Preguntas y respuestas sobre la COVID-19 persistente

03/05/2023
¿Qué es la COVID-19 persistente? Foto: Freepik.

La mayoría de las personas que desarrollan la COVID-19 se recuperan por completo, pero se estima que aproximadamente entre el 10% y el 20% de la población experimenta COVID-19 persistente, también conocida como afección posterior a la COVID-19 o COVID-19 de larga duración. No obstante, algunos estudios apuntan que todavía se trata de una enfermedad invisible e infradiagnosticada y, por este motivo, las personas que conviven con la patología y los profesionales de la salud demandan más visibilidad, investigación y atención a la COVID-19 persistente

Ahora bien, ¿qué es la COVID-19 persistente? ¿Cuáles son los principales síntomas de la enfermedad? Salvador Macip, director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, y Marco Calabria, profesor del máster universitario de Neuropsicología e investigador del grupo de investigación Cognitive NeuroLab de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, responden a seis preguntas sobre la enfermedad. 

1. ¿Qué es la COVID-19 persistente?  

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la COVID-19 persistente o pos-COVID-19 se define como “la continuación o desarrollo de nuevos síntomas tres meses después de la infección inicial por SARS-CoV-2, con una duración de estos síntomas de al menos dos meses sin otra explicación clínica que pueda explicar la presencia de estos síntomas”. 

A nivel español, el informe técnico del grupo motor del CIBERPOSTCOVID, define la COVID-19 persistente como “un conjunto multiorgánico y variado de manifestaciones y síntomas no atribuibles a otras causas que perduran o fluctúan durante un período mínimo de tres meses tras la fase de infección aguda de COVID-19”.

2. ¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad?

Hasta la fecha se han identificado más de 200 síntomas asociados a la COVID-19 persistente. Los síntomas más frecuentes que se incluyen tanto en el informe técnico español como en la definición de la OMS son de tipo sistémicos (como la fatiga), neurocognitivos (como déficits de memoria y atención), respiratorios o cardiovasculares, además de otros como los neurológicos, neuromusculares o psicológicos y psiquiátricos. 

Entre los sistémicos se incluyen también la falta de energía y/o debilidad, el malestar general, y la fiebre. Entre los respiratorios o cardiopulmonares se listan tos, dolor de garganta, disnea y presión en el pecho. Entre los músculo-esqueléticos hay dolor articular o muscular, limitación en la movilidad. Finalmente, entre los psicológicos, los más frecuentes son la ansiedad y la depresión. 

Para el diagnóstico se aconseja que se descarten otros problemas de salud conocidos que pueden generar una sintomatología similar, tener en cuenta las posibles secuelas de la infección, y tener un resultado de una confirmación por PCR o test de antígenos.

3. ¿Cuánto tiempo dura la COVID-19 persistente?

La COVID-19 persistente es muy variable en duración. Puede durar unas semanas o incluso meses. Como que es una enfermedad aún reciente, no se sabe la duración máxima que puede tener.

4. ¿Qué personas corren más riesgo de desarrollar COVID-19 persistente?

La COVID-19 persistente se ve más en mujeres de más de cuarenta años, pero se puede dar a cualquier edad. Las personas que tienen ciertas enfermedades previas, como asma u otras enfermedades pulmonares crónicas, diabetes de tipo 2 o inmunodeprimidas, tienen un riesgo más elevado. Los casos más graves de COVID-19, los que requieren hospitalización, también tienen más riesgo de COVID-19 persistente. Y también se ha visto relación con la obesidad y fumar. Aún no está claro por qué estas personas tienen más probabilidades que otras de padecer esta enfermedad.

5. ¿Cuáles son los efectos neurológicos o neuropsicológicos de la COVID-19 persistente?

Las afectaciones neurológicas más frecuentes incluyen fatiga, dolor de cabeza, trastornos del sueño, del olfato o del gusto; mialgias, y déficit sensoriomotor. Se han descrito también complicaciones más graves como la encefalitis, pero su incidencia es muy baja (0,215%), según un estudio de revisión de casos publicados.

La sintomatología neurológica se puede acompañar de alteraciones cognitivas, que se han denominado como ‘niebla cerebral’. Las alteraciones cognitivas más frecuentes son del dominio de la atención, sobre todo de la sostenida (pérdida de concentración), de la memoria a largo plazo, y de las funciones ejecutivas (por ejemplo, disminuida capacidad a inhibir información irrelevante). Son alteraciones que, en una parte de personas, siguen persistiendo, especialmente, en las que se infectaron en la primera ola del virus. 

Finalmente, se puede asociar sintomatología neuropsiquiátrica, como depresión, ansiedad y apatía. Este tipo de sintomatología tiene cierta relación con la fatiga y algunos estudios han demostrado que son más frecuentes en personas que habían tenido estos trastornos antes de la infección.

6. ¿Cómo se trata la patología desde el punto de vista de la neuropsicología?

Para los trastornos cognitivos, no disponemos de una intervención protocolizada, ya que carecemos de estudios clínicos. Ahora mismo, hay algunos ensayos clínicos que están empleando técnicas de estimulación cognitiva o de rehabilitación neuropsicológica para los déficits de memoria y de concentración. Algunos estudios utilizan aplicaciones móviles para la estimulación de las funciones cognitivas y otros se enfocan en la restauración de las funciones afectadas con intervenciones que se suelen utilizar en pacientes con daño cerebral adquirido o con patologías neuroinflamatorias. Estas intervenciones se acompañan de un entrenamiento de estrategias compensatorias para reducir el impacto de estos déficits en la vida diaria, como, por ejemplo, ayudas externas, pautas de planificación o sistemas de alertas. 


Un abordaje terapéutico bastante nuevo es el uso de la estimulación transcraneal con corriente directa (en inglés, Transcranial Direct Current Stimulation, tDCS). Un estudio publicado recientemente ha demostrado su eficacia en la remisión de la fatiga física en pacientes con COVID-19 persistente.

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Autores / Autoras
Marco Calabria
Profesor del máster de Neuropsicología e investigador del grupo Cognitive NeuroLab de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. Doctor en Psicobiología por la Universidad de Padua (Italia) y máster en Bioestadística y Epidemiología por la Universidad de Milán-Bicocca (Italia).
Salvador Macip i Maresma
Catedrático de la UOC y director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
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