Miguel Ángel Elizalde Carranza: «El respeto de la dignidad humana es responsabilidad de toda la sociedad, y por eso es importante contar con profesionales formados en derechos humanos»

8 junio, 2021
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Entrevista a Miguel Ángel Elizalde Carranza, director del programa de Derechos Humanos, Democracia y Globalización de la UOC, sobre la situación de los derechos humanos en América Latina.

Miguel Ángel Elizalde es licenciado en Derecho por la Escuela Libre de Derecho de Sinaloa, en México. Cuenta con un máster de Estudios Internacionales, un diploma de Estudios Avanzados de Investigación y un doctorado de Derecho Internacional Público por la Universitat Pompeu Fabra. Desde 2008 ha impartido clases en distintas universidades de España, México, Francia, Bolivia y Barcelona, y ha participado, además, como docente en programas del Banco Interamericano de Desarrollo, de la Unión Europea y de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Desde septiembre de 2020 es director académico del Máster Universitario de Derechos Humanos, Democracia y Globalización de la UOC.

¿Carecemos de educación en derechos humanos?

América Latina tiene una larga trayectoria en la protección de los derechos humanos; por ejemplo, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, adoptada en Bogotá en 1948, es ocho meses anterior a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aun así, en el campo de la educación, no solamente desde la parte intelectual, sino como asimilación de valores y de hábitos, todavía hace falta mucho por recorrer, y lo ratifican los indicadores internacionales de vulneraciones de derechos humanos, los cuales hablan por sí mismos.

¿Cuál es el contexto actual de los derechos humanos en Latinoamérica?

Hay algunos problemas que comparten los países de América Latina. Por ejemplo, antes de la COVID-19 ya existía un reclamo por los derechos económicos, sociales y culturales, y ahora, con la pandemia, esta exigencia se ha agudizado más, ya que de los pocos recursos con los que cuentan los países, no hacen un buen uso.

Otro de los problemas es la corrupción y la discriminación a gran escala, un conflicto especialmente grave, porque los derechos humanos nacieron muy vinculados a lo que se conoce como gobiernos civiles, que son los principios que después llevaron a la democracia. Pero cuando el estado falla en la protección de los individuos, el estado de derecho se pone en riesgo, y con la corrupción, esto queda en juego, pues las instituciones no funcionan, hay impunidad, y no solo porque la autoridad no hace cumplir la ley, sino porque, cuando las víctimas intentan recurrir, los que han sido perpetradores de los abusos salen impunes, y el sistema legal no cumple la función disuasoria de las conductas que son socialmente reprobables.

También hay otros problemas más localizados por países. Por ejemplo, en Venezuela, la represión de la disidencia; en El Salvador y en Uruguay, las condiciones inhumanas de las cárceles; en México, el abuso de la fuerza de la policía, y en Colombia desde hace tiempo la sociedad reclama las desapariciones forzadas, los actos de tortura, etcétera.

¿Por qué es importante incentivar la formación en derechos humanos en los profesionales de América Latina?

En ocasiones se piensa que el tema de los derechos humanos es un tema exclusivamente de los abogados, pero no es así, porque, por ejemplo, las personas empresarias tienen una responsabilidad directa en derechos humanos relacionados con el trabajo y la no discriminación de la mujer. Es por esto que la formación en este campo es indispensable, pues el respeto de la dignidad humana es responsabilidad de toda la sociedad, y es necesario contar con profesionales formados en derechos humanos, sin importar el ámbito de estudio.

¿Cuál es el papel de la mujer en la defensa de los derechos humanos en América Latina?

Las mujeres y las niñas son uno de los colectivos que sufren de manera más directa los abusos de los derechos humanos. Latinoamérica es una de las regiones más desiguales del mundo en este sentido y hay mucho trabajo por hacer. Pero, ¿qué puede hacer la mujer en este contexto? Utilizar los recursos de reivindicación que existen. Hay ejemplos de mujeres que se han levantado y han alzado la voz para que se las escuche al generar movimientos sociales, como la ONG No es Hora de Callar, impulsada por la colombiana Jineth Bedoya, o las más de 85 marchas cívicas que ha impulsado la lideresa campesina Francisca Ramírez Torres para denunciar violaciones de derechos humanos en Nicaragua. Esto es lo que se necesita, que las mujeres den este paso al frente y digan «basta».

Por ejemplo, en los últimos años hemos visto un avance de los derechos humanos de la comunidad gay, lesbiana y transgénero, pero ¿por qué ha tardado tanto en llegar? Porque hasta que el colectivo afectado no levanta la voz y dice «es suficiente», no se empiezan a dar los cambios. Es por esto que, mientras la sociedad tolere un tipo concreto de abuso de la dignidad humana, esta permanecerá en la sociedad.

¿Existe mayor interés en las mujeres que en los hombres por formarse en derechos humanos?

En el programa de máster que ofrece la UOC en este ámbito, sé con seguridad que son más las mujeres que hombres las que acceden, y aunque no es un porcentaje extraordinariamente mayor, de hecho, está bastante equilibrado, por unos pocos números. Las mujeres cada vez muestran más interés por este ámbito de estudio. En la UOC tenemos la conciencia de la importancia que hay de que en todos nuestros cursos se incluya la perspectiva de género y de que sean respetuosos desde un punto de vista del lenguaje, porque sentimos que tenemos esta responsabilidad de contribuir a la igualdad de género y al respeto de la dignidad de la mujer y de las niñas.

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Autor / Autora
Prensa y comunicación de la UOC en América Latina.
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