Sobre el concepto de «Industria Cultural» y la tarea de la crítica cultural

26 de noviembre de 2010

En este primer módulo del curso Cultura, innovación, industria: una mirada crítica, titulado El binomio cultura e industria, Rubén Martínez ha trabajado dos textos clave para comprender la emergencia y evolución del concepto Industria Cultural. El primero ha sido ‘La industria cultural. Ilustración como engaño de masas’ de Adorno y Horkheimer. Este texto del 1947 exponía desde una perspectiva marxista el efecto negativo que el modelo de producción seriada iba a tener sobre la cultura. Según estos autores el modo  de producción fordista  estandariza y homogeniza la cultura. La Industria Cultural precisa un consumidor pasivo y que sin resistencia se someta a los valores de la clase dominante insertos en los productos culturales. Para Adorno y Horkheimer la cultura deviene entonces un dispositivo de control y alienación del sujeto. Este proceso ha servido para poner en marcha el primer debate del aula: ¿El modelo de producción industrial degrada la cultura tal y como lo argumentan Adorno y Horkheimer?. Muchas de las respuestas de los participantes han señalado otra cuestión derivada de ésta: si bien existe una degradación de la cultura, también existe la posibilidad de una democratización de la cultura. De este modo, el debate se ha enriquecido y ha supuesto un marco crítico señalando los matices apocalípticos y estructuralistas de Adorno y Horkheimer que impiden la posibilidad de agencia (capacidad de acción del sujeto) desde dentro de este sistema monolítico de Industria cultural.


Esta lectura del texto ha evidenciado cómo la cooptación de toda actitud subversiva (transformada así en mera “novedad”) forma parte del proceso de innovación que la Industria Cultural necesita para su desarrollo. Esto redunda en el análisis estructuralista de Adorno y Horkheimer, que no logran ver las posibles grietas que el Aparato Cultural puede padecer o la capacidad crítica del consumidor. Las respuestas y análisis de los alumnos no sólo han avanzado temas que se desarrollaran en la segunda lectura del módulo, sino una cuestión que atañe al desarrollo de todo el curso, es decir, según Rubén Martínez: “la dialéctica entre Estructura/Agencia no sólo pertenece a la crítica cultural, sino que casi todo campo de investigación se ve afectado por la duda sobre cómo articular esta doble mirada”. Esto también ha de ayudar a posicionar la mirada del crítico o analista cultural, que ha de tener en cuenta no solo el texto, sino también el contexto donde se produce, genera o localiza la producción cultural.  Parte de las conclusiones del debate hacían referencia a esa perspectiva, puesto que analizar críticamente un producto o fenómeno cultural se basa fundamentalmente en desvelar “aquello que se deja implícito como hecho o valor natural y no simplemente aquello que se dice”, detectando así “aquellos elementos que pueden constituir el plano realmente político de la producción cultural”.

Avanzando en estas conclusiones, la segunda lectura,  “La personalidad flexible: por una nueva crítica cultural” del crítico cultural y activista Brian Holmes, “relata la necesidad de una nueva crítica cultural, una que si bien puede tomar como marco sugerente los postulados de la Escuela de Frankfurt de Adorno y Horkheimer o las posturas iniciales de los Estudios Culturales británicos de los 60s, tiene que asumir el riego de complejizar su análisis y detectar las diferentes capas que atraviesan la sociedad actual”. Una complejidad analítica que en módulos siguientes se verá atravesada por el ahora plural concepto de industrias culturales y su versión todavía más amplia y actualizada de las industrias creativas.

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