¿Quién cuida nuestro corazón?

29/09/2020
cuidar el corazon Foto de DESIGNECOLOGIST en Unsplash

El corazón es un músculo que trabaja sin descanso. En reposo late a sesenta o ochenta veces por minuto, pero cuando se lo exigimos puede doblar esta frecuencia. Adapta su velocidad a las exigencias de nuestro organismo, sea un incremento de la actividad física, o sea en respuesta a una emoción o sea a una demanda metabólica. Su función es impulsar el flujo de sangre a los pulmones para oxigenar la sangre (pulmón derecho) y , una vez oxigenada, mandarla a todos los tejidos y órganos para aportarles el oxígeno y los nutrientes necesarios para su supervivencia y actividad.  No es el único órgano crítico de nuestro organismo, todos lo son, pero es aquel, del que tenemos la percepción real, que nunca se detiene.

Cómo funciona el corazón

Para mantener esta frenética actividad el músculo cardiaco recibe su propio flujo sanguíneo a través de las arterias coronarias, su inervación es capaz de mantener el ritmo adecuado en cada momento, y está protegido del resto de órganos por una delicada membrana que llamamos pericardio. Se trata de una máquina simple, formada por cuatro compartimentos, dos ventrículos y dos aurículas, con sus correspondientes válvulas. Tan simple como se quiera, pero muy importante para mantener nuestra actividad vital.

Las dislipemias (aumento del colesterol, la más frecuente), la obesidad, la hipertensión y la diabetes son cuatro de las mayores causas que pueden llevarnos a la alteración del funcionamiento de nuestro corazón.

Es nuestra responsabilidad cuidar de ella, y prevenir, en lo posible, cualquier lesión que pueda afectar su funcionamiento o su parada, un fallo cardíaco. Prevenir estos accidentes depende –en gran manera- de nuestro estilo de vida-, o del tratamiento precoz y adecuado de algunas enfermedad que pueden lesionarlo. Así sabemos que las dislipemias (aumento del colesterol, la más frecuente), la obesidad, la hipertensión y la diabetes son cuatro de las mayores causas que pueden llevarnos a la alteración del funcionamiento de nuestro corazón.  Y en general, no van solas sino que entre ellas están relacionadas, hasta el punto que no sólo se puede sufrir de obesidad, sino que esta puede llevar también aparejada diabetes, hipertensión  y dislipidemia. Estas alteraciones digamos endocrino-metabólicas producen la lesión del endotelio vascular por ateroesclerosis y, en un paso más, la trombosis, la embolia, e incluso  la ruptura de los vasos

El infarto de miocardio y la insuficiencia cardíaca, prevención para cuidar el corazón

Quien más quien menos relaciona las enfermedades del corazón con el infarto de miocardio, y la sintomatología que acostumbra a precederlo, la angina de pecho. Esta lesión es debida a una trombosis de aquellas arterias que irrigan el músculo cardiaco, que al verse obturadas no aportan suficiente oxígeno, produciéndose la muerte de una parte del tejido muscular, con trastornos del ritmo, insuficiencia cardíaca e, incluso, parada cardíaca. Evitar esta obliteración depende, como señalábamos  antes, de nuestro estilo de vida evitando o tratando la obesidad, la diabetes, la dislipidemia y la hipertensión. En el Día Mundial del Corazón es importante señalar la importancia de esta prevención. Hasta hace unos años el infarto de miocardio tenía una alta mortalidad. En la actualidad, la cirugía reparadora, la corrección de los trastornos del ritmo, y la re-permeabilizacion de las arterias coronarias  ha reducido esta mortalidad, pero sigue siendo una de las primera causas de muerte. Es obvio que evitemos el riesgo.

Otra de las consecuencias del infarto de miocardio, pero también de la propia hipertensión, de la diabetes y la obesidad, es la insuficiencia cardiaca. Se trata como dice la palabra insuficiencia, de un estado en el cual la máquina, el corazón, trabaja a menor rendimiento.  En estas circunstancias la oxigenación de los tejidos es menor que la demanda que estos exigen y se produce una alteración global del funcionamiento de nuestro organismo, y la obligación de aumentar la frecuencia respiratoria. La persona que lo sufre presenta sensación de falta de aire (disnea) e hinchazón de pies y tobillos (edema periférico) entre otros signos y síntomas. La insuficiencia cardíaca limita mucho la actividad de quien la padece, y en última instancia, esta mala perfusión de los tejidos por fracaso del corazón puede conducir a la muerte.  Otro motivo para prevenir.

El corazón y su relación con el resto del cuerpo

Pero infarto de miocardio e insuficiencia cardiaca no son las únicas enfermedades que pueden afectar nuestro corazón. La inervación de este órgano es crítica.  Debido a la propia hipertensión, se produce un aumento del tamaño de las aurículas que altera el ritmo cardiaco (arritmia, con fibrilación auricular) el corazón deja de trabajar de una manera sincrónica, cada cual va por su lado (un símil simple, pero que puede darnos idea de lo que sucede) Esta arritmia es la causa más importante de embolia, embolia que compromete nuestra actividad cerebral y respiratoria.  Cierto que en la actualidad antiarrítmicos, anticoagulantes e incluso la ablación de zonas específicas del corazón pueden evitar el problema, pero antes es razonable que corrijamos la hipertensión que conduce a la arritmia.

Una alimentación adecuada, evitar el sedentarismo y el estrés serian tres de las medidas adecuadas para obviar enfermedades que en último término lesionan este órgano vital, el corazón.

Podríamos seguir más. Una amigdalitis (anginas mal tratadas) puede ocasionar una endocarditis, con lesión de las válvulas con riesgo también de embolias, y que obliga a cirugía valvular. O una infección vírica puede provocar una pericarditis (afectación de la  membrana que cubre el corazón, el pericardio).

Cómo cuidar el corazón

El corazón es un órgano crítico. Los románticos lo tenían claro, uno sufre del corazón, y el dolor del corazón nunca es baladí.  En el siglo XXI, podemos prevenir el sufrimiento del corazón, y protegerlo. Una alimentación adecuada, evitar el sedentarismo y el estrés serian tres de las medidas adecuadas para obviar enfermedades que en último término lesionan este órgano vital, el corazón. Somos nosotros quienes debemos cuidar de nuestro corazón. Y no esta de más recordarlo en el Día Mundial del Corazón.

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Autor / Autora
Ramon Gomis de Barbarà
Médico endocrinólogo, dramaturgo y escritor. Actualmente es también catedrático emérito del Departamento de Medicina de la Universidad de Barcelona e investigador emérito del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), centro que ha dirigido desde 2008.
Comentarios
Cesar Aragones13/10/2020 a las 9:47 AM

Es vital ser conscientes de la importancia de este tipo de afecciones y como evitarlas. Gracias por compartirlo. Muy buen trabajo.

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Teresa24/10/2020 a las 6:47 PM

Muy interesante, parece que esta otra gran pandemia que conforman las enfermedades cardiovasculares ha pasado a un segundo plano por el COVID, aún constituyendo la principal causa de mortalidad en países desarrollados.
Gracias por divulgar esta información.
Saludos

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