La complejidad en el análisis y el diseño del espacio público

11 octubre, 2013

El pasado jueves día 26 de septiembre celebramos, en la Sala Raval del CCCB, la primera sesión del ciclo de debates sobre Espacio Público, en el marco del posgrado Espacio Público: políticas urbanas y ciudadanía, organizado por la UOC y la UAB. Esta primera jornada de debate trató sobre las oportunidades del diseño colaborativo del espacio público. Tuve el privilegio de moderar una mesa, presentada por Joan Subirats, co-director del posgrado; y con la participación de Paco González, que trató sobre las dinámicas colaborativas en red y el impacto que facilita el uso de las TIC; y Tomás Sánchez-Criado, que abordó el potencial del diseño colaborativo en el marco de movimientos de lucha por la accesibilidad .

El objetivo del postgrado en Espacio Público es visibilizar y analizar su complejidad e incertidumbre. Movilizar las múltiples dimensiones y capas que atraviesan el espacio público, y trabajar las formas de incorporarlas en los procesos de gestión y diseño. Y esta primera jornada de debate reflejó precisamente esta complejidad y las dificultades u oportunidades para movilizar las múltiples realidades del espacio público en su diseño o gestión.

El espacio público no es una realidad sólo simbólica, ni tampoco un recipiente que puede contener o permitir cualquier uso o realidad social. El espacio público, de hecho, es una realidad heterogénea en la que es complicado marcar nítidamente la frontera entre lo social y lo técnico. Para entender la complejidad del espacio público debemos atender al impacto que el entorno material tiene en nosotros. Las materialidades no son un elemento pasivo ni un intermediario fiel en manos de los arquitectos o políticos. Promulgan determinadas formas de relación y usos. Determinadas formas de convivencia. Determinadas realidades sociales. Si reconocemos la agencia de la materialidad en la configuración del espacio, entendemos que el diseño del espacio público, aunque en ningún caso será definitivo ni un producto cerrado, nunca es algo neutral. Determinadas composiciones del espacio permitirán que emerjan unos usos o realidades y no otros.

Por otra parte, la complejidad del espacio público nos pide que aprendamos a gestionar realidades múltiples. El espacio público está atravesado por diferentes dimensiones, capas y formas de realidad, a menudo, en conflicto. Precisamente, la complejidad del espacio público proviene de la multiplicidad de posibilidades de acción y composición, y la interacción e intersección entre las múltiples dimensiones del espacio público. Esta complejidad está presente en todo momento en la construcción y gestión del espacio público. Solemos pensar que los espacios están pensados antes de ser construidos, pero el diseño no es una intervención sobre un mundo pasivo, sino un conjunto de transacciones y negociaciones entre materiales, capas, formas, arquitectos, usuarios o políticos.

Así, partiendo de la heterogeneidad y multiplicidad del espacio público podremos analizar su configuración y sus impactos. Y entender el diseño de espacios públicos como la producción de conexiones y lazos que hacen que una variedad de elementos se congreguen, se agrupen y formen un determinado escenario social. Los espacios y sus usos y usuarios se constituyen mutuamente, y al mismo tiempo. Lo social no tiene valor explicativo en el análisis del espacio público, sino que es precisamente la variable a explicar. En definitiva, se trata de un proceso de aprendizaje y ajuste constante entre las múltiples dimensiones y capas. De experimentación colectiva, a medida y tiempo reales.

Como pudimos debatir en la sesión, en el marco del análisis, el diseño o la gestión del espacio público, las formas de participación de la ciudadanía pueden ser un recurso muy interesante para el reconocimiento, la movilización e incorporación de diferentes formas de realidad que atraviesan el espacio público. Permiten hacer visibles, representar e incorporar nuevos grupos y realidades. Considero que en el marco de procesos de diseño o gestión del espacio público, una mayor democratización implica el replanteamiento de la categoría de sujeto político y el funcionamiento de las técnicas de representación. El debate no está entre representación o participación directa. Sino entre (nuevas) formas y modelos de representación.

Y en este sentido, el programa de Espacio Público no puede escapar del contexto político actual. Un contexto que muchos han denominado de cambio de época. La ciudadanía exige reinventar las formas democráticas y la relación entre las instituciones públicas y la ciudadanía. Hablamos, por tanto, de una crisis de representación. Una crisis de la lógica de delegación, sin embargo, que va más allá de la esfera de la política. También podemos observar una crisis en lo que podríamos llamar la delegación científica o técnica.

La ciudadanía ha tomado conciencia de que las innovaciones científicas y técnicas, y aquí debemos incluir los procesos de diseño urbano, nos afectan, nos transforman. Va perdiendo la fe ciega y exige participar en lo que le afecta, evidenciando así una crisis de confianza en este otro tipo de expertos. Nos encontramos, por tanto, en un contexto de redefinición de la posición del experto y de crisis de la noción de delegación, a partir de la cual se ha basado el funcionamiento de la actividad política y científica o técnica hasta el momento.

En definitiva, la sesión permitió debatir sobre el papel de las prácticas de diseño colaborativo en este contexto de crisis de la (doble) delegación política y técnica y de redefinición del papel de los expertos. Y las intervenciones de los participantes en la mesa y el debate posterior permitieron visualizar y transmitir un interesante perspectiva del diseño y la gestión del espacio público como un experimento (político) constante, a medida y tiempo real.

Podéis ver la grabación completa de la jornada aquí.

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