Los Orígenes de la Deontología Policial

22 octubre, 2013

 (La Policía Metropolitana de Londres)

Los orígenes de la deontología policial los podemos situar en Inglaterra, concretamente en Londres, en el año 1829 con la creación de la Policía Metropolitana de Londres. El entonces Ministro del Interior, Sir Robert Peel, creía que no podían salir a patrullar por las calles de Londres sin unos principios que deberían guiar su actuación.

Estos principios son:

  1. Prevenir el delito y el desorden antes que reprimirlos por la fuerza militar y por la severidad de las penas previstas por la ley.
  2. No olvidar que si la policía quiere cumplir con sus funciones y sus obligaciones hace falta que la ciudadanía apruebe su existencia, sus actos y su comportamiento y que la policía sea capaz de ganar y conservar el respeto de la ciudadanía.
  3. No olvidar que ganar y conservar el respeto de la ciudadanía significa también asegurarse la cooperación de un público dispuesto a ayudar a la policía a hacer respetar las leyes.
  4. No olvidar que cuanto más se obtenga la colaboración de la ciudadanía menos se tendrá que utilizar la fuerza física y la coacción para conseguir los objetivos policiales.
  5. Se tiene que obtener y conservar la aprobación de la ciudadanía, sin adular a la opinión pública, y servir siempre de forma imparcial la ley, con total independencia de la política. También se tiene que proporcionar servicio a toda la ciudadanía sin tener en cuenta su riqueza o condición social. Se ha de ser cortés, amigable y no dudar en sacrificarse por proteger y preservar la vida de la ciudadanía.
  6. Sólo se tiene que utilizar la fuerza física en los casos donde la persuasión, los consejos y advertimientos hayan sido infructuosos para conseguir el respeto a la ley o el restablecimiento del orden. En estos casos, se debe emplear el mínimo de fuerza física que sea necesario para conseguir los objetivos de la policía.
  7. La policía, en todo momento, debe mantener una relación con el público que haga realidad la tradición de que la policía es la ciudadanía y el ciudadano es el policía. Los policías simplemente son miembros de la ciudadanía a los que se les paga para que presten plena dedicación a los deberes que incumben a todos y cada de los ciudadanos en aras del bienestar y la coexistencia de la comunidad.
  8. No olvidar nunca la necesidad de atenerse estrictamente a las funciones de policía y abstenerse de usurpar, aunque sea sólo en apariencia, los poderes del aparato judicial para vengar a las personas o al Estado y para juzgar autoritariamente sobre la culpabilidad y castigar a los culpables.
  9. Comprender que el criterio de la eficacia es la ausencia de delitos y desórdenes, y no la manifestación visible de la acción de la policía para llegar a este resultado.

Desde su origen la Policía Metropolitana de Londres se va en estos principios fundamentales con una especial importancia en la formación policial, la prioridad de la prevención y la necesidad de mantener unas buenas relaciones entre el pueblo y la policía.

Cuando leemos los principios de Sir Robert Peel tenemos que recordar que estamos hablando de un documento de principios del siglo XIX y nos tiene que hacer reflexionar porque sus principios todavía podrían ser de aplicación en el siglo XXI.

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