresiones a lo ancho del globo, como muestra Jeffrey Hou (2010) en una compilación sobre lo que designa como espacios públicos insurgentes (Insurgent Public Space. Guerrilla urbanism and the remaking of contemporary cities). Desde una perspectiva interdisciplinar, el volumen describe una tipología diferenciada de prácticas de resistencia que incluyen la apropiación, reclamación, pluralización, transgresión, desvelamiento y contestación de las formas convencionales del espacio público.

Alabadas por su naturaleza insurgente, su condición resistente y antagonista, la literatura académica oscila entre la conceptualización de estos proyectos ciudadanos como actos de insurgencia (a la manera de Hou) o criticarlos porque acaban siendo cooptados por las administraciones públicas y el sector privado. Huertos o espacios auto-gestionados que son instrumentalizados a favor de proyectos de ‘regeneración urbana’ que simplemente engrasan políticas regresivas y reproducen formas de gobernanza neoliberal (Mould, 2014). En mitad de esa ambigüedad, el urbanismo DIY/insurgente/táctico puede leerse dentro de la amplia ola de movimientos que reclaman en tiempos recientes el derecho a la ciudad, como hace Kurt Iveson. Una reclamación a determinados derechos sobre el espacio y la vida urbana, como Henry Lefebvre nos enseñó décadas atrás. Pero podemos hacer también una lectura alternativa según la cual esos proyectos no señalan nuevos derecho sobre la ciudad sino una ciudad distinta dentro de aquella que conocemos. La ciudad que contesta la autoridad de las instituciones, la representación de la política convencional y la experticia del saber del saber experto.

Esas experiencias que problematizan las formas tradicionales del urbanismo conectan con tradiciones históricas que durante la década de los setenta desarrollaron colectivos de arquitectura como Ant Farm y Archigram en EE UU, entroncan con la experiencia contracultural de los back to the land, y tienen resonancias con experiencias italianas como Global Tools. Intentos todos ellos por repensar la práctica misma de la arquitectura. Más aún, sería posible trazar un hilo que permite establecer algunas continuidades con los movimientos de embellecimiento y mejoras urbanas del siglo XIX, justo antes de la institucionalización del urbanismo, como hace Emily Talen (2015). Una época en la que las mejoras urbanas son promovidas desde abajo por ciudadanos, llevadas a cabo por personas individuales o pequeñas asociaciones que realizan intervenciones incrementales de pequeña escala.

Instant City, Archigram.

Estas formas de urbanismo que ahora presenciamos en las ciudades del norte constituye en realidad la práctica fundacional de muchas ciudades del sur global. Grandes urbes auto-construidas lenta y afanosamente por sus propios habitantes en las periferias informales de las grandes metrópolis. Sin la presencia de expertos tradicionales, los propios habitantes diseñan y construyen sus hogares y tienden las infraestructuras necesarias para sostener la posibilidad de habitar la ciudad, mezclando pericia técnica con la implicación política (Holston, 1991; Annand, 2011). Quienes han sido expulsados de la ciudad autoconstruyen materialmente su derecho a habitarla en lo que James Holston ha designado como ejercicios de ciudadanía insurgente. A través de ellos nos demuestran otra manera de pensar en la cuidad, sus fuentes de creatividad y el lugar que sus habitantes pueden jugar en su diseño material, como desarrollo en la segunda pieza de esta serie titulada Teoría favela: la autoconstrucción del sur global.

Las ciudades contemporáneas nos descubren formas de urbanismo que desafían los lugares, conocimientos, materiales y fuentes de autoridad del planeamiento institucional. No son los expertos desde sus departamentos públicos de urbanismo quienes trazan las líneas del diseño de la ciudad sino vecinas y habitantes concernidos que se involucran en la construcción material del espacio público. Una ciudad provisional y frágil, vulnerable y distinta emerge como resultado de ejercicios donde las vecinas se involucran colectivamente en los asuntos urbanos.

Podemos aproximarnos a esos urbanismos insurgentes que alumbran una ciudad informal precaria desde dos perspectivas. La tradición disciplinar del urbanismo los ha pensado como ejercicios que reconfiguran la práctica profesional de los urbanistas y arquitectos, formas de compromiso político e implicación directa con aquellas comunidades con las que trabajan. Otra segunda aproximación piensa estas modalidades de urbanismo como una práctica extendida que desborda su carácter técnico y disciplinar, el urbanismo se entiende desde esta perspectiva como una forma de implicarse en el diseño y la construcción cotidiana de la ciudad. Dos fuentes teóricas para contextualizar la singularidad de los urbanismos que han emergido en tiempos recientes en algunas ciudades del norte y que nos ayudan a entender la extensa práctica a través de la cual se hace la ciudad en el sur global.

Esta pieza es la introducción de una serie de cuatro textos (incluido el presente) en los cuales me referiré a tres tradiciones distintas que nos ayudan a pensar qué significa hacer ciudad hoy en día: (i) los urbanismos informales de la ciudad del sur global, (ii) el urbanismo insurgente surgido desde la década de los setenta dentro de la disciplina del urbanismo y (iii) las intervenciones ciudadanas desarrolladas en ciudades del norte que describiré a través de la experiencia reciente en la ciudad de Madrid. En la serie me referiré primero a los urbanismos subalternos de las ciudades del sur global y al desafío teórico que nos plantean: teorizar la ciudad en nuevos términos desde la favela, el slum y la villa miseria: Teoría favela: la auto-construcción del sur global. En la segunda pieza haré un recorrido por las tradiciones del urbanismo comprometido políticamente desarrolladas de la década de los 70 en la disciplina: Urbanismos insurgentes: un proyecto de emancipación urbana. En la tercera contribución regreso sobre las experiencias en ciudades europeas y de manera particular sobre el caso de Madrid, donde he realizado mis investigaciones desde el año 2010, ahí señalaré una expresión singular que adoptan estos urbanismos ciudadanos. Lo que llamaré urbanismo libre señala la convergencia entre las prácticas urbanas de autoconstrucción y la cultura libre surgida en Internet: Urbanismo libre: cuidar de la ciudad común.

Pudiera parecer anecdótico para las grandes teorías urbanas cada una de estas experiencias, pero lo cierto es que nuestras ciudades se enfrentan cada día a problemáticas de mayo alcance: flujos globales que las desbordan, especulaciones financieras que las doblegan y problemas medioambientales que las sobrepasan. Problemáticas que requieren un renovado equipamiento teórico para pensar la ciudad y acometer el diseño de una vida futura vivible. Y eso es lo que nos ofrecen muchas de estas experiencias: recursos para repensar la ciudad. Deberíamos juzgarlos no por su dimensión espacial sino por su escala conceptual. Son relevantes porque nos ofrecen herramientas teóricas para pensar la ciudad en nuevos términos, al menos eso es lo que argumenta Vijayanthi Rao (2006) al proponer que pensemos en el slum (o la favela) como teoría. La favela convertida en el lugar desde el que teorizar no solo la periferia sino la ciudad misma, un punto de partida sobre el cual se sostiene esta serie de piezas.

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Anand, N. (2011). Pressure: The PoliTechnics of Water Supply. Cultural Anthropology, 26(4), 542–564. Holston, J. (1991). Autoconstruction in Working-Class Brazil.“ Cultural Anthropology. Cultural Anthropology, 6(4), 447- 465. Hou, J. (Ed.). (2010). Insurgent Public Space. Guerrilla urbanism and the remaking of contemporary cities. London, New York: Routledge. Iveson, K. (2013). Cities within the City: Do-It-Yourself Urbanism and the Right to the City. International Journal of Urban and Regional Research, 37(3), 941–956. Mould, O. (2014). Tactical Urbanism: The New Vernacular of the Creative City. Geography Compass, 8(8), 529–539. Rao, V. (2006). Slum as theory: the South/Asian city and globalization. International Journal of Urban and Regional Research, 30(1), 225-232. Talen, E. (2015). Do-it-Yourself Urbanism: A History. Journal of Planning History, 14(2), 135-148. Vasudevan, A. (2015). The makeshift city: Towards a global geography of squatting. Progress in Human Geography, 39(3), 338-359. Zeiger, M. (2011). The Interventionist’s Toolkit. Places Journal.

Autor / Autora
Profesor colaborador en la asignatura Tecnopolítica, redes y ciudadanía del Máster Universitario de Ciudad y Urbanismo. Antropólogo y doctor por la Universitat Oberta de Catalunya.Ha trabajado como investigador en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC),Madrid, el Center for Research on Socio-Cultural Change (CRESC) de la Universidad de Manchester y en el Internet Interdisciplinar Institute (IN3) de la UOC. Líneas de investigación: culturas digitales y la ciudad.
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