Josep Ferrés: “El consentimiento del perdedor es lo que da la fuerza a la nueva democracia después de un proceso de independencia”

23/05/2024
josep ferrés

A Josep Ferrés Corominas, químico de formación, la historia y la política siempre le han interesado. Tanto es así que, después de años de trabajar como directivo en una empresa farmacéutica catalana, decidió implicarse en la política municipal y entró como regidor en el equipo de gobierno de su pueblo, Olot. La experiencia lo sacudió tanto que sintió la necesidad de aprender más sobre teoría política, lo que lo empujó a matricularse en el Máster universitario de Análisis Político de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Una vez finalizado, su tutor de TFM, el profesor Ivan Serrano, le aconsejó que transformara aquel trabajo en una tesis doctoral. Y así fue como Ferrés acabó sumergiéndose en el último siglo de historia de Europa, llevando a cabo una tarea detectivesca, para analizar qué ha sucedido con los perdedores en los países que han obtenido su independencia en Europa desde el año 1900.

¿De dónde surge la idea para el tema de la tesis doctoral?

En 2015-2016 yo era un activista político en pro de la independencia de Cataluña. Era miembro de la ANC y había militado en una formación independentista. En aquel momento pensaba, como tantos otros, que la independencia de Cataluña era inevitable. Fue entonces cuando empecé a pensar en el después, en lo que sucedería, porque estaba claro que no habría unanimidad. Me interesaba reflexionar sobre cuál podría ser la evolución de quienes estaban en contra de la independencia, tanto de las personas como de sus estructuras políticas, y de aquí surge la idea del TFM y después de la tesis doctoral.

La tesis explora los movimientos antisecesionistas que acaban con éxito en Europa entre 1900 y 2020.

Dado que estudiar todo el mundo era imposible, establecí un criterio geográfico: me centraría en Europa en un sentido extenso, desde el Atlántico hasta el Cáucaso y de 1900 hasta la actualidad. La condición más importante que debía cumplirse era que después de la independencia lograda por una región, el nuevo estado que surgiera tenía que ser democrático. Curiosamente, hay países que cumplían los criterios, pero en los que no había una oposición organizada, como en el caso de Eslovenia, donde solo una persona votó en contra de la independencia.

¿Cómo ha sido el proceso de obtención de la información?

He tenido que consultar archivos y bases de datos de diferentes países; algunos de ellos solo contenían información parcial y tenía que recurrir a la hemeroteca y a solicitar las actas de votación de las declaraciones de soberanía para ir revisando directamente los posicionamientos de cada partido político. Incluso en unas vacaciones fui a Macedonia, a consultar en la biblioteca nacional, donde estuve días buscando, pero no pude encontrar ningún documento ni artículo de prensa de la época que informara sobre quién votó en contra de la independencia.

¿Qué ha sido lo más complicado?

Que me hicieran caso, porque no tenía una carta de presentación lo suficientemente buena para que me atendieran a la primera: era simplemente un estudiante de doctorado de la UOC. En algunos casos tuve que insistir e insistir, pero finalmente he encontrado cosas muy curiosas.

Explícanos alguna.

Pues, por ejemplo, el caso de Letonia. En la Wikipedia hay un artículo donde se explica y se recoge la votación que se hizo a favor y en contra de la independencia de esta república. En él consta que un político votó a favor y la Wikipedia explica incluso su biografía, donde se describe como padre de la patria letona. Pues bien, descubrí que ese señor había votado en contra dos veces, una en el momento de la proclamación y otra cuando se levantó la suspensión de la declaración de independencia.

¡Has hecho un trabajo de detective!

Y tanto. Han sido cinco años de investigación muy divertidos. Recuerdo que me ponía muy contento cada vez que encontraba un dato o cuando recibía un mail de alguien que me enviaba un documento.

 ¿A qué conclusiones llegas en la tesis?

Después de un proceso de independencia hay cuatro posibles escenarios. El primero, que se prohíban los partidos políticos contrarios a la independencia. Eso es lo que sucede en todas las repúblicas ex-soviéticas, como las bálticas o Georgia. También pasó en Ucrania. Y les sale bien, porque lo que pretendían conseguir, sobre todo Estonia y Letonia, era desarticular políticamente a la minoría rusa que, por cierto, todavía vive allí, aunque en condiciones de reconocimiento débil de su existencia. No tienen condición de ciudadanos, porque no quisieron acceder a la ciudadanía de Estonia o de Letonia y ya han perdido la rusa. Se han tenido que habilitar estatus especiales para esas personas.

 ¿Qué otros escenarios hay?

El de la desaparición por falta de interés de los electores hacia sus propuestas. Esto ha sucedido en pocos lugares, por ejemplo en Macedonia, con el partido yugoslavo de Macedonia, que reivindicaba la existencia del país dentro de la federación yugoslava, en el contexto de la guerra de los Balcanes. También sucede en Irlanda, donde desapareció la alianza unionista del sur de la isla cuando se consuma la partición. Se había producido la guerra angloirlandesa, que había provocado un flujo de población protestante hacia el Ulster. Cuando se crea el Estado libre de Irlanda, en las primeras elecciones las minorías pierden y se quedan sin representación parlamentaria. El tercer escenario es el de la continuación. Hay partidos que se adaptan más o menos bien, con más o menos inmediatez a la vida en el nuevo Estado. Es lo que sucede, de hecho, en la mayoría de los casos.

El último escenario es el de la continuación en otra entidad territorial al promoverse una secesión interna como en el caso de la partición de Irlanda, donde el Partido Unionista continuó su actividad política, o el de Moldavia, donde los partidos antisecesionistas promovieron la secesión de Transnistria.

Es inevitable pensar en posibles paralelismos con Cataluña

Querría pensar que seguiremos caminos paralelos al de Montenegro: durante una o dos legislaturas, hasta que se acepte plenamente el paso a una nueva república democrática, homologable, que respeta los derechos de todos. Eso sí, es importante que los partidos perdedores acepten la victoria del otro bando. El consentimiento del perdedor es lo que da la fuerza a la nueva democracia. Hay que aceptar que tu opción puede perder, que la victoria del otro es completamente legítima y que tu deber es aceptar los resultados. Que es, por ejemplo, lo que no ha pasado con Trump o Bolsonaro. “¿Cómo puede ser que gane otro que no sea yo?”.

 ¿Y ahora qué?

Me gustaría ampliar la investigación, con más tiempo. Porque aunque he encontrado muchos rasgos en común, también he visto mucha diversidad. Me gustaría estudiar qué sucede en casos más cercanos a Cataluña, cómo han evolucionado y ampliar comparándolos.

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