¿Negociación o coacción? La política comercial de Trump hacia América Latina y sus efectos duraderos

29/04/2025
Lluc Vidal / Carlos Uscanga Lluc Vidal (EDCP-UOC) & Dr. Carlos Uscanga (UNAM)

En el marco del grupo de investigación GRAPE (Grupo de Investigación sobre las Relaciones Asia y Pacífico – Europa) de la UOC, el Dr. Carlos Uscanga, experto en relaciones internacionales y política exterior japonesa en México, participó el día 3 de abril en el seminario centrado en un tema de plena vigencia: La política comercial del presidente Donald Trump hacia México: ¿negociación o coacción?

La intervención del Dr. Uscanga nos permitió reflexionar sobre las profundas transformaciones que ha vivido la política exterior estadounidense en los últimos años, especialmente durante la administración Trump. Su famoso lema Make America First Again no es solo una retórica, sino que se ha convertido en la nueva estrategia neoproteccionista, basada en el uso de aranceles como instrumento de presión tanto comercial como diplomática. The most beautiful word in the dictionary is ‘tariff’, afirmaba Trump, dejando clara su visión del comercio internacional en pleno siglo XXI. En efecto, este enfoque rompió con décadas de liberalización comercial iniciadas tras la Segunda Guerra Mundial en el marco del sistema de Bretton Woods (1944), el GATT (1948) y, posteriormente, la OMC (1995). Mientras los acuerdos multilaterales buscaban reducir barreras, Trump ha apostado por imponerlas, utilizando su poder económico para renegociar desde una posición de fuerza.

Durante la segunda administración Trump, se están aplicando distintos tipos de aranceles con objetivos variados: los aranceles de negociación como herramienta diplomática para presionar a países como México o Colombia en temas migratorios; los aranceles proteccionistas, como el 25% al acero y aluminio, que buscan proteger industrias clave de la competencia extranjera; los “aranceles recíprocos” (concepto acuñado por su consejero de comercio, Peter Navarro), que pretenden igualar los aranceles que otros países imponen, según la narrativa estadounidense a sus productos; los aranceles por déficit comercial, que tienen como fin reducir el déficit de EE. UU. con países con los que tiene balanzas comerciales negativas, como China o Alemania; y finalmente, los aranceles específicos contra China, que incluyen cientos de productos, y que responden tanto al fuerte desequilibrio comercial entre ambos países como a disputas tecnológicas. ​En abril de 2025, la guerra comercial entre Estados Unidos y China se ha intensificado con la imposición de aranceles del 145% por parte de EE. UU. sobre productos chinos y del 125% por parte de China sobre productos estadounidenses. Además, China ha suspendido las exportaciones de metales raros esenciales para la fabricación de semiconductores, como el galio, el germanio y el neodimio, lo que afectó a sectores clave como la tecnología y la energía limpia.

México, en el centro de la estrategia

México ha sido uno de los principales blancos de esta nueva política neoproteccionista. La razón es evidente: más del 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos. En sectores como la automoción, la agricultura o la manufactura, la dependencia es ya estructural. En mayo de 2019, al final de la primera administración Trump, el presidente amenazó con imponer aranceles progresivos del 5% al 25% sobre todos los productos mexicanos si el gobierno de López Obrador no tomaba medidas más estrictas contra la migración. Aunque finalmente no se aplicaron, el mensaje fue claro: los aranceles no eran solo herramientas económicas, sino auténticas palancas de presión política.

Uno de los logros que la Casa Blanca presentó como una victoria fue la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que dio lugar al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Aunque el nuevo acuerdo mantuvo gran parte de las disposiciones anteriores, introdujo cláusulas que fortalecían los intereses estadounidenses, como mayores exigencias de contenido regional en la industria automotriz y disposiciones laborales más estrictas para México. En palabras del Dr. Uscanga, el T-MEC fue un ejemplo paradigmático de “negociación bajo amenaza”, donde la simetría tradicional del comercio norteamericano se inclinó aún más hacia Washington.

Hoy en día, con la presidenta Claudia Sheinbaum al frente del gobierno mexicano, el contexto sigue marcado por esa herencia. Aunque las tensiones comerciales han disminuido con la administración Biden, la vulnerabilidad estructural persiste. México deberá apostar por una estrategia de diversificación comercial, profundizando relaciones con Europa, Asia y América Latina, y promoviendo una mayor integración de valor añadido nacional en sus exportaciones. Como presumiblemente dijo Porfirio Díaz: ¡Pobre México! Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. Esa frase, más de un siglo después, sigue resonando con fuerza en la política comercial mexicana.

Nuevos aranceles: ¿una nueva barrera para América Latina?

La nueva ofensiva comercial de Donald Trump tendrá un impacto directo en casi todos los países de América Latina, que deberán repensar sus relaciones comerciales con Estados Unidos. El gobierno estadounidense ha implementado aranceles adicionales sobre las exportaciones de varios países, una medida que afectará tanto a economías grandes como pequeñas en la región.

Fuente: France 24

Según la lista divulgada por la Casa Blanca, la mayoría de los países latinoamericanos estarán sujetos a un arancel del 10% sobre sus exportaciones a Estados Unidos. Entre los países afectados se encuentran Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.

Por otro lado, Nicaragua se verá gravemente afectada con un arancel del 18%, y Venezuela enfrentará un arancel del 15%, lo que refleja las tensas relaciones políticas entre estos países y Washington. Este aumento de los aranceles ha sido interpretado como una estrategia para presionar a los gobiernos de estos países, en lugar de una medida económica puramente comercial.

Este panorama no solo impacta a las economías individuales de los países, sino que también está influyendo en la manera en que estos gobiernos gestionan sus relaciones con Estados Unidos y, por extensión, con otros actores globales. Bajo el gobierno de Gustavo Petro, Colombia ha optado por una política exterior más autónoma, enfocada en la cooperación regional y un enfoque progresista, lo que ha generado tensiones con Estados Unidos, especialmente en temas de derechos humanos y la lucha contra el narcotráfico. En contraste, Ecuador, tras las recientes elecciones, parece orientarse hacia una mayor cooperación con Washington en materia de seguridad, y el nuevo gobierno ecuatoriano podría buscar su respaldo para enfrentar el crimen organizado y mejorar la situación económica mediante tratados comerciales más flexibles. El Salvador, bajo la presidencia de Nayib Bukele, ha consolidado un vínculo estrecho con Estados Unidos, centrado en seguridad y migración, lo que ha resultado en una cooperación más estrecha a cambio de apoyo económico y político. Por otro lado, Argentina, con Javier Milei al frente, ha dado un giro radical hacia políticas liberales, buscando estrechar lazos con Estados Unidos, lo que marca un rompimiento con la tradición de autonomía regional, con la esperanza de atraer inversiones y mejorar la economía.

Las medidas de Trump, especialmente la aplicación de aranceles adicionales, reconfiguran el panorama de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y América Latina. Mientras algunos países podrían beneficiarse de estas medidas, otros enfrentarán desafíos significativos, lo que obligará a cada nación a ajustar su estrategia política y económica en función de sus intereses nacionales y sus alineamientos políticos. Como ya señaló el politólogo estadounidense Robert Keohane en 1977, la interdependencia no elimina el poder, lo que hace es redefinirlo. Esta idea nos invita a reflexionar sobre cómo las relaciones comerciales pueden convertirse en instrumentos de influencia en un mundo donde las reglas del juego están en constante transformación.

 

(Visited 5 times, 5 visits today)
Autor / Autora
Director del Grado de Relaciones Internacionales de la UOC. Es doctor en Relaciones Internacionales e Integración Europea por la UAB y experto en política exterior japonesa.
Comentarios
Deja un comentario