El trabajo social sanitario: lo profesional y compromisos que entraña
29 agosto, 2024¿Por qué el trabajo social sanitario es una profesión? La misma pregunta es válida para enfermería, medicina, psicología, etcétera. ¿Por qué son profesiones? ¿Qué las identifica como tales?
Es más, ¿cuándo un conjunto de acciones se considera expresión y ejercicio de una profesión? o ¿cuándo una ristra de improvisaciones más o menos acertadas?
Y algo elemental: el ejercicio de una profesión ¿en qué, compromete a quienes se han formado y titulado? ¿En qué obliga esta titulación a quienes ejercen?
Una primera consideración y objetivo docente es la toma de conciencia, por parte del estudiantado, de lo que significa «ser profesional». Y en ello, el equipo docente del Máster Universitario de Trabajo Social Sanitario (MUTSS-UOC) nos centramos desde la primera promoción en 2013.
Primero ganar conciencia de profesional y después cómo substanciar las funciones profesionales dentro del sistema sanitario.
El asunto es más que una pregunta, es penetrar en la esencia que substancia lo «profesional» frente a lo «común y ordinario».
Esta toma de conciencia permitirá a cada estudiante integrar en su interioridad la formación que le habilitará para ejercer la profesión escogida. A su vez, la profesión, en este caso nos referimos al trabajo social sanitario, le obliga a aplicar los conocimientos adquiridos y a seguir los procedimientos que la identifican. Por ende, si su ejercicio responde a lo aprendido, desarrollará las competencias necesarias y adquirirá el estatus de «profesional en ejercicio».
Las personas enfermas, sus familias y allegados acuden a la Unidad de Trabajo Social Sanitario en busca de ayuda profesional, no respuestas u orientaciones enlatadas al alcance de cualquier ciudadano. Lo profesional obliga a ir más allá, no se puede quedar en lo común.
En el caso del trabajo social sanitario, el elemento diferenciador se encuentra en que cada profesional interviene después de elaborar el diagnóstico social sanitario. No hay más secreto. Por ello, cada estudiante debe ser consciente de que cuando ejerce o ejerza en un futuro, su intervención, los servicios que vaya a prestar, se apoyarán siempre en el diagnóstico social sanitario. Esta condición, exige de igual modo formarse para saber elaborar el diagnóstico social sanitario puesto que en ningún caso se trata de un listado de problemas o una descripción de adversidades, hecho que está al alcance de cualquier buen observador.
Nada se debe dar −por hecho− y mucho menos −por supuesto−. Nada en el mundo profesional y científico es tan evidente y perdurable como para que deje de merecer la atención, la revisión y la evaluación periódica.
Una cuestión es el título obtenido en una formación universitaria y otra muy distinta cómo cada estudiante adquiere las competencias y se convierte en profesional. Cómo el conocimiento aprendido se substancia en las organizaciones donde se ejerce y cómo, además, repercute en beneficios sociales que por venir soportados por servicios se deben pode medir.
Ser profesional
Así pues, por un lado, se trata de prestar atención a la disciplina, a los contenidos formativos, por el otro a la profesión, a cómo se materializa en las organizaciones que la incluyen en sus plantillas, y finalmente cuáles son los beneficios para las personas atendidas dentro de estos sistemas. A ser posible, establecer comparativas con las personas enfermas que, en condiciones similares, por las razones que sea, no se han podido acoger a ellos.
Todo ello constituye un sistema que formará parte de un sistema superior al cual contribuye a que mejore el bienestar social.
«Bienestar Social», se insiste, como realidad medible y construible. No se trata de un lema para tiempos de campaña electoral, ni de un pensamiento en abstracto sobre papel mojado. La profesión, sus profesionales en ejercicio son el garante de que la profesión, la unidad funcional, se vea como necesaria porque aporta claras mejoras a la salud de la población. Pero… siempre hay peros, que ello sea efectivo depende de cada parte y cada profesional en ejercicio, no de la disciplina, ni de la profesión.
Con frecuencia se apela a «lo profesional» que lejos de ser una idea abstracta, se concretiza en una manera de ser, hacer y estar. Abraham Flexner lo sintetizó en 1915 a la vez que alertaba que se había frivolizado mucho en calificar de «profesional» a trabajos que no cumplían con los requisitos que acreditaban las profesiones. A priori, no se deslegitima ninguna actividad, que nadie lo interprete en este sentido. Solo se pone el foco en qué características debe cumplir esta actividad para ganar el reconocimiento de «profesional». Lo profesional también se apoya en una ética, unos valores y principios consensuados por la comunidad científica y que son exigibles a quién aspire a ejercer como tal.
Una profesión se desarrolla sobre la ética de sus profesionales que intervienen desde el conocimiento y la ciencia, diques de contención de lo opinativo, aunque lo opinado esté expresado con gracia.
Cuatro grandes del trabajo social sanitario, a quienes tuve la suerte de conocer personalmente, explicaron qué significaba ser profesional como sigue:
«Ser profesional es ser responsable, ser responsable ante alguien o ante un grupo, de poseer una plena y completa información sobre la cual tomar decisiones.
Decisiones que son resoluciones relativas a un programa, una población, o un paciente y su familia. En términos profesionales rendir cuentas es la capacidad y la habilidad de asumir responsabilidad por aquellos actos y comportamientos realizados para alcanzar los objetivos identificados… Una característica clave de la profesión es que establece estándares para la práctica de sus miembros».[1]
Por todo ello, en la formación del MUTSS-UOC nos centramos en que cada estudiante tome conciencia de lo que significa «lo profesional» y lo sepa diferenciar de lo meramente «opinable».
Barcelona, 29 de agosto de 2024
Dolors Colom Masfret, directora Científica del Máster Universitario de Trabajo Social Sanitario
[1] Rehr, Helen, Blumenfield, Susan, Young, Alma T., Rosenberg, Gary, Social Work Accountability: A Key to High-Quality patient Care and Services. The Mount Sinai Journal of Medicine, vol. 60, n.º 5, 1993: 368.