Debate. El proceso como paradigma (2)

25 de junio de 2010

Una de las discusiones presentes en la lista empyre sobre Proceso como Paradigma ha sido el papel de las artes digitales. ¿El arte (principalmente digital) tiene que ser político?

Para algunos las posibilidades ofrecidas por la programación abren un camino donde la acción tiene un rol importante. Esto haría posible un nuevo modo de reflexionar y actuar sobre elementos sociales, naturales y la propia vida, y las cuestiones de acciones en el ámbito político estarían más presentes.

Otros piensan que las estrategias de los hackers y los grupos de software libre como alternativa al capitalismo voraz es una idea romántica, que no tiene resultados reales. Incluso el mercado ya se ha encargado de dominar el ámbito donde las artes digitales actúan, es decir, nuevos desarrollos y experimentos en tecnología.

Susanne Jaschko, co-comisaria de la exposición Proceso como Paradigma y moderadora de la discusión en empyre propone que «el campo de experimentación artística en que nos encontramos, llamado media art, high tech art, bio art, arte procesual, o lo que sea – básicamente el arte que ocurre en gran medida fuera del mercado del arte – propone muchas de las cuestiones actuales más relevantes, que difícilmente se encuentran en el resto del arte contemporáneo que tan exhaustivamente aborda las humanidades.»

La amplitud de las prácticas en lo que se puede llamar de modo general de arte digital, es en parte lo que permite tantos y tan distintos puntos de vista, desde el arte que se hace dentro del sistema institucional tradicional del arte (galerías, museos), hasta el artivismo digital.

Para intentar reflexionar brevemente sobre el problema, tomando la programación como ejemplo: se sabe que se trata de un lenguaje, y como lenguaje, siempre posee una ideología por detrás. La elección de un sistema libre o propietario, de estructura lineal o no-lineal, ya presenta cuestiones políticas en la obra de arte digital.  Lo mismo pasa con la estructura de hardware elegida.

Sin embargo, la obra de arte digital también se relaciona con cuestiones formales y estéticas, que son parte de las problemáticas artísticas en general.  Esta (como mínimo) doble capa que poseen las obras de arte digital es lo que en parte explica su gran complejidad y las posibilidades de opinar de manera aparentemente opuesta cuando se discute su relación con el mercado tecnológico y artístico, con las áreas de conocimiento académico, con los movimientos sociales y con la propia crítica de arte.

El artista que trabaja con herramientas e ideas tecnológicas y científicas, tiene que tener en cuenta estos mundos tan distintos en que el arte digital opera. Este reto no debe ser ignorado, so pena de limitarse a lo que menciona Susanne, un arte que es pseudo-política o un activismo político pseudo-artístico.

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