¿Pueden los medios digitales ampliar nuestra mente?

8 de octubre de 2012
mind

TED Books ha publicado recientemente un breve ensayo de Howard Rheingold titulado Mind Amplifier: Can Our Digital Tools Make Us Smarter? (62 páginas, ebook) en el que propone una interesante reflexión acerca del potencial de los medios digitales para aumentar nuestras capacidades cognitivas. Rheingold, conocido principalmente por el temprano análisis que hizo de las multitudes conectadas en su libro Smart Mobs (2002 – Ed. española: Multitudes inteligentes. Gedisa, 2009), retoma una idea que exploró hace ya 28 años en su libro Tools for Thought: The History and Future of Mind-Amplifiers (1984): la concepción de los ordenadores como amplificadores de la memoria, el razonamiento y la comunicación, no como una invención de la generación que en los años 80 empezaba a protagonizar la revolución digital, sino como fruto de una larga serie de investigaciones que se remonta a la Máquina Analítica de Charles Babbage.

El presente ensayo constituye, de hecho, un resumen de los temas explorados por Rheingold en publicaciones anteriores. El autor abre Mind Amplifiercon una pregunta en la que resuena el optimismo utópico de los noventa:

«En vez de preguntarnos si la Red y los diversos dispositivos que se conectan a ella no están haciendo idiotas, ¿y si pudiésemos diseñar y emplear conscientemente los medios digitales para hacernos más inteligentes?»

El autor considera que esto es posible e indica que apenas hemos empezado a ver las consecuencias de emplear estos medios de forma masiva, si bien, añade, no se trata sólo de las herramientas sino también de saber cómo emplearlas. El primer concepto que introduce en este punto es el de la neuroplasticidad, que se refiere a la capacidad de nuestro cerebro para «re-programarse», adaptándose a su entorno y generando nuevas formas de pensar, como por ejemplo al desarrollar la capacidad de leer y escribir. Los seres humanos somos pues, empleando un término de Andy Clark, profesor de filosofía y metafísica de la Universidad de Edimburgo: ««ciborgs natos», equipados biológicamente para reprogramar la maquinaria pensante de nuestro prójimo por medio de la cultura.» Partiendo de este concepto (el ciborg que no es ya un ser humano con dispositivos tecnológicos insertados en su cuerpo, sino una persona capacitada para ampliar su mente por medio de los ordenadores), Rheingold sugiere una nueva serie de habilidades que denomina «alfabetización ciborg»:

«Cuando hablo de «alfabetización ciborg», me refiero a una serie de aptitudes y prácticas sociales que optimizan la habilidad de emplear tecnologías físicas y cognitivas para aumentar, ampliar o extender la capacidades del pensamiento y la comunicación humanas. esto no sólo incluye una habilidad para mejorar la resolución de problemas sino también para asumir un equilibrio entre la autonomía individual y la interdependencia colectiva; redes de confianza; y normas de reciprocidad, empatía, compasión y convivencia que no se encuentran en los enfoques orientados estrictamente desde la ingeniería o basados únicamente en el mercado.»

El autor parece identificar así la ampliación de la mente con una actitud más abierta a las relaciones sociales y el intercambio con otras personas, menos individualista o orientada a un beneficio personal, algo que recuerda a lo defendido en Smart Mobs, cuando propone una «ampliación de la cooperación» por medio de las herramientas digitales. Para explicar cómo se puede llegar a este desarrollo de las capacidades cognitivas, recurre a conceptos como el de exaptación (que hace referencia a la utilización de un órgano con una nueva finalidad, diferente de la que tenía originalmente) o la co-evolución, indicando que hemos evolucionado como especie aprendiendo por imitación y desarrollando nuevas habilidades a partir de un uso diferente de las capacidades y las herramientas que hemos tenido a nuestro alcance. A esto, Rheingold añade otros ejemplos tales como la investigación de Stanislas Dehaene, que demuestra que aprender a leer modifica las conexiones neuronales del cerebro.

La cultura entra en este punto como un factor crucial, puesto que permite la difusión de las ideas y la cooperación entre individuos en la elaboración del conocimiento. Las transformaciones sociales facilitadas por la invención de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg es presentada aquí como un ejemplo del efecto que puede tener una nueva tecnología en el desarrollo cultural y social. Rheingold pasa a considerar en los siguientes capítulos la historia de la informática, empezando por el famoso artículo de Vannevar Bush, «As We May Think» (publicado en The Atlantic Monthly en 1945), en el que prefigura hasta cierto punto desarrollos posteriores como el hipertexto, los ordenadores personales e Internet. Este texto inspiró a otros pioneros, como Douglas Engelbart, J.C.R. Licklider o Ivan Sutherland, quienes realizaron aportaciones fundamentales en la configuración de los ordenadores como máquinas que ayudan a pensar. La historia de estos pioneros nos muestra, según indica Rheingold, que los ordenadores personales que usamos hoy en día son de hecho una exaptación de la tecnología que se gestó en plena Guerra Fría:

«La informática de uso personal es una exaptación cultural de las tecnologías que soñaron los visionarios y financiaron los guerreros desde los años 40, y fueron comercializadas en masa por los emprendedores desde los años 70. Una potencia de cálculo que ni siquiera el Departamento de Defensa de los Estados Unidos podía permitirse hace unas décadas está ahora en las manos de billones de personas.»

¿Qué se puede hacer hoy en día con ese potencial de cálculo? Sin duda, esta capacidad que se ha desarrollado exponencialmente en las últimas décadas nos ha llevado a una sociedad marcada por la rapidez con la que los ordenadores procesan datos, y también por la cantidad de información que nos invade a diario. Rheingold trata acerca de este tema en su libro Net Smart (2012), en el que propone una observación de la propia atención que uno dedica a los estímulos que recibe a diario a través de la pantalla del ordenador: el autor recurre aquí a la metacognición, el pensamiento estratégico que se dirige a regular el propio aprendizaje y analizar la manera en que se adquieren conocimientos. En relación a este proceso, propone prestar especial atención a la identificación de la información que es útil y descartar los datos basura (crap).

Con todo, cabe recordar que la Red no es sólo un conjunto de máquinas conectadas, sino que detrás de esas máquinas hay personas. La inteligencia de un amplio grupo de esas personas, actuando de forma coordinada, da lugar a lo que se ha denominado como inteligencia colectiva: un buen ejemplo de ello es la Wikipedia, que constituye un esfuerzo colectivo y voluntario sin precedentes. Pero dónde reside esta inteligencia? Cómo se organiza? Aquí Rheingold nos presenta el concepto de la estigmergia o colaboración por medio de hitos, señales en el medio que sirven para que un grupo se organice sin necesidad de un control centralizado: es la manera en que funcionan las colonias de hormigas, por ejemplo. El autor aplica este concepto a la Wikipedia:

«Consideremos la Wikipedia, un entorno que genera y coordina comportamientos por medio de indicios dejados por los humanos. Cualquiera puede empezar un artículo (un «esbozo»), que aparece automáticamente en una lista de nuevos artículos, indicando a otros usuarios de Wikipedia que pueden examinarlo.»

La propia Red o buscadores como Google también se nutren de la estigmergia, puesto que su «inteligencia» se basa en los millones de páginas creadas por los usuarios y los indicios que dejan con sus enlaces y referencias a determinadas palabras. Cada usuario actúa así como un nodo que aporta (en mayor o menor medida) su propia inteligencia al sistema. Lógicamente, este sistema incorpora así todos los aspectos positivos y negativos de las personas que los emplean, desde el conocimiento y la colaboración a la distracción, deshumanización y engaño. Según afirma Rheingold, necesitamos implementar un mejor conocimiento de las herramientas para desarrollar un uso cívico y cooperativo:

«El extraordinario crecimiento de Internet ha superado la capacidad de promover normas y buenas prácticas ejemplares de un comportamiento productivo. Como resultado de esto, sólo una fracción de los que tienen acceso a los amplificadores de la mente en la Red saben cómo usarlos en pro de la convivencia […] Lo que necesitamos es un diseño de la comunicación derivado de una comprensión más profunda del cómo y el porqué la gente emplea estos medios para cooperar.»

Howard Rheingold concluye su ensayo con una llamada a un diseño consciente de los nuevos medios, que pueda basarse en los conceptos planteados a lo largo del texto (metacognición, inteligencia colectiva, colaboración estigmérgica…). El conocimiento genera progreso, pero también crea problemas, indica, y por tanto de la misma manera en que nuestros antepasados inventaron la escritura para adaptarse a nuevas condiciones, ahora es preciso crear nuevas herramientas para afrontar los retos del futuro.

(Visited 1 times, 1 visits today)
Autor / Autora
Comentarios
Deja un comentario