La inclusión desde la Psicopedagogía

21 octubre, 2021

El Máster en Psicopedagogía de la UOC y la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE) organizan un ciclo de tres webinar sobre El futuro de la Psicopedagogía, la orientación y la inclusión.

El 27 de octubre se celebrará el primero, una mesa redonda en que se analizarán diferentes modelos de orientación psicopedagógica en las comunidades autónomas, con la participación de diferentes expertos.

La inclusión centrará la charla del segundo webinar el 24 de noviembre, con Mercè Esteve, profesora colaboradora del máster de la UOC y Antonio Cantero, secretario segundo de COPOE y orientador educativo. El 27 de enero se celebrará el tercer webinar sobre psicopedagogía y orientación.

En este marco, hablamos con profesionales de la psicopedagogía sobre inclusión, uno de los temas de actualidad en este sector.

La realidad en las aulas

Según la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), vigente en España, “el acceso a la escolarización inclusiva y en igualdad de condiciones, con los apoyos necesarios y en las mismas aulas que el resto de los niños y niñas, es hoy para las personas con discapacidad un derecho”. En el 2017-2018, 668.769 alumnos recibían apoyo educativo por una necesidad específica a nivel español (el 32,9% asociado a algún tipo de discapacidad o trastorno grave, según el estudio reciente del Observatorio de la Discapacidad)

Sharon Mccutcheon (Unsplash)

Frente a estos datos, Anna Espasa, directora del Máster Universitario de Psicopedagogía y profesora de los estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, asegura que “la inclusión no es todavía una realidad en las aulas, a pesar de la legislación y el reconocimiento teórico”.

Antonio Cantero, secretario segundo de COPOE y orientador educativo durante más de 30 años en Madrid y Castilla León, añade que “faltan recursos y especialización de los profesionales que los han de atender. Deberían aumentar significativamente los Orientadores Educativos hasta llegar a una ratio aproximada de 250 alumnos por profesional, ratio, defendida por COPOE para que pueda existir un buen equilibrio entre estos profesionales y la atención al alumnado, profesorado y sus familias.

También debería aumentar el profesorado de apoyo, sea este de pedagogía terapéutica o de audición y lenguaje, así como la reducción de la ratio de alumno/profesor y las clases con dos profesores. No podemos olvidarnos de otros profesionales que pueden ser requeridos en función de las necesidades especiales de los alumnos escolarizados en los centros ordinarios.

Este escenario, ahora utópico, haría posible el disfrute del derecho a la inclusión de todo el alumnado con discapacidad. Este no es el lugar para proponer una transición de los centros de educación especial a los ordinarios, ni tampoco su desaparición, ni el modelo a seguir para mejorar el derecho a la inclusión, pues esto requiere tiempo, planificación y adaptación a los contextos cambiantes.”

La inclusión no es todavía una realidad en las aulas, a pesar de la legislación y el reconocimiento teórico

Contexto de cambio

Mercè Esteve, maestra de Educación Especial y psicóloga con formación clínica, puntualiza: “Probablemente la inclusión no es aún una realidad en nuestro país, lo que sí es una realidad es que un gran número de centros y profesionales, junto con los servicios que los acompañan, están impulsando procesos de transformación que, desde la reflexión conjunta y el compromiso, orientan sus proyectos educativos hacia la escucha y la comprensión de las necesidades del otro. Estos procesos, basados ​​en el reconocimiento mutuo, favorecen que muchos niños y jóvenes y sus familias se sientan parte de un proyecto que se hacen suyo y que los incluye en un colectivo que, finalmente, se convierte en su comunidad.” Esteve ha trabajado como orientadora en centros de secundaria y como psicopedagoga en un Equipo de Asesoramiento psicopedagógico.

Pawel Czerwinski (Unsplash)

¿Por qué no es un hecho generalizado? Esteve comparte que “las resistencias del sistema, las prisas, la saturación de los servicios… junto con la pandemia vivida, han frenado muchos de los procesos puestos en marcha y han congelado muchas actuaciones que se habían planificado. El resurgimiento de nuevas fragilidades ha puesto en entredicho muchos de los dispositivos que se habían ido creando. La fragmentación de la comunidad educativa, que recibe demandas constantes y a menudo contradictorias respecto a su función social, acoge con dificultades y con recelo a aquel que es diferente y que a menudo cuestiona el funcionamiento del sistema. La saturación de los profesionales y de los servicios y la consiguiente falta de tiempo para reflexionar y comprender procesos, junto con la instauración del paradigma problema-solución por encima de paradigma necesidad- respuesta dificulta la construcción de una mirada comprensiva” y añade que “la concepción de los procesos de inclusión como algo reduccionista y referido únicamente a la atención educativa de los alumnos con necesidades especiales no contribuye a generar las condiciones que permitan comprender las necesidades del otro como algo inherente a la condición humana.”

La saturación de los profesionales y de los servicios, y la consiguiente falta de tiempo para reflexionar y comprender procesos, dificulta la construcción de una mirada comprensiva

Para ella, “los centros educativos inclusivos son aquellos que han cohesionado su equipo y su proyecto alrededor de la construcción conjunta de las finalidades de su acción educativa, a la vez que han buscado los procedimientos que los llevan a entender las necesidades de cada uno de los alumnos para atenderlos desde un contexto único, capaz de sostener las actuaciones que favorecen los procesos de crecimiento y permiten a cada uno tomar decisiones respecto a su aprendizaje y su manera de formar parte del centro educativo.

El sistema educativo inclusivo posibilita los vínculos entre personas que trabajan en red y hace valer el conocimiento que cada uno puede aportar. Es una red interservicios construida desde la ética profesional, que teje responsabilidad y que escucha al alumno y a su familia para que las necesidades no solamente sean definidas desde la norma, sino que puedan ser sentidas y expresadas por el mismo sujeto. El sistema inclusivo rehúye las urgencias y se toma el tiempo necesario para pensar, conversar y mancomunar un planteamiento educativo que no excluye a ninguno de los miembros de la comunidad.”

Cuestión de derecho

Cantero, quien forma parte del equipo de alteraciones del comportamiento en la zona del Bierzo (León), trabaja en su día a día con alumnado de infantil, primaria y secundaria, y para él, “centrándonos en el ámbito educativo, la inclusión sería la posibilidad de que cualquier alumno, tenga la discapacidad que tenga, pueda disfrutar de los servicios públicos educativos ordinarios y no segregados”. Según su experiencia con cientos de niños y niñas que conviven juntos, es que “se benefician mutuamente enriqueciéndose de unas relaciones que les acompañarán toda su vida. Los niños/as, tengan o no discapacidad/es, no se plantean si pueden o no estar juntos, lo están, conviven, aprenden, se relacionan resolviendo los conflictos y los problemas que surgen y se enriquecen. Los que se plantean la segregación, la separación, son/somos los adultos con todo tipo de argumentos, políticos, económicos, sociales, de aprendizaje, etc.

Una vez construida históricamente la segregación y asumida por todos, se transmite a los niños a través de esa educación encubierta que todos practicamos diariamente todavía. “Que si al tener un niño con problemas de conducta o discapacidad, el resto de niños aprenderá menos”, “ellos aprenden más en los centros de Educación Especial, allí hay profesionales que los saben atender”, “pobrecitos, no pueden, allí tiene todo lo que necesitan”, etc. Comentarios como estos y pensamientos parecidos se transmiten casi telepáticamente y conviven todavía entre nosotros.”

Los niños/as, tengan o no discapacidad/es, no se plantean si pueden o no estar juntos, lo están, conviven, aprenden, se relacionan resolviendo los conflictos y los problemas que surgen y se enriquecen

Por su parte Esteve, añade que “la inclusión está estrechamente ligada al derecho a la educación de todas las personas y a lo largo de la vida, la inclusión es un derecho individual y colectivo. Incluir quiere decir acoger, generar sentimiento de pertenencia, establecer vínculos, cohesionar… Y los procesos de inclusión son aquellos que permiten a cualquier miembro de la comunidad sentirse valorado y respetado, dentro de un entorno que dispone de los dispositivos y la organización que les posibilitan adaptarse permanentemente a los individuos y el colectivo y generar las condiciones para que cada uno pueda aprender y tener éxito como persona.”

Nathan Anderson (Unsplash)

Es ampliamente reconocido por las investigaciones que “los niños con discapacidad sea la que sea, que participan de los espacios educativos normalizados mejoran sus capacidades de aprendizaje y emocionales. No solamente mejoran los niños con discapacidad, sino también el resto de compañeros, consiguiendo desarrollar habilidades tales como la cooperación, la empatía, la  comprensión al otro y, sobre todo y más sorprendente, maneras de enseñar a los otros de forma creativa,” asegura Cantero. Este veterano añade que “es bueno recordar que, en algún momento y circunstancia de nuestra vida, todos tendremos una discapacidad de algún tipo”.

Los procesos de inclusión son aquellos que permiten a cualquier miembro de la comunidad sentirse valorado y respetado

La falta de recursos profesionales, en algunos casos, resulta especialmente alarmante. En su día a día profesional, este veterano ha detectado un aumento de alumnado con trastorno de espectro autista -niños con dificultades importantes para aprender los repertorios conductuales básicos, niños que son más difíciles de entender por parte de la sociedad-.

Y añade: “Es un gran problema para los orientadores: hay estadísticas que afirman que uno de cada 160 alumnos tiene el trastorno, según la OMS. Algunos niños con otras discapacidades pueden ser atendidos con los recursos existentes y aprender en las aulas de las escuelas ordinarias, pero al alumnado con trastorno del espectro autista, escolarizarlos con tiempos de apoyo puntuales en las aulas y atendidos por profesionales poco formados para las necesidades que presentan, no les favorece” asegura.

¿Qué necesita este alumnado para aprender?

Conocer repertorios básicos de aprendizaje que les permitan conseguir habilidades que les faciliten el aprendizaje en situaciones posteriores con menos recursos de apoyo y que puedan aprovecharse de las enseñanzas más ordinarias con sus profesores. 

No solamente mejoran los niños con discapacidad, sino también el resto de compañeros, consiguiendo desarrollar habilidades tales como la cooperación, la empatía, la  comprensión al otro y creatividad

Para la enseñanza de este tipo de repertorios, sin duda, hay que dedicar mucho tiempo y disponer de profesionales especializados “que puedan conseguir que ellos puedan llegar a ser capaces de observar a los demás y escuchar a los adultos, que puedan imitar lo que hacen sus compañeros y sus profesores, sus padres, hermanos. También que sepan seguir instrucciones, que aprendan a pedir lo que necesiten y que aprendan a hablar y a comprender el lenguaje de una forma flexible. Todo ello, les va a permitir adaptarse mejor a la vida escolar y, por supuesto, a la vida familiar y social” afirma.  

“Por eso, hay que aumentar el número de profesionales en estas etapas iniciales de Educación Infantil, donde se hace más necesaria. Debería haber profesionales para poder acompañar a los niños con trastornos del espectro autista y otras discapacidades, como si fueran su “sombra”.

Atikah Akhtar (Unsplash)

Sin su ayuda inicial, no se pueden construir las columnas más importantes del aprendizaje y estos niños acaban desarrollando comportamientos inadecuados debido a que no pueden entender las situaciones sociales, lo que les hace sentir tremendamente mal. Emociones desagradables, que nadie querríamos para nosotros, son vividas frecuentemente por estos niños, haciéndoles sufrir. Me gusta utilizar la metáfora para explicar a los profesores que estos niños son ciegos sociales. ¿Verdad que a un ciego no lo dejaríamos solo en medio de un bosque? ¿Por qué dejar a un niño del espectro autista en un aula?”, pregunta Cantero

Me gusta utilizar la metáfora para explicar a los profesores que estos niños son ciegos sociales

La apuesta por la inclusión debe implicar un cambio de pensamiento, de paradigma. Eso lleva a un cambio político y, aunque hace falta apuesta económica, no debe ser lo único. Necesitamos buenos profesionales que sepan lo que tienen que hacer” según Cantero, destacando el papel importante de las universidades.

La formación, elemento clave del profesorado

“Hay una importante labor por hacer en la formación de los nuevos profesionales y profesores: formarlos mejor para atender estas necesidades educativas. Una formación básica que, aunque ha mejorado respecto a cuando yo estudié, todavía es demasiado teórica. La universidad en este campo, como ha hecho en otros campos como la medicina, debe abrirse a la práctica con las personas que estamos al pie del cañón con estos niños. Sin duda, las teorías que debemos elegir han de estar avaladas por la investigación y por las prácticas que demuestran mejoras y éxito. Es importante, en un mundo global como en el que vivimos, estar abierto a todo lo que se investiga para poder implementarlo adaptándolo a nuestros contextos” afirma.

“Propuestas como estos webinar, enfocado a futuros orientadores de la psicopedagogía y a profesionales ya en activo, que abren espacio de reflexión” son sin duda un paso y, darlo conjuntamente con la COPOE, “un muy buen paso” explica Anna Espasa.

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Autor / Autora
Redactora colaboradora
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