Ética para desarrolladores: ¿tu aplicación intenta manipular al usuario?

29 octubre, 2015

Desgraciadamente, hoy en día existe una gran diversidad de software con propósitos malintencionados: el ransomware que quiere cifrar todo tu disco duro para pedirte un rescate, el keylogger que quiere interceptar las pulsaciones de tu teclado para robarte las contraseñas, la barra de herramientas que registra todo tu historial de visitas y añade anuncios a las páginas web, el troyano que quiere grabarte usando tu webcam, …

Pero sin necesidad de irse al mundo del malware, la industria del software es muy competitiva y algunas empresas a pierden las buenas maneras a la hora de diseñar sus aplicaciones o servicios. El objetivo: maximizar sus beneficios sin tener en cuenta las consecuencias. Como reza el dicho, «más vale pedir perdón que pedir permiso» y cada vez más aplicaciones actúan según esta premisa.

Pongamos un ejemplo muy habitual: opt-in vs opt-out. Cuando se ofrece un servicio adicional a un usuario, hay dos formas de proponerlo. El primero es el modelo opt-in: si el usuario desea el servicio, debe hacer alguna acción para solicitarlo (apretar el botón «Aceptar», hacer click en un enlace, marcar un checkbox, …). El segundo es el modelo opt-out: si el usuario no lo desea, debe realizar acciones para cancelarlo (el botón «Unsubscribe» de una newsletter, desmarcar un checkbox marcado por defecto, …). Últimamente, muchas aplicaciones y servicios optan por el modelo opt-out, con el agravante de ser poco transparentes a la hora de ofrecer el nuevo servicio:

  • Informar sobre el nuevo servicio de forma poco llamativa.
  • Ocultar la descripción del nuevo servicio en un gran volumen de información.
  • Presentar el nuevo servicio como una actualización del actual o la solución a un error o problema de seguridad en el equipo.
Vaya, ese checkbox está activado por defecto... Fuente: EFF - Licencia: CC BY 3.0
Vaya, ese checkbox está algo escondido… y activado por defecto. Fuente: EFF – Licencia: CC BY 3.0

Es por esto que muchos usuarios acaban subscritos a esa newsletter que no les interesa o instalan ese antivirus que no querían: algunas interfaces de usuario están orientadas a conseguir que los usuarios actúen en contra de sus propios intereses. Verdades a medias, amenazas, trucos visuales, manipulación psicológica… son algunos de los recursos utilizados. Precisamente, un portal de Internet, DarkPatterns.org, recoge una colección de estos patrones de comportamiento moral y éticamente cuestionables: el anuncio que simula ser una ventana del navegador; el servicio en el que darse de alta es fácil, pero darse de baja es imposible; el truco de esconder la opción gratuita o más ventajosa para el usuario; y un largo etc.

Este tipo de conductas está presente en la industria tecnológica a todos los niveles, desde el desarrollador de a pie a la gran empresa. Como ejemplo, tomemos la célebre frase del código de conducta de Google, que impactó por su sencillez: «Don’t be evil» (no seas malvado). Por eso, la dichosa frasecita les ha ido persiguiendo desde entonces cada vez que han tenido problemas. Teniendo en cuenta el objetivo de Google de captar e indexar todo el conocimiento del mundo, se han planteado muchos dilemas éticos sobre privacidad (ehem) y monopolio sobre el conocimiento. Quizás por eso, la compañía matriz de Google, Alphabet, ha eliminado ese lema y ha substituido la frase por otra menos provocativa: «Do the right thing» (haz lo correcto). En mi opinión, la frase original era toda una declaración de principios, pero era difícil estar a la altura de semejante ideal.

En esta línea, un recuerdo que tengo muy marcado de mi carrera es de la asignatura «Diseño de bases de datos». El profesor, Jaume Sistac, estaba muy motivado por la asignatura y transmitía ese entusiasmo en todas sus clases. Un día, se lamentaba del amargamente del deplorable diseño de las bases de datos en algunas organizaciones: tablas sin clave primaria, información replicada, … A falta de una palabra apropiada para describir esos engendros, él los llamó «patatxos». Nos miró a los ojos y nos pidió: «por favor, el día de mañana, cuando trabajéis en una empresa… no seáis vosotros los que hacéis un patatxo«.

O sea que ya lo sabéis. Está en vuestras manos tratar a los usuarios de forma ética. Opt-in. Transparencia a la hora de mostrar información relevante como privacidad, coste, condiciones del servicio, etc. No poner barreras a la hora de modificar o darse de baja de un servicio. ¡Nada de patatxos!

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Autor / Autora
Robert Clarisó Viladrosa
Comentarios
Juan Antonio29 octubre, 2015 a las 12:18 pm

Soy desarrollador hace mucho tiempo, y la verdad es que me he encontrado de todo, pero lo que es cierto, que todos los programadores tienen una tecnica innata para ofuscar el código, ya que rara vez te encuentras con un desarrollo de otra persona, que haya por donde cogerlo.

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