¿Tots, totes, totis?

2 junio, 2022
totis Fotografía de PublicDomainPictures de Pixabay

El debate público entorno a la conveniencia de usar la fórmula totis [‘todes’]* ganó notoriedad en Cataluña el 22 de julio del año pasado, cuando la lingüista Carme Junyent, del Grupo de Estudio de Lenguas Amenazadas (GELA), publicaba a Vilaweb un artículo de opinión titulado “El totis: una barrera contra la inclusión”, donde explicaba por qué consideraba que los argumentos de la consejera de Igualdad y Feminismos, Tània Verge, para usar totis creaban confusión, y pedía que se dejara de manipular la lengua.

Junyent consideraba que en el caso del totis, «la cosa se complica porque en catalán, como en el resto de lenguas románicas, un cambio de género implica un cambio en las concordancias». Y lo ejemplificaba con esta frase: Totis lis (pamis?) (mapis?) (paris?) (maris?) de nenis petitis diuen que estan cansadis però felicis [‘Todes les (¿pames?) (¿mapes?) (¿padres?) (¿madres?) de niñes pequeñes dicen que están cansades pero felices’]. Y reflexionaba: «¿De verdad alguien se ve con ánimos de imponer algo así?».

Sobre este debate generado en el entorno del lenguaje inclusivo, no binario, y la viabilidad de incorporarlo a la lengua catalana y a su uso social, hablamos con Ona Domènech y Joan Pujolar, lingüistas de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC.

Joan Pujolar es sociolingüista de especialidad y se muestra favorable a las personas que usan el lenguaje para hacer visibles las mujeres y otros colectivos, cosa que a veces puede aconsejar el uso de las conocidas duplicaciones. El totis, pero, es todavía más que esto, puesto que responde a la necesidad de gente para la cual es importante no definirse como cien por cien masculina ni femenina. De entrada, le parece que tenemos que ser respetuosos con esta necesidad de un colectivo sometido a mucha violencia, tanto simbólica como física.

Carme Junyent afirma que la solución a esto es separar del todo el género lingüístico del sexo o género de las personas, y considerar que el masculino ya vale por todo. Pero esto es tan difícil como cambiar la gramática y, de hecho, es lo mismo que cambiar la gramática, pero en el nivel semántico. Y esto, como bien dice ella, no lo puede decidir nadie. Según Junyent el masculino ya es un genérico que vale para todo el mundo, y esto en parte es cierto, pero en el uso social hay muchas ambigüedades, que es el que mucha gente no quiere dejar pasar.

Ona Domènech es especialista en terminología y excorrectora y traductora profesional. Comparte bastante los razonamientos de Junyent, pero aporta algunos matices. Para Domènech, es cierto que la gramática no es sexista, pero también lo es que el uso que hacemos del lenguaje sí puede serlo, puesto que este uso condiciona nuestra visión del mundo. Sobre el caso concreto del totis, y el equivalente castellano todes, Domènech considera que aplicarlo implicaría un intento de modificación de la gramática bastante inverosímil, porque no ve asumible que los hablantes integren el uso. ¿La razón? De nuevo la concordancia del sujeto con el predicado, con los adjetivos, con los complementos… Y es que, como afirma Domènech: “La gramática de una lengua es un constructo complejo, resultado de una evolución de siglos, y pretender imitar esto artificialmente es demasiado ambicioso”.

Totis, una solución planificada y compleja para los hablantes de la lengua

En este sentido, la profesora de la UOC explica que los movimientos para un lenguaje no sexista reflejan nuevas visiones sociales, y recuerda que, en primer lugar, surgió el movimiento para un lenguaje respetuoso y no discriminatorio hacia las minorías, que incluía también recomendaciones para evitar el uso del masculino como genérico. Y de aquí se ha ido evolucionando, hasta que hoy en día se quiere dar visibilidad al colectivo no binario con fórmulas más neutras o inclusivas. Pero todas estas soluciones son complejas para los hablantes, porque no responden a un cambio natural, interno de la lengua y originado por la comunidad hablando, sino a un cambio planificado, que viene desde arriba. Y los lingüistas que trabajan en la corrección de textos, sobre todo en los de larga extensión, saben cómo es de difícil evitar el uso del masculino genérico sin caer en incoherencias e inadecuaciones.

Políticas sociales efectivas, más allá del lenguaje inclusivo

 “No tengo la solución”, expresa Domènech, pero cree que “por sentido común, el totis y otras estrategias, como el desdoblamiento de género, se pueden usar en llamamientos o momentos puntuales, donde sea importante llamar la atención sobre el problema del género, pero no de manera generalizada, si no se quiere caer en un discurso pesado y lleno de incoherencias”. Y añade que “parte del problema es que la normativa recoge los usos lingüísticos, pero no se ha pronunciado sobre este tema, quizás porque tampoco le toca; y el otro problema es el uso político que se ha hecho del lenguaje inclusivo, cuando lo que hace falta de verdad para evitar el sexismo son políticas sociales efectivas”.

Joan Pujolar relativiza la idea sobre el hecho de que se intenten imponer unos usos “desde arriba”. Ha habido gente desde diferentes posiciones que ha querido testimoniar su posicionamiento en cuestión de igualdad. Y puntualiza: “De hecho la polémica se ha creado sobre todo desde sectores de lingüistas y gente ligada a la corrección, que están acostumbrados a trabajar con criterios muy claros y delimitados”.

En todo caso, Pujolar está de acuerdo que introducir un nuevo género en el catalán es prácticamente imposible, aunque en su origen (en el latín) hubiera un género “neutro” que se conserva en otras lenguas indoeuropeas como en el alemán. Dice que no somos conscientes de la complejidad y sutilidad de las operaciones mentales que hacemos cuando hablamos. Si hablas alemán, por ejemplo, en general tienes el género encerrado dentro del sintagma nominal y de allá no sale. En catalán, en cambio, cuando denominas una cosa, su género empieza a pasearse por toda la frase y las respectivas subordinadas. Si dices que “jo l’herba ja l’he segada ben curta dues vegades aquest mes [‘yo la hierba ya la he segado muy corta dos veces este mes] ”, el femenino de “l’herba» [‘hierba’]” se te ha metido en el verbo “segada” [‘segado’] y en la predicación de “ben curta” [‘muy corta’], y si cambias el orden te saldrá el complemento “la” también en femenino. Pues ahora intenta segar userda [‘alfalfa’] (femenino) y blat [‘trigo’] (masculino) a la vez y ya verás. Por eso, las propuestas del tipo del totis los mismos que las defienden ya las usan con una obligada moderación.

El profesor Joan Pujolar también plantea que se podría ser más creativo en algunos aspectos. Recuerda que antiguamente “ya teníamos la fórmula llur [‘su’], que vale para cualquier género”, y considera que los lingüistas podrían tener una actitud más colaborativa y facilitadora, en lugar de reivindicar su autoridad restringiendo opciones: “En el fondo, la gente intenta evitar que los textos reflejen o refuercen desigualdades, o invisibilicen colectivos o impongan esquemas binarios de sexualidad. No hay soluciones universalizables, pero yo dejaría que la gente fuera buscando y encontrando sus maneras de decir”.

El lenguaje: esencial, pero también flexible

Para ambos expertos de la UOC, Joan Pujolar y Ona Domènech, la lengua tiene problemas más graves: “hay mucha gente que no sabe redactar bien, porque no sabe construir frases y párrafos bastante comprensibles y adecuados a cada contexto comunicativo”. Consideran que desde las instituciones conviene tratar este problema y asegurar una buena educación en cuanto a la lectura y a la expresión, oral y escrita, ya desde la escuela, y también a los ciclos formativos y en la universidad. Y añaden que, del mismo modo, hay que fomentar otras competencias como la reflexión crítica y el compromiso ético y global, porque, en definitiva, una sociedad no sexista solo se logrará con el ejercicio de estas competencias. Y el lenguaje irá haciendo su camino, como siempre ha hecho.


Porque el lenguaje es algo esencial que tiene que servir para comunicarse, entenderse y respetarse. Y también tiene que ser flexible.


* El equivalente en español es ‘todes’. En el artículo no se traduce porque hace referencia explícitamente a la forma de la lengua catalana.

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Comentarios
Vidarte16 junio, 2022 a las 6:20 pm

Cuánto se parece ese «la lengua tiene problemas más graves» al famoso «el feminismo despista a la lucha de clases». Si tenemos que esperar a que (casi) todes les hablantes de una lengua sepan redactar bien para entonces poder aceptar un uso que no solo visibiliza una realidad no binaria ya existente, sino que además es una herramienta de cambio político de suma vigencia (aliada de los feminismos, transfeminismos, movimientos queer y luchas interseccionales).

Ninguna lucha estructural, ni ninguna herramienta de cualquier forma de lucha despista a otra, porque se trata de luchas estructurales que se retroalimentan entre ellas. Señoras y señores de la ACADEMIA, miembres de la UOC, MEDUSA o humanistas del siglo XXI tengan una visión interseccional, tengan una visión que subvierta los límites discursivos y epistemológicos de vuestra generación. Háganlo porque trabajan en un departamento de retos contemporáneos. Contemplen esos retos, no los miren por encima.

Inyección de generación Z: https://www.youtube.com/watch?v=SBD26JpgPts

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Joan Pujolar20 junio, 2022 a las 4:00 pm

Estimada Vidarte,

Este es un escrito a diversas manos y no todas pensamos igual. Yo puedo testimoniar al menos que lo veo como tu, tal y como interpreto lo dicho. Al menos yo me tomaba el comentario sobre «problemas más graves» como dirigido a lingüistas que saltan muy fácilmente contra las innovaciones lingüísticas y en cambio parece no preocuparles que la enseñanza de lengua aliene cada vez más a un estudiantado que no entiende la relación entre lo que se le enseña y las necesidades y usos de expresión del lenguaje en la vida, la necesidad de todas de encontrar la propia voz, etc. En definitiva, aquí hay también un contencioso entre una visión materialista y una idealista del lenguaje que no deja de tener conexión con temas de desigualdades de clase, género y sexualidad.

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