¿Ciudad inteligente o inteligencia artificial aplicada a la ciudad?

12 junio, 2014

El caso de los vehículos sin conductor.

La ciudad inteligente nace como un nuevo concepto dinámico e innovador, que tiende a generar gran entusiasmo entre nuestra sociedad. No son pocas las noticias recientes dedicadas a este asunto en los medios de comunicación, enmarcándolo como una de las salidas profesionales con más futuro a medio plazo. Sin embargo, el término ciudad inteligente todavía no está lo suficientemente maduro como para generalizarlo y, ni mucho menos, para considerarlo un catalizador de la revolución tecnológica urbana.

En primer lugar, considero apropiado definir dos términos básicos que nos permitan entrar en materia con cierto conocimiento de causa:

Una ciudad se puede definir como inteligente 1, cuando la inversión social, el capital humano, las comunicaciones, y las infraestructuras, conviven de forma armónica con el desarrollo económico sostenible, apoyándose en el uso y la modernización de nuevas tecnologías (TIC), y dando como resultado una mejor calidad de vida y una gestión prudente de los recursos naturales, a través de la acción participativa y el compromiso de todos los ciudadanos.

Por otro lado, la inteligencia artificial 2 aplicada a la ciudad se entiende como una área multidisciplinaria que, a través de ciencias como la informática, la lógica y la filosofía, estudia la creación y diseño de entidades capaces de interactuar por sí mismas en la ciudad utilizando como paradigma la inteligencia humana.

La diferencia entre ambos conceptos puede parecer ínfima. Incluso determinados actores pueden considerar la inteligencia artificial como una simple pieza del engranaje que representa la ciudad inteligente. Al fin y al cabo, se aprovecha cualquier innovación para intentar abrir nuevas áreas de mercado y generar negocio utilizando el término de moda: smart city. Este hecho no solamente es equivocado sino que confunde a la sociedad sobre el alcance real de cada aplicación.

Con la finalidad de aproximar los conceptos teóricos al lector, voy a intentar ejemplificarlos en un tema de rabiosa actualidad: los coches sin conductor. Hace años que diferentes fabricantes de vehículos tienen abierta una guerra tecnológica. BMW, Mercedes, Nissan, General Motors, e incluso el gigante tecnológico Google están desarrollando sistemas inteligentes que automaticen procesos, faciliten la conducción, o directamente funcionen sin necesidad de ser pilotados por humanos.

La idea parece descabellada. Incluso podría causar cierto estupor en la ciudadanía. Solo basta recordar el impacto social que causó la irrupción del metro sin conductor. De hecho, recuerdo como un importante dirigente de TMB me contaba cómo colocaban un empleado de la compañía en la cabina de mandos para que pareciese el conductor y de este modo los usuarios no se asustaran. De eso no hace más de un lustro, con lo que pueden imaginar cómo reaccionarían esos “usuarios” al ver que nuestras calles se llenan de vehículos auto-dirigidos.

Otra consideración en la misma línea está relacionada con la normativa legal de referencia. En tres Estados de los EEUU ya han adaptado su legislación para permitir la circulación de estos vehículos experimentales. Se imaginan qué acontecería aquí en España? Sólo para que tengan una idea… La Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial fue aprobada el año 1990. Evidentemente ha habido modificaciones puntuales (carné por puntos, tasa de alcoholemia, etc.), no obstante es evidente que la sociedad y la tecnología van a un ritmo muy diferente que nuestros legisladores.

Pues bien, parece ser que las empresas tecnológicas están trabajando sobre dos tipologías de vehículo autónomo 3. El primer ejemplo serían los coches guiados por sensores que leen los estímulos de unas guías colocadas en la infraestructura viaria sobre la que ruedan. Estos vehículos serían capaces de circular con el desplazamiento lateral restringido pero sin limitación alguna en la dirección de circulación. Con ello, se podrían alcanzar altas velocidades en vías interurbanas. El problema de este sistema sería que la infraestructura viaria, es decir las calles y carreteras, requerirían de la colocación de estos sensores guía. Por tanto, estos vehículos necesitan poder ser pilotados manualmente cuando se entra en zonas sin cobertura de este servicio. En definitiva, sería un vehículo que permitiría buenas prestaciones en largas distancias y en vías con niveles de servicio bajos. De otro modo, el conductor debería hacer uso de los mandos cada vez que percibiese una congestión o un movimiento extraño de otros conductores.

En segundo lugar, destacan los prototipos de vehículo autónomos 4 capaces de circular sin la necesidad de colocar sensores en la infraestructura. Estos coches incorporan una cámara láser de 360º en la parte superior que genera un detallado mapa 3D del entorno del vehículo. Con ello, el computador de abordo combina la información obtenida con datos incorporados y toma decisiones mediante procesos simbólico-deductivos. Es decir: lee los estímulos, los analiza formalmente y decide estadísticamente según el comportamiento que tendría un humano en la misma situación. Estaríamos por tanto hablando de vehículos con inteligencia artificial convencional. El problema de este sistema es que únicamente funciona en entornos urbanos y a una velocidad máxima de 40km/h. Todavía no se han conocido más detalles al respecto, pero todo hace indicar que los procesadores actuales tendrían dificultades en captar información y procesarla a altas velocidades por el ínfimo tiempo de respuesta necesario.

La diferenciación entre ambos ejemplos es esencial en lo que se refiere a los conceptos de inteligencia aplicada en las ciudades. El primer caso requiere de una modificación previa de las infraestructuras urbanas y territoriales para introducir una mejora tecnológica que facilite las actividades humanas. Esto significa que su implantación debe seguir las cuatro fases tipificadas de extensión de las redes de infraestructura 5:

  1. Aparición de la red debida a una innovación de carácter tecnológico que requiere de una inversión inicial elevada y de una primera extensión para garantizar una demanda mínima que permita el retorno de la inversión.
  2. La invención es apropiada gradualmente por la sociedad y se produce una extensión significativa de la red.
  3. Extensión completa de la red. Puede ser de modo extensivo, con conexión a redes similares, o intensivo, transformando servicios existentes.
  4. Madurez de la red que puede comportar su estabilidad o decadencia según su grado de utilización por la ciudadanía.

En este caso podríamos hablar de infraestructuras urbanas inteligentes, puesto que se están adaptando tecnológicamente para facilitar el funcionamiento armónicamente sostenible frente a una innovación.

El segundo ejemplo en cambio, no comporta alteración alguna en la estructura de la ciudad o del territorio existente. Se trata de una aplicación robótica de un sistema de inteligencia artificial usado para “facilitar” la conducción de los humanos. En ningún caso se está alterando la ciudad para hacerla más eficiente, por tanto estaríamos hablando de innovaciones en un actor clave como son los vehículos motorizados pero no en la ciudad. Considerar que los coches son ciudad es equivalente a pensar que ésta acabará el día que una innovación tecnológica consiga suplantar a los vehículos convencionales. Lógica básica. Otra cosa es que consideremos los coches como parte del gran sistema denominado ciudad. En ese caso, podemos llegar a entender que la innovación de una parte conduciría a una mejora generalizada del conjunto, sin embargo tengan presente que no se ha invertido en mejorar la infraestructura urbana, que es lo fundamental. A César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios.

Por tanto, mi recomendación pasa por adoptar el término ciudad inteligente solamente de forma genérica entendiendo la ciudad como un lugar donde se producen relaciones entre múltiples actores de forma sostenible y eficiente. No obstante, cada pequeña innovación debe ser entendida para saber en qué proceso del sistema se materializa, pudiendo diferenciar entre infraestructuras inteligentes, sistemas de comunicación instantáneos, aplicaciones tecnológicas que mejoran la gestión, etc. De otro modo acabaremos quemando el término antes de entender lo que realmente supone.


Notas

[1] Según wikipedia (“Ciudad inteligente”, 10/06/14)
[2] Adaptación de la definición de wikipedia por parte del autor (“Inteligencia artificial”, 10/06/14)
[3] Definición en: http://en.wikipedia.org/wiki/Autonomous_car
[4] Véase: http://googleblog.blogspot.com.es/2014/05/just-press-go-designing-self-driving.html
[5] Herce Vallejo, M., & Magrinyà, F. (2002). La ingeniería en la evolución de la urbanística. Barcelona: UPC.

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Autor / Autora
Professor agregat dels estudis d’Economia i Empresa de la UOC i recercaire del grup de recerca Sustainability, Management and Transport (SUMAT). És doctor en Enginyeria i Infraestructures de Transport (UPC), enginyer de Camins, Canals i Ports (UPC), i màster en Direcció d'Organitzacions (UOC). Anteriorment, ha estat investigador postdoctoral a la University of Cambridge, becari de la Comissió Europea (DG MOVE), professor associat de la UPC i consultor extern de la UOC. Ha fet estades de recerca a la University of California Irvine, a la Koç University, i a la Universidad Nacional de La Plata. Té també experiència en la direcció de projectes d'enginyeria civil, planificació urbanística i de transports a l'empresa privada.
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