Arte de la época moderna por María Antonia Argelich

19 enero, 2018

moderna1Las magníficas obras pictóricas, escultóricas y arquitectónicas producidas en la Europa Occidental a partir del siglo XVI comparten un conjunto de valores, modelos y referencias que tuvieron vigencia prácticamente hasta el siglo XIX. Aún hoy suelen resultarnos más atractivas que el arte contemporáneo, como si nuestra percepción estética siguiera marcada por aquellos principios de armonía, proporcionalidad e idealización formulados en el Renacimiento y reiterados, pese a las aparentes contradicciones del Barroco, o a las diversas tendencias del Manierismo, del Rococó o del Neoclasicismo, durante los siglos XVI XVII y XVIII.

En Arte de la época moderna estudiaremos las obras de este periodo aproximándonos a ellas desde cuatro puntos de vista:

1. El Humanismo

La principal corriente cultural que definió los contenidos y las formas del arte de esta época fue el Humanismo que había comenzado a configurarse desde el siglo XIV cuando el célebre poeta Petrarca concibió un programa educativo dirigido a desarrollar el potencial de los jóvenes como seres humanos. Inspirado por la lectura del orador romano del siglo I a.C., Cicerón, dicho programa educativo priorizaba la habilidad en la oratoria latina y en la participación en la vida pública, lo que resultó muy útil en la República florentina de entonces.

El rigor filológico de esos nuevos humanistas contó entonces con el recurso de la imprenta para difundir las nuevas ediciones de los clásicos por toda Europa. Eran portadores de una novedosa consciencia histórica que les hacía considerarse iniciadores de una nueva época, heredera de la esplendorosa Antigüedad y, por ello, superior a una Edad Media que ellos mismos definieron por su propio deseo de diferenciarse. El contagioso dinamismo de este movimiento fue extraordinario. En el siglo XVI, toda Europa compartía el interés por la literatura e historia antiguas y los artistas representaban directamente sus vestigios, recreaban sus historias y componían según sus principios.

El mero hecho de que la imagen pictórica representara un relato era consecuencia del humanismo, pues se seguía con ello la idea del poeta romano HoracioUt pictura poesis (como la pintura así es la poesía). Se confirma por eso a partir del Renacimiento que las imágenes, igual que las palabras, han de servir como soporte a contenidos poéticos para cuya adecuada comprensión deben ser presentados según unas normas compositivas y retóricas particulares, en buena medida asimilables a las habilidades compositivas textuales en las que los humanistas fundamentaban su saber.

El mero hecho de que la imagen pictórica representara un relato era consecuencia del humanismo, pues se seguía con ello la idea del poeta romano HoracioUt pictura poesis (como la pintura así es la poesía). Se confirma por eso a partir del Renacimiento que las imágenes, igual que las palabras, han de servir como soporte a contenidos poéticos para cuya adecuada comprensión deben ser presentados según unas normas compositivas y retóricas particulares, en buena medida asimilables a las habilidades compositivas textuales en las que los humanistas fundamentaban su saber.

 

2. La formulación de las reglas de la perspectiva

El renovado estudio de los autores de la antigüedad abarcó paulatinamente los distintos campos del saber. La relectura y reinterpretación de matemáticos, geómetras y arquitectos de la antigüedad llevó a replantearse la importancia de las medidas y las proporciones en la consecución de la armonía y la belleza. Simultáneamente el estudio e imitación de los antiguos condujo a un renovado interés por la observación y estudio de la naturaleza como verdadera fuente de conocimiento y así, entre el rigor matemático y la voluntad naturalista, se persiguía la representación del espacio de manera verosímil. Las normas para la representación perspectiva se formulan por primera vez a inicios del siglo XV, en primer lugar por Brunelleschi que lo hace de manera práctica y poco más tarde por Alberti, en su tratado De pictura.

moderna3El método de la llamada construcción legítima se difunde por toda Europa a la vez que se enriquece con nuevas aportaciones y a partir del siglo XVI su dominio está suficientemente generalizado como para considerar al arte de Época Moderna un arte fundamentado en la interpretación del espacio, hasta el extremo del virtuosismo ilusionista.

 

3. Los estudios de anatomía

Las obras escultóricas de la antigüedad griega y romana representaban directamente al cuerpo humano desnudo y de ellas se conservaban suficientes testimonios como para que artistas y coleccionistas las tomaran como modelos a imitar o en los cuales inspirarse para nuevas creaciones.

moderna4A su vez, ya desde mediados del siglo XV los artistas florentinos se percatan de que la adecuada expresión del cuerpo humano en su plenitud requiere la comprensión de su estructura interna. La posibilidad de realizar disecciones anima a los dibujantes más rigurosos a observar directamente la compleja realidad oculta bajo la piel.  Así a lo largo de la época moderna no solo el arte se enriquece con la producción de imágenes cada vez más naturalistas, sino también la ciencia avanza gracias a unas descripciones cada vez más exhaustivas.

 

 

4. Los conflictos religiosos en el seno del Cristianismo

El rigor filológico y espíritu crítico llevaron a muchos humanistas a la denuncia de los abusos de la Iglesia especialmente a inicios del siglo XVI cuando, entre otros vicios, la venta de indulgencias rebasa la paciencia y el bolsillo de los feligreses. Humanistas como Erasmo de Róterdam recurren a la interpretación de la antigüedad, tanto cristiana como pagana, como fuente de inspiración para una renovación religiosa. Esa voluntad reformadora, que en principio no pretendía rupturas, desembocó en posiciones más radicales, como la de Lutero, violentos conflictos y finalmente, la división de la Iglesia entre católicos y protestantes.

moderna5Las imágenes religiosas son cuestionadas y en buena medida destruidas por los reformistas más radicales, los predicadores calvinistas, que las consideran incitantes a la idolatría. Como consecuencia el mundo católico convoca al Concilio de Trento para renovar y confirmar su doctrina, defendiendo la existencia de las imágenes y reconociendo la necesidad de exigir cierto rigor en ellas. La Contrarreforma católica por lo tanto asignará nuevas tareas a los artistas, la reafirmación de los santos, de los sacramentos y de las buenas obras, copará la producción artística del Barroco en los países católicos.

 

En las ciudades protestantes, en cambio, se desarrollan a partir de entonces nuevos géneros pictóricos como la llamada naturaleza muerta, las flores, los paisajes o los retratos de grupos cívicos o gremiales. Un tipo de pintura vinculada a la prosperidad doméstica, tanto por los temas que representa, como por el nuevo tipo de consumidor al que está destinada.

 

María Antonia Argelich, profesora de la UdL y PRA de Arte de la época moderna del Grado de Historia, Geografía e Historia del arte UdL-UOC

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