Cómo construir una marca personal coherente y sólida

Con demasiada frecuencia, cuando pensamos en nuestra marca personal, y muy especialmente si todavía tenemos la suerte de considerarnos jóvenes, lo primero que se nos viene a la cabeza son las redes sociales, los blogs, los podcasts… una serie de canales digitales en los que debemos emplearnos para estar presentes y mostrarnos bien activos. Pero, ¿nos hemos parado bien en reflexionar qué es lo que queremos comunicar y, por encima de todo, para qué?

La marca personal se basa en diferentes elementos como el perfil, la identidad, la reputación… pero es sólo una de las manifestaciones visibles en los demás de nuestro proyecto profesional, que, a su vez, deriva de nuestro objetivo profesional (y personal).

Nuestro objetivo profesional es, durante gran parte de nuestra vida, un componente, como mínimo, importante de nuestro objetivo personal, al menos por las horas diarias que nos ocupa, pero que sabemos que incide en nuestra propia percepción y valoración que hacemos de nosotros mismos. Básicamente, lo que nos motiva (nos mueve a la acción) se relaciona con tres acciones de naturaleza muy diferente:

• Tener: éxito, poder, reconocimiento, posición, dinero…
• Hacer: compartir, colaborar, ayudar, dar, recibir…
• Sentir: alegría, satisfacción, plenitud, equilibrio…

De forma general, la mayoría de nosotros elegiríamos verbos de las tres opciones, pero a la hora de tomar decisiones es cuando una opción acaba de imponerse a las demás. Ahora bien, podemos alcanzar cualquiera de estos objetivos a través de actividades muy distintas, algunas más vinculadas al ejercicio de una actividad profesional y otras a actividades de nuestra vida personal. En definitiva, lo que buscamos es conseguir nuestro propósito y las actividades (personales y profesionales) serán sólo los medios, los canales para ello.

Diseñando nuestro proyecto personal y profesional

Siguiendo con este planteamiento, una vez identifiquemos nuestro objetivo (personal y profesional) ya estaremos en disposición de diseñar un proyecto (personal y profesional) coherente que tenga en cuenta los propios condicionantes (factores internos) y nuestra situación relativa en el mercado del trabajo, es decir nuestra «competitividad» (factores externos).

Muy probablemente, al diseñar nuestro proyecto, a menudo deberemos abrir el foco, saliendo de nuestra zona de confort y preguntándonos cada vez si esa actividad nos ayudará o no a alcanzar nuestro último objetivo. Para ello, debemos incluir también en este proyecto otras actividades, no estrictamente profesionales, pero en las que, de algún modo, aplicamos nuestra experiencia (un voluntariado, la docencia…), o el emprendimiento. Todos sabemos que nuestros propios condicionantes suelen ser decisivos, es necesario asumirlos y aceptarlos y buscar en estas otras actividades el “complemento” que necesitamos.

Y será solamente a partir de este proyecto (personal y profesional) que vamos a construir nuestra marca personal. Lo haremos desde el compromiso (hacia nosotros mismos y los demás), asumiendo el esfuerzo y dedicación que deberemos emplear para que esta marca personal sea eficaz (coherente con nuestro proyecto) y eficiente (nos dé visibilidad para identificar las oportunidades).

Como profesora responsable de las asignaturas de prácticas de los Estudios de Economía y Empresa tuve ocasión de compartir estas reflexiones en el marco de la II Feria Virtual de Empleo de la UOC y pude constatar de nuevo esta necesidad de pararnos en pensar, de vez en cuando, el “para qué” de lo que estamos haciendo, no sea que estemos empezando la casa por el tejado.

Un cambio de trabajo o la búsqueda de unas prácticas curriculares o no curriculares son una excusa perfecta para hacerlo, ¡ponte a ello!

Puedes ver la ponencia entera “El proyecto personal: el origen de la marca personal” de la profesora Lourdes Esteban en el siguiente enlace: