El legado de Abe Shinzō, a debate

24 octubre, 2022
Abe Shinzō y su legado para la transformación del Japón.

Abe Shinzō, el político japonés que más tiempo ha ocupado el cargo de primer ministro (entre 2006-2007 y 2012-2020), fue asesinado el pasado julio en un país en que los asesinatos políticos son una anomalía. Su figura, de complejidad inaudita, marcó el pasado reciente de Japón. Para hablar de su aportación y del futuro, los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC convocaron a tres expertos universitarios: el doctor Jonathan López Vera (UPFUAB), el doctor Lluc López Vidal (UOC) y el doctor Iván González-Pujol (Universidad de Senshu-UOC). El acto Abe Shinzō y su legado para la transformación del Japón, moderado por Inés Arco (CIDOB-UOC), tuvo lugar el pasado 10 de octubre en Barcelona. 

Las élites tienden a perpetuarse a lo largo de la historia en todo el mundo y Abe Shinzō no fue una excepción.

“Cuando hablamos de legado, lo podemos entender hacia el futuro, pero también hacia el pasado” afirmó Jonathan López-Vera, graduado en Estudios de Asia Oriental (UAB) y Máster en World History (UPF), “y como historiador me centro en el pasado. Shinzō fue un político de los de antes… literalmente. Desde cierto punto de vista, los políticos japoneses actuales son los últimos samuráis. Estos guerreros gobernaron durante siete siglos (1185-1868) y desaparecieron con la restauración Meiji, durante la que se decretó el final del sistema cerrado de clases. Paulatinamente, se fueron recortando sus derechos y privilegios”. Autor del libro Historia de los Samuráis, se pregunta qué hay de cierto en esa desaparición: “de los 126 emperadores japoneses se podrían contar con los dedos de las dos manos cuántos gobernaron. Cuando los guerreros desaparecieron, gobernó un consejo de sabios. Resulta que la mayoría venían de dos provincias (Satsuma y Chōshū) y habían sido samuráis. En realidad, tras la revuelta de Satsuma, fácilmente aplastada, quienes perdieron sus derechos fueron los samuráis de nivel bajo o medio. Los señores samurái entregaron sus territorios al emperador: desaparece el sistema de provincias y se crea el actual sistema de prefecturas. Este sistema necesita nuevos cargos: se eligieron como gobernadores a los mismos señores feudales de aquellas tierras. Las mismas familias siguieron gobernando”. Para él, “las élites tienden a perpetuarse a lo largo de la historia en todo el mundo” y Abe Shinzō no fue una excepción. Tras la II Guerra Mundial, y debido a la alianza de Japón con el gobierno de la Alemania nazi, “MacArthur encarceló a las élites políticas y económicas, algunos fueron ejecutados y otros juzgados. Con el auge del comunismo en China y el crecimiento de las simpatías por el socialismo en el país, la política de Estados Unidos da un giro: a algunos se les saca de la cárcel y vuelven a ocupar sus cargos. Por ejemplo, Kishi Nobusuke, primer ministro entre 1957-1960, era de familia samurai, de la provincia de Chōshū y uno de sus nietos fue Abe Shinzo”. 

En Japón existe del triángulo de hierro. Los tres vértices son el Partido Liberal Democrático, la burocracia y los grandes conglomerados económicos y financieros.

El doctor Lluc López Vidal añadió que “Abe venía de una familia muy rica y, además, su padre y su abuelo paterno fueron políticos, y por parte materna. Su madre era hija de Kishi Nobusuke, quien fue Ministro de Economía durante la etapa fascista, acusado de criminal de guerra de clase A , y tras no ser condenado, se conviertió en Primer Ministro de Japón. Además, el hermano de este, el tío abuelo de Abe, se convirtió en Primer Ministro y paradojamente ganó el premio Nobel de la Paz”. 

En este entramado, López Vidal recordó que “el emperador no es formalmente jefe de estado, pero actúa como tal. El sistema político japonés es una democracia estable, con un primer ministro elegido por un parlamento”. Aun así, para este experto en política exterior japonesa, licenciado en Ciencias Políticas (UPF) y máster en Estudios Internacionales e Interculturales (UAB), “hay que destacar algunas características como, por ejemplo, que desde 1955 hasta hoy (excepto entre el 2009 y el 2012), el Partido Liberal Democrático ha ganado la mayoría de elecciones con mayoría absoluta y gobernado el país. El partido está dividido en diferentes facciones y alrededor del líder de cada una, que es quien da las instrucciones sobre qué votar, o cómo organizan los parlamentarios. El PLD es un “partido escoba” (Catch-all party): hay posiciones desde la extrema derecha al centro. La rotación de primer ministro es enorme: solo entre 2006 y 2012 hubo ocho primeros ministros”. López Vidal, que ha sido profesor visitante en la Universidad de Keio y Kobe y es Director del Máster en Diplomacia y Asuntos Internacionales de la UOC, “afirma que en Japón existe del triángulo de hierro. Los tres vértices son este partido, la burocracia y los grandes conglomerados económicos y financieros. La movilidad entre ellos es enorme”. Shinzō Abe, quien tenía un perfil único en algunos aspectos, como por ejemplo sus estudios de Ciencias Políticas en una universidad que no era de élite, “fue un claro ejemplo de esa movilidad: entró a trabajar en una gran empresa, al cabo de años entró en el ministerio de asuntos exteriores y, finalmente, fue secretario de su padre en el PLD”. Su primer gobierno (2006-2007), marcado por una agenda muy nacionalista, lo convirtió en el primer ministro japonés más joven. El electorado lo castigó: dimitió aduciendo sus problemas de salud. “Entre 2012 y 2020 volvió a ser primer ministro. En este mandato, se centra en los temas que afectan a los ciudadanos como las pensiones o las crisis económicas y deja en segundo plano temas históricos o su agenda nacionalista. Firma tratados económicos como el TPP o con la UE, mantiene muy buena relación con los Estados Unidos de Trump…”. Para este profesor universitario, definir el perfil de Shinzō es complicado: “¿es ultraconservador, revisionista, patriota, iconoclasta, moderado…? Pues sin duda revisionista cuando apuesta por dejar de fustigarse por el pasado, pero pragmático en política exterior cuando se muestra a favor de mantener las bases militares de Estados Unidos o de no mantener una relación confrontacional con China—. Es un político mainstream, pero sin renunciar a políticas patrióticas o neoconservadoras que no llegaba a aplicar del todo…”

Abe Shinzō quería cambiar el modelo económico y social del Japón. Pero para alcanzar los objetivos hay que tener un plan económico convincente.

Para el doctor Iván González Pujol, licenciado en Derecho (URV) y ADE (UOC) y máster en Estudios de Asia Oriental (Universidad de Salamanca), “es muy difícil identificar a los japoneses por su ideología” y propuso mirar hacia el futuro: “Abe quería cambiar el modelo económico y social del Japón. A su segundo período volvió con la lección aprendida: a sus compatriotas les preocupa la economía. Para alcanzar los objetivos hay que tener un plan económico convincente. Era alguien muy pragmático: en el momento de más apoyo social, llevaba adelante políticas más controvertidas y conservadoras y cuando menos apoyo social tenía, se centraba en economía.” De esta época es el conjunto de políticas económicas conocido como Abenomics, basado en «tres flechas»: “expansión monetaria —de hecho, multiplicó por cinco la base monetaria del país y buscaba incrementar la inflación como objetivo a corto plazo hasta el 2% aunque no lo consiguió—, estímulo fiscal —a medio plazo, crear infraestructuras, inversiones en temas sociales…-y reformas estructurales —a largo plazo como la desregulación en el sistema agrícola—. También, en este segundo periodo, se plantea el Womenecomics —incorporar la mujer en el mercado económico, para incrementar el PIB— y, para eso, hay que aprobar medidas sociales para incrementar el número de mujeres en el mercado laboral: ampliar el número de plazas de guardería, más actividades extraescolares, promocionar permisos paternos, subsidios para promocionar a las mujeres o determinada inmigración…”

Sin embargo, para González Pujol, en ese segundo gobierno, muestra ciertas carencias: “por ejemplo, la economía no mejora como se esperaba y los avances sociales van siempre ligados a que sirvan para mejorarla. Los que van ligados a derechos de minorías o a LGTB, no llegan. Se aprueba y reforman el consejo de seguridad y la constitución para justificar la defensa colectiva de manera legal en determinados casos.”

Tras ocho años en el poder, Abe dimitió y Fumio Kishida  devino Primer Ministro para liderar lo que se creía que iba a ser un breve gobierno de transición porque “Abe toma las riendas de la mayor facción del PLD (tiene 94 parlamentarios) mientras que Kishida forma parte de una facción con 45 parlamentarios. Así que debía negociar con él. Ahora, con la muerte de Abe, Kishida tiene una ventana de dos años para consolidarse dentro del partido: no es tan nacionalista, es más cercano a China y su facción es más liberal en el sentido clásico. La facción de Abe, que no lideró mientras fue primer ministro, empieza a dividirse ante la falta de un líder claro. Espero que eso le dé más libertad para proponer sus propias políticas como el nuevo capitalismo” afirmó este experto en política exterior japonesa, para quien el actual primer ministro es más conservador en temas de valores, pero “si hay que tener contenta a la gente” tal vez se den algunas ayudas y se hagan algunas cosas. No duda que, en un periodo relativo, “estaremos cambiando la constitución”.

Como Abe no pudo cambiar la Constitución como quería, la reinterpreta y aprueba la ley de seguridad de autodefensa colectiva. Ahora Japón puede formar parte de coaliciones internacionales, lo que significa que puede formar parte en una guerra.

El profesor Lluc López Vidal recordó uno de los temas más controvertidos: “en la constitución de 1947, se reconoce que Japón no tiene el derecho de beligerancia. No tiene un ejército al uso, sino unas Fueras de Autodefensa: solamente puede defenderse ante un ataque. Con todo, estas fuerzas están consideradas una de las fuerzas militares más poderosas del mundo. Como Abe no pudo cambiar la Constitución como quería, la reinterpreta y aprueba la ley de seguridad de autodefensa colectiva. Ahora puede formar parte de coaliciones internacionales, lo que significa que puede formar parte en una guerra, aunque creo que eso tardará mucho”.  Y es que, según López Vidal, “la sociedad japonesa tiene dos alergias: a lo militar y a lo nuclear. Son conservadores pero pacifistas” aunque González Pujol opina que los tiempos están cambiando. El electorado es muy viejo y muchos jóvenes no suelen votar. Japón vive bajo la amenaza de pérdida de población.

López Vidal, experto en relaciones de Japón y China, afirmó que “desde el 93, el país observa el ascenso de su vecino. En política internacional, hay la teoría de las dos estrategias: la del palo -que se practicaría comprando más armamento o tejiendo alianzas- o la de la zanahoria -subirse al caballo ganador como hizo Japón con el Reino Unido, Alemania o Estados Unidos-… Pero ellos no hacen ni una cosa ni la otra o un poco de todo: sube algo el presupuesto de armamento -estrategia del palo- pero habla de China como un ‘challenge’ y no un enemigo -la de la zanahoria: por si acaso llega a superpotencia…- Aunque durante muchos años se ha hablado de que el eje de poder se pasa a Asia Pacífico (China, Australia, Estados Unidos…), Abe ya hablaba del eje Indo Pacífico (la alianza de las democracias en la zona que excluía a Rusia o China)”.

López Vidal cerró el acto con una reflexión y un deseo: “Japón es el país más endeudado del mundo, pero a diferencia de España, la deuda está en manos de agentes privados japoneses que lo usan para engrasar la economía y satisfacer a los agentes del llamado “triángulo de hierro”. No somos nadie para decir a un país que debe hacer, pero, si en vez de eso, lo dedicaran al estado de bienestar, estaría muy bien”

Para los tres expertos, hay un legado de Abe. La pregunta sería: ¿se mantendrá?

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Redactora col·laboradora
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