«El hallazgo que más me impactó fue saber que algunos niños accedían a la pornografía con tan solo ocho años»

03/09/2025
TFM sobre el consumo de pornografía en adolescentes Mario Ramírez, graduado del máster universitario de Trabajo Social Sanitario de la UOC.

El trabajo final del máster universitario de Trabajo Social Sanitario de Mario Ramírez Díaz se titula “El rostro oculto de la violencia. Revisión sistemática sobre los retos del TSS frente al consumo de pornografía en adolescentes”. Analiza críticamente la relación entre el consumo de pornografía en adolescentes varones heterosexuales y la violencia de género en las relaciones afectivas, desde la perspectiva del Trabajo Social Sanitario (TSS). Su investigación revela que el consumo comienza de forma precoz, se intensifica y se normaliza como fuente de aprendizaje sexual, especialmente en ausencia de educación afectivo-sexual. El trabajo identifica una clara correlación entre el consumo habitual y la violencia de género.

Cuéntanos un poco sobre tu trayectoria profesional y qué intereses personales te han acercado al TSS.

Desde joven sentí una vocación por el ámbito sanitario. Siempre quise ser enfermero, pero por distintas circunstancias no pude seguir ese camino. Aun así, sabía que mi propósito pasaba por cuidar, acompañar y ayudar, así que opté por estudiar Trabajo Social. Al finalizar el grado, trabajé con personas de etnia gitana y, más adelante, con menores extranjeros no acompañados. Estas experiencias me permitieron conocer realidades complejas y desarrollar una mirada crítica e inclusiva. Hace algo más de un año decidí retomar ese anhelo inicial de vincularme al mundo sanitario, con el deseo de reorientar mi carrera hacia un ámbito donde pudiera integrar lo social con la atención a la salud.

¿Qué te llevó a elegir el tema del consumo de pornografía en varones adolescentes y su relación con la violencia de género como objeto de tu TFM? 

Fue casi fruto de una doble casualidad. Por un lado, en una asignatura tenía que diseñar un proyecto de investigación. Por otro, el 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, leí que un chico de 17 años había sido detenido por el asesinato de una joven de 15. Algo me impulsó a preguntarme si el consumo de pornografía podía estar vinculado a esas reacciones violentas. Y la revisión de literatura confirmó que sí: hay una relación clara, aunque compleja, entre el consumo habitual de pornografía y la normalización de actitudes sexistas y la violencia en las relaciones. Mi experiencia en la UOC ha sido muy enriquecedora, especialmente por la flexibilidad para elegir temáticas que me interpelaran. Conté con el apoyo del director del máster, que me animó a seguir adelante con este enfoque valiente, dándome la confianza para convertir la inquietud inicial en un trabajo sólido.

Hay una relación clara, aunque compleja, entre el consumo habitual de pornografía y la normalización de actitudes sexistas y la violencia en las relaciones.

La pornografía se ha convertido en una de las principales fuentes de educación sexual para adolescentes. ¿Qué riesgos implica esto desde la perspectiva del TSS?

El principal riesgo es que se convierta en una fuente de aprendizaje en una etapa en la que los adolescentes aún están construyendo su identidad, su manera de vincularse y su percepción del cuerpo. Esto puede generar consecuencias graves para la salud emocional, el desarrollo sexual y la forma de entender las relaciones. El problema no es solo el acceso precoz: los contenidos más habituales son profundamente misóginos, cosifican a las mujeres, promueven una visión violenta del sexo y borran el consentimiento, el afecto y la igualdad. Sin una educación sexual integral, estos modelos se internalizan y moldean la conducta.

¿Cuál fue el dato o hallazgo que más te impactó durante la revisión sistemática? 

Este trabajo me ha removido profundamente. A nivel técnico ha sido exigente, pero lo más difícil no ha sido el análisis de datos, sino sostener lo que estaba leyendo. Muchos artículos incluían cifras frías, pero detrás de ellas existían realidades duras, violentas, que me han acompañado mucho tiempo después de cerrar el documento.

El hallazgo que más me impactó fue saber que algunos niños accedían a la pornografía con tan solo ocho años. Ocho. Pensar en un niño que apenas ha salido de la infancia, enfrentándose a contenidos que no solo no entiende, sino que distorsionan por completo su forma de ver el cuerpo, el deseo, el respeto, me ha hecho preguntarme qué clase de heridas deja eso. ¿Cómo puede estar pasando esto delante de nuestros ojos sin que nadie lo vea? Ese dato, más que impactarme, me desgarró. 

¿Qué papel puede desempeñar el TSS para revertir la normalización de actitudes sexistas y de dominación?

El TSS puede actuar como figura clave en la detección y prevención. Su mirada integral permite identificar malestares emocionales, vínculos desiguales y patrones sexistas que muchas veces pasan desapercibidos.
A través del acompañamiento individual y comunitario, puede generar espacios seguros donde los adolescentes puedan hablar, cuestionar y reconstruir sus referentes afectivo-sexuales. Además, su papel no se limita a lo clínico: puede intervenir con el sistema educativo y las familias, promoviendo una educación sexual crítica. El TSS no está solo para asistir: está para transformar.

¿Qué implicaciones prácticas tiene las diferencias en que chicos y chicas consumen pornografía para las intervenciones socioeducativas?

No son solo cuantitativas, sino cualitativas: ellos consumen más y con fines de excitación; ellas, con más incomodidad, presión o incluso rechazo. Esto obliga a diseñar intervenciones adaptadas, que no partan de supuestos homogéneos. Desde un enfoque socioeducativo, es clave trabajar con los chicos los discursos de poder y deseo, y con las chicas el impacto del consumo ajeno en su autoestima, vínculos y percepción de la sexualidad.

Muchos adolescentes están aprendiendo sobre sexualidad a través de la pornografía, sin herramientas para cuestionarla.

¿Crees que la educación sexual que se imparte en las escuelas españolas está preparada para afrontar el acceso precoz a la pornografía? 

Cuando yo estaba en el colegio, las charlas sobre sexualidad se reducían casi siempre a métodos anticonceptivos y prevención de ETS. Poco más. Viendo lo que hoy ocurre, está claro que no basta.
Muchos adolescentes están aprendiendo sobre sexualidad a través de la pornografía, sin herramientas para cuestionar lo que ven. La educación sexual debe ir más allá de la biología: debe incorporar una mirada crítica sobre el deseo, el consentimiento, el género y los modelos de relación. No se trata solo de informar, sino de ofrecer un espacio donde pensar y construir vínculos desde el respeto.

Defiendes que el TSS debe tener un rol transformador en la prevención de la violencia de género. 

Propongo intervenir en tres niveles: en la consulta, en la comunidad y en los sistemas. En la consulta, crear espacios de escucha que detecten malestares vinculados a violencia simbólica o afectiva. En la comunidad, impulsar talleres afectivo-sexuales con enfoque de género. En los sistemas, reforzar el papel del TSS en centros de salud y protocolos existentes, no solo como figura asistencial, sino como agente preventivo y educativo. Además, hay que generar evidencia propia desde la práctica del TSS para legitimar su intervención ante fenómenos aún normalizados.

¿Qué barreras dificultan la coordinación entre los sistemas educativo, sanitario, familiar y comunitario?

He observado barreras serias. La primera es la fragmentación institucional: cada ámbito opera con estructuras, lenguajes y protocolos distintos. También falta una cultura real de trabajo en red. Hay voluntad, pero no siempre existen canales efectivos ni tiempos habilitados. A eso se suma la sobrecarga de los equipos, que priorizan la urgencia frente a la prevención. Necesitamos espacios interdisciplinares estables, con objetivos compartidos y reconocimiento mutuo entre profesionales.

¿Cómo ha influido este trabajo en tu forma de entender la práctica profesional del TSS? 

Ha sido un punto de inflexión. Me ha permitido entender que el TSS no es solo una herramienta asistencial, sino una forma de mirar la salud desde lo social, lo estructural y lo simbólico.

¿Te ha llevado a redefinir tu vocación o tus objetivos?

Ha reforzado mi vocación: no solo acompañar a personas, sino transformar realidades normalizadas. Me ha ubicado profesionalmente en un lugar más crítico y consciente, con un compromiso claro con la prevención, la justicia social y los derechos. Más que redefinir mi camino, lo ha reafirmado.

Mirando al futuro, ¿qué te gustaría aportar al campo profesional? 

La revisión me dejó con ganas de seguir. Creo que el siguiente paso sería una investigación más profunda, y me interesa participar en proyectos socioeducativos centrados en la prevención. No quiero limitarme a una sola temática. Me interesa el TSS en toda su amplitud: trabajar en urgencias, centros de salud, situaciones complejas y diversas. Prefiero mantener una mirada abierta, capaz de adaptarse y aportar allí donde se me necesite.

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