Mamá, quiero estudiar en la universidad

28/04/2022
Foto: MD Duran en Unsplash.

El interés por evitar la discriminación por razones de género ha permitido identificar como, en relación con la educación superior, todavía persisten modelos culturales que llevan a que hombres y mujeres adopten roles todavía diferentes. Pero da la sensación de que hasta ahora se ha prestado poca atención al (posible) rol de las madres en las decisiones que toman las personas jóvenes en relación con sus estudios universitarios. A continuación, se aportan algunas ideas en esta línea.

Uno de los aspectos clave de la ampliación del acceso a la educación superior ha sido la incorporación de las mujeres a la universidad en general, y de forma específica a los estudios de salud. Este proceso de feminización tiene un alto valor simbólico en la medida en que representa la conquista de los espacios del saber por aquellas que, históricamente, lo tenían muy limitado.

Según el último informe Education at a Glance, en España, el 54 % de las mujeres de entre 25 y 34 años tiene estudios superiores, muy por encima de la proporción de los hombres, de un 41 %. De hecho, tanto la tasa de acceso como la de graduación de las mujeres están por encima de las medias tanto en lo que respecta a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como a la Unión Europea (UE).

En el caso de los estudios de salud, la proporción de mujeres sobre el total de personas matriculadas en los estudios de grado ha evolucionado en Cataluña desde un 73,7 % en el curso 2014-2015 hasta un 74,9 % en el curso 2019-2020, ello solo contabilizando las universidades públicas, que es de las que se ha encontrado información.

Ahora bien, la superioridad numérica de las mujeres en la universidad no puede interpretarse automáticamente como una igualdad ya conseguida. Seguimos teniendo el reto de superar el espejismo de la igualdad y hacer real y efectiva la igualdad entre hombres y mujeres. Pero en esto la formación tiene mucha incidencia.

Por ejemplo, el último informe de AQU Cataluña sobre inserción laboral concluye que la educación sigue actuando como un elemento de movilidad social ascendente y, sobre todo, como un mecanismo de igualación de oportunidades en términos de sexo. Aun así, en este mismo informe se hace hincapié en que, si bien la igualdad en el acceso a los estudios superiores universitarios podía aumentar las oportunidades laborales de las mujeres, la segmentación que se produce en la elección de los estudios hace pensar que todavía queda camino por recorrer hasta lograr una igualdad de posiciones en el mercado laboral.

Y, justamente, uno de los aspectos todavía poco estudiados son los motivos concretos que inciden en la toma de decisión de las futuras estudiantes universitarias. Este artículo pretende abordar brevemente si en el proceso de selección de estudios se detecta alguna incidencia de las características de la madre.

Para hacerlo se ha escogido utilizar un indicador medible como es el nivel de estudios de la madre [1].

Para concretar, en la tabla 1 puede verse la proporción que suponen, entre los estudiantes que accedieron a estudios de grado de salud de las universidades catalanas en el curso 2020-2021, aquellos que tenían una madre con nivel de estudios bajo, medio o alto [2].

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la Oficina de Acceso a la Universidad. Proporciones calculadas a partir de los estudiantes con plaza asignada en las universidades de acuerdo con el proceso de preinscripción centralizado (universidades públicas además de la Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña) en el curso 2020-2021.

De hecho, si ampliamos el análisis a todos los estudios de grado, no solo los de salud, los resultados son muy similares (tabla 2).

Cualquiera de las dos tablas muestra como parece haber relación entre el nivel de estudios de la madre y el porcentaje de estudiantes que accedieron a estudios de grado. Así, a escala global, un 32,6 % de las mujeres que accedieron a la universidad en ese curso académico tiene madres con un nivel de estudios bajo, mientras que un 41,2 % tiene madres con un nivel de estudios alto. Pero esta diferencia no es necesariamente una evidencia de carencia de equidad en el sistema. Para sacar esta conclusión hay que comprobar qué proporción de la población en edad de acceder a la universidad tiene madres con este nivel de estudios, con el objeto de poder compararlo con este dato. Este dato no es conocido, pero puede encontrarse una aproximación, calculando por el conjunto de mujeres residentes en Cataluña, de cierta edad, qué proporción tiene un nivel de estudios más bajo o más alto. Como edad de referencia se ha optado por la franja entre 40 y 59 años, adoptada habitualmente a escala internacional, y se ha recogido el resultado de esta aproximación en la tabla 3.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del censo del 2011 (INE). Distribución del conjunto de la población (de la edad consignada en el momento de la recogida de datos) según el nivel de estudios y calculada a partir de los factores de elevación proporcionados por el INE.

También se ha incluido en la tabla 3, para que sirva de referente, el mismo dato referido al conjunto de mujeres con edades entre 25 y 64 años, que nos permite constatar la evolución de las últimas décadas de esta distribución. Por lo tanto, en 2020, el 33,6 % de las mujeres catalanas tenía un nivel de estudios bajo, mientras que sus hijos e hijas solo son el 30,8 % de los estudiantes. Pero, sobre todo, la diferencia se encuentra en el nivel de estudios medio, donde, con un 34,5 % de mujeres, sus hijos e hijas son el 25,3 % de estudiantes, casi 10 puntos menos. Este desequilibrio lo mediremos calculando unos diferenciales en estas proporciones, que en este caso son de -2,8 % (bajo), -8,7 % (medio) y 11,5 % (alto). Este es un indicador claro de carencia de equidad en el acceso a la universidad. Pero, como se apuntaba más arriba, nos interesa explorar si hay evidencias de un rol diferente de las madres. Por eso, en la tabla 4 se recogen los mismos diferenciales, calculados ahora por separado, para las diferentes combinaciones de padre/madre e hijo/hija.

Los valores de esta tabla 4 son muy llamativos, en la medida en que marcan diferencias importantes entre el impacto que tienen el nivel de estudios del padre y el nivel de estudios de la madre. Pero también —y esto es más original en relación con la investigación existente— que este impacto parece diferente en función de si se trata de un estudiante mujer u hombre. E, incluso, los datos sugieren una posible interacción. Esto querría decir que, cuando es la madre la que tiene un nivel de estudios bajo, hay algún tipo de influencia que favorece que sus hijos tengan mayor probabilidad de acceder a la universidad que si es el padre el que tiene un nivel de estudios bajos. Y que esta influencia es todavía más fuerte en el caso de las hijas. En definitiva, estos resultados deberían servir de llamada de atención para animar a que se haga más investigación en relación con los roles que adoptan las madres en relación con los estudios universitarios de sus hijos e hijas. Y desde aquí animamos también a los estudiantes universitarios a abordar este tipo de análisis en sus TFG o TFM.


Referencias:

[1] Los datos presentados a continuación se refieren solo a las universidades públicas, dado que son las únicas disponibles. Por lo tanto, los resultados podrían estar sesgados, pero entendemos que son bastante relevantes.

[2] La clasificación utilizada es la siguiente: bajo (ISCED 0;1;2), medio (ISCED 3;4), alto (ISCED 5;6), donde ISCED 0, 1 y 2 corresponden a estudios máximos hasta la educación secundaria obligatoria; ISCED 3 corresponde a la educación secundaria no obligatoria (bachillerato y ciclos formativos de grado medio), y ISCED 5 y 6 corresponden a educación superior (ciclos formativos de grado superior o bien educación universitaria).

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Autor / Autora
Presidente de la Societat Catalana d’Estadística. Profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC
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