Economía circular para una nueva economía urbana (I)

5 diciembre, 2022
Imagen: Freepik
 
Ciudades, parte del problema y punto de partida para la solución

Según datos del Programa de Medio Ambiente de la Naciones Unidas, las ciudades son responsables del consumo de 75% de los recursos naturales, 66% de la energía producida y 54% de los materiales del mundo, y se espera que para 2050 consuman el 80% de los alimentos disponibles. Adicionalmente, emiten entre el 50% y el 80% de los gases de efecto invernadero globales y generan la mitad de los residuos sólidos del planeta. A pesar de estos datos, como motores principales del desarrollo económico, los ámbitos urbanos son cruciales para impulsar la agenda de la economía circular, ya que poseen una alta concentración de recursos, capital, datos y talento, repartidos en un área geográfica relativamente pequeña y suelen ser centros de innovación. Debido a esta concentración (o economía de escala), las ciudades también están en una posición única para respaldar ciertos modelos comerciales circulares, como modelos compartidos, sistemas de reutilización o modelos de producto como servicio.
Como podemos apreciar, son parte del problema y, lo más esperanzador, punto de partida para la solución.

 

Un punto focal para la economía circular

Centrarse​ en un punto donde confluyen intereses distintos para alcanzar objetivos comunes permite alcanzar el equilibrio. Desde esta perspectiva, lo local se presenta como el ámbito ideal para lograr la articulación necesaria entre los intereses de los diferentes actores sociales (políticas públicas, empresas y ciudadanía) y desarrollar la economía circular.

Sin duda, pararse en este lugar nos da otra perspectiva para pensar lo local y reafirmar que, junto con la comunidad, los cambios culturales y su energía transformadora pueden surgir con mayor vigor y concreción de abajo arriba, o de la periferia hacia el centro.

La pandemia ha encendido las alarmas de muchas ciudades extremadamente dependientes de largas cadenas de suministro o poderes centrales en un contexto de aislamiento. Ha supuesto un aprendizaje y es esperable que muchas ya estén trabajando en lograr soluciones propias, en áreas donde no sea necesario requerir el productos o servicios de terceros. Lo más interesante del caso es que la tecnología, como por ejemplo aquella que promueve las «smart cities», proporciona una enorme cantidad de respuestas a la hora de pensar cómo superar obstáculos como las distancias, la logística y los procesos productivos. Será cuestión entonces de hacerse las preguntas adecuadas…

Como se señalaba con anterioridad, la clave de estos próximos años será tener la claridad y el conocimiento para localizar los problemas y darles solución, de lo local a lo global, y no al revés.

La economía circular puede ayudar a abordar tendencias insostenibles y encontrar soluciones adecuadas. En particular, son las ciudades y los Gobiernos quienes tienen un papel que desempeñar en la promoción económica, el cierre de los circuitos, la reducción del desperdicio, la reutilización de recursos y la restauración de ecosistemas, junto con el establecimiento de medidas de recuperación a largo plazo para conseguir sociedades más resistentes, sostenibles y prósperas.

 

Las ciudades circulares y la oportunidad local

Vayamos un escalón más abajo o, mejor dicho, más cerca. La perspectiva de lo regional a lo local o de lo local a lo regional traza un eje más que interesante para pensar en propuestas concretas a fin de implantar la economía circular, volviendo así a poner en el centro a la ciudadanía. Desde ya, muchos de los cambios en marcha irán necesariamente de la mano de una mayor demanda social. De abajo arriba, se irán formando los entramados que posibiliten la aplicabilidad de planes y proyectos, los cuales tienen en lo local un ámbito más factible para su desarrollo.

La experiencia internacional y la mirada de los expertos muestran un camino donde este trabajo conjunto tiene en el ámbito local una posibilidad de abordaje concreto, donde Estado, empresas y comunidad pueden generar sinergias con mayor facilidad. Es decir, transformaciones que se dan con mayor solidez de abajo arriba. La innovación y el entorno territorial son dos factores claves. Por un lado, porque los procesos circulares requieren la incorporación de tecnología tanto para el diseño como para la gestión de los residuos y otras externalidades negativas como las emisiones y, por otro lado, porque los incentivos gubernamentales para llevar a cabo proyectos pueden ser fuente de oportunidades para los proveedores locales (y con ello, generadora de empleos).

Para ello, es necesario seguir un camino marcado por la búsqueda de consensos, la construcción de acuerdos, el diseño de nuevas normativas, el impulso de instrumentos económicos sostenidos y creativos, y la educación para una cultura de la innovación. Y en estos procesos lo que ocurre es que la Administración local juega un papel destacado en el impulso de una nueva forma de hacer economía a través de la aplicación de sus competencias, tanto a nivel interno, como fomentando modelos de producción y consumo más circulares.

Los especialistas destacan tres ejes en los que se estructuran las posibles acciones de los estados locales como facilitadores de la economía circular. El primero tiene que ver con la propia implantación del modelo en la Administración pública. En segundo lugar, se encuentran todas las acciones que pueden impulsar las comunidades como promotoras de la producción circular, incorporando las prácticas en el tejido económico local, diseñando plataformas e incentivando proyectos mediante convocatorias y financiamiento. Y, en tercer lugar, está la tarea de fomentar la economía circular desde el consumo, algo que se lleva a cabo fundamentalmente a través de la educación en el consumo responsable y sensibilización de la ciudadanía. Cabe destacar que España, y en general toda Europa, ha establecido marcos nacionales para la economía circular que marcan el camino.

 

Compartir el conocimiento y la experiencia

En ese recorrido, y en lo que respecta a lo local, podemos citar el Pacto de los Alcaldes por el Clima y la Energía, y el Llamamiento a las Ciudades Europeas en Favor de una Economía Circular, firmados uno en 2008 y otro en 2015 en París. Ambos pactos fueron las primeras iniciativas internacionales en las que participaron autoridades locales y regionales para asumir un compromiso a favor de la economía circular y la sostenibilidad ambiental, lo que destaca la importancia que tiene la implicación de los Gobiernos locales en este proceso.

Todo este esfuerzo tiene sus resultados simbólicos positivos, ya que la comunidad valora este alineamiento de la gestión pública con el desarrollo sostenible. Sin embargo, como los recursos son finitos y son muchos los frentes abiertos, es importante brindar herramientas destinadas a que los alcaldes realicen una evaluación de aquellas prioridades que les permitan un mejor aprovechamiento de las oportunidades al momento de pasar a la acción concreta.

Los criterios claves que tener en cuenta son los siguientes: quiénes son o serían los agentes implicados y el interés de estos; los beneficios económicos, ambientales y sociales esperados; qué papel desempeñará la Administración local, y cuál es la viabilidad técnica y económica, y debatir sobre ella, analizando las posibles barreras para el aprovechamiento de una oportunidad y si la Administración podría contribuir a superarlas.

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Autor / Autora
Licenciado en Ciencia Política (UAJFK), Máster en La Ciudad, Políticas, Proyectos y Gestión (UB), Máster en Liderazgo e Innovación en Economía Circular (UPM), Posgrado en Economía Urbana (Universidad Di Tella). Consultor, speaker, divulgador y docente en temas de promoción del desarrollo económico sostenible a partir de la economía circular. Vinculado por casi dos décadas a la gestión pública, ha desempeñado diversas posiciones ejecutivas a nivel nacional y regional en Argentina. Es autor de dos libros “Economía Circular, el cambio cultural” (2019) y “Cómo hacer clic hacia una nueva economía” (2021). http://www.luislehmann.com
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